España intenta frenar un conflicto diplomático con EE.UU. tras la retirada de la fragata Méndez Núñez

CRISTINA PORTEIRO BRUSELAS / CORRESPONSAL

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Robles, esta mañana en Bruselas, para explicar que la fragata española solo participaba en la conmemoración de la primera vuelta al mundo por mar
Robles, esta mañana en Bruselas, para explicar que la fragata española solo participaba en la conmemoración de la primera vuelta al mundo por mar ROSA JIMENEZ | EFE

La ministra de Defensa asegura que la decisión «es una cuestión práctica y técnica»

14 may 2019 . Actualizado a las 16:38 h.

«No es un problema de Gobierno a Gobierno (…) No hablamos de una decisión política sino de una decisión práctica y técnica», aseguró esta mañana desde Bruselas la ministra española de Defensa, Margarita Robles, para justificar la retirada de la fragata Méndez Núñez del grupo de combate liderado por el portaaviones estadounidense Abraham Lincoln.

La orden del presidente estadounidense, Donald Trump, de redirigir la nave hacia el estrecho de Ormuz y el Golfo de Omán en plena escalada de tensión con Irán ha provocado la espantada repentina de la fragata, con sus 215 tripulantes a bordo. Ante la enorme trascendencia política que podría tener esta decisión y la posibilidad de que el Ejecutivo español se vea inmerso en un un nuevo conflicto político con Estados Unidos, tras la retirada de tropas de Irak, Robles ha intentado justificar la maniobra al señalar que el país norteamericano ha ido más allá de los términos del manifiesto de colaboración: «Adentrarse en el Golfo excede lo previsto en el acuerdo», indicó antes de aclarar que la interrupción de la misión es temporal y que «cuando volvamos a la situación prevista, continuaremos».

España se aferra a la letra pequeña del convenio para justificar la retirada de la fragata con base en Ferrol. Para apagar el incendio que podría prender en Washington tras este repliegue inesperado, Robles ha evitado criticar la operación unilateral ordenada por Trump para tomar posiciones en Oriente Medio: «Es una misión que ha decidido el Gobierno norteamericano, ahí no entramos. No tenemos nada que decir (…) Respetamos la decisión. Si Estados Unidos entiende que el portaaviones tiene que ir a una determinada zona para una determinada misión, provisionalmente salimos del grupo de combate», deslizó. Ante el aparente malestar que ha generado en el gobierno norteamericano la huida precipitada de sus socios españoles, la ministra de Defensa salió al paso para exigir que se respeten las decisiones soberanas de ambas partes: «Estados Unidos no se lo puede tomar de ninguna manera porque ya estaba previsto (…) Igual que nosotros no reprochamos que salgan del acuerdo firmado, ellos tienen que respetar que nosotros nos ciñamos a los términos pactados», apostilló.

¿Qué pasará ahora con la fragata? Robles tiene claro que España solo participará en el grupo de combate para celebrar el quinto centenario de la vuelta al mundo. Ni más ni menos. Y hasta que no se vuelva a la misión inicial, la fragata, ahora en Bombay, se encargará de otras labores. En un principio, el Gobierno podría dar la orden de que permanezca en aguas del Índico para integrarse en la Operación Atalanta de lucha contra la piratería.

La tensión en la región es máxima y nadie descarta el estallido de un conflicto bélico «por accidente», como sugirió ayer el secretario de Estado de Exteriores británico, Jeremy Hunt. El Gobierno español, que elude aclarar si las tropas españolas corrían peligro, teme que la decisión pueda acarrear otra bronca política como la que estalló en la última reunión entre los aliados de la OTAN y Trump a costa del gasto en Defensa. El estadounidense ya afeó en alguna ocasión a Sánchez su escasa ambición militar: «España siempre actuará como socio serio y fiable dentro del marco de la UE y la OTAN (…) Cumplimos escrupulosamente el acuerdo», zanjó Robles.