Fleabag, la antiheroína que le echa un pulso a Dios

ACTUALIDAD

Amazon Prime

La protagonista de la comedia británica creada por Phoebe Waller-Bridge se enamora de un sacerdote en su segunda temporada, que llega este viernes a Amazon Prime

17 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacer las cosas mal. Tocar fondo. Equivocarse. Elegir siempre a la peor pareja posible. Conformarse con un trabajo rutinario. Vivir perdida entre la autoestima y las dudas. La comedia británica Fleabag (BBC) estrena hoy en Amazon Prime su segunda temporada, en la que la antiheroína treintañera creada e interpretada por Phoebe Waller-Bridge baja todavía más a los infiernos para echarle esta vez un órdago al mismísimo Dios. Fleabag, oveja negra de su familia, se enamora perdidamente de un sacerdote sexi, malhablado y sibilino interpretado por Andrew Scott, el Moriarty de Sherlock, y se lanza a comprobar desde su ateísmo confeso cuáles son sus opciones de ganar la partida.

El desafío de señalar algunas de las contradicciones que existen entre la fe tradicional y el estilo de vida actual empujó a Waller-Bridge (creadora también de Killing Eve y responsable de reescribir el guion del próximo James Bond) a recuperar con gran acierto una comedia agridulce que nació a partir de un monólogo con el que la autora triunfó en el Festival de Edimburgo en el 2013 y que ella consideraba ya finiquitada en la primera temporada.

Los seis nuevos capítulos cuentan con interpretaciones femeninas enormes, empezando por la madrastra desdeñosa y egoísta encarnada por Olivia Colman, última ganadora del Óscar a la mejor actriz por La favorita; la terapeuta a la que da vida Fiona Shaw y la emprendedora Kristin Scott Thomas.

Halagos grandilocuentes califican a Fleabag como la voz de una generación que convierte al público en su cómplice. Su gran aportación es el recurso narrativo, por momentos demasiado insistente, de interpelar al espectador con sus constantes guiños a la cámara y ese fluir de la conciencia que ella hace explícito a cada paso. «Tengo muchos amigos, siempre están ahí», advierte mirándonos pícaramente.