Una mujer argentina hace el camino con los restos de su marido para cumplir su última voluntad
15 may 2019 . Actualizado a las 13:16 h.Las historias que encierra el Camino de Santiago son tan sorprendentes como emotivas o desgarradoras. «Cada peregrino protege sus razones, cada uno tenemos razones íntimas para hacerlo y vamos buscando nuestras señales». Quien así habla es Edith Rossetti, una mujer argentina que realiza la ruta jacobea con parte de las cenizas de su difunto esposo, Miguel Lómez, que falleció en agosto del 2018 tras luchar durante casi tres años contra la enfermedad neurodegenerativa ELA. Lo hace como «una forma de despedirlo», pero también para cumplir su voluntad, según explicaba ayer tras haber completado la etapa Triacastela-Sarria.
Hace año y medio, un amigo les pidió consejo para viajar y Miguel le recomendó el Camino de Santiago: «Después me dijo que nos había quedado pendiente ese viaje, pero Miguel entonces ya no podía caminar. Y me pidió hacerlo como en la película El camino, que protagoniza Martin Sheen. Me dijo, ‘lo hacés vos conmigo, como en la película’», recuerda Edith. Y en eso está. Llegó a Francia desde Argentina y el 11 de abril comenzó la ruta, sola, desde Sant Jean Pied de Port. Ayer se le sumaron, para hacer el resto del Camino juntos, sus dos hijas, Mariana y Julia; el mejor amigo, «casi hermano», de Miguel, Horacio Pérez; y los amigos Liana Morbelli y Gustavo Bianchi. En Argentina quedaron, por motivos personales, Tinco Andrade y Bibiana Poggi.
Edith dejó parte de las cenizas de Miguel, como él quería, junto al árbol de la casa familiar que tienen en Córdoba (Argentina), la vivienda que él mismo diseñó -era arquitecto de profesión- estando enfermo y que bautizó como La Mariposa. Otra parte de las cenizas viaja ahora con Edith, que las va depositando en lugares simbólicos: «Me dejo guiar por mis sentimientos y por las señales. Cuando llego a algún lugar que me transmite algo especial me paro y pregunto para mis adentros, como si hablara con Miguel, ‘¿es acá?’, y siempre me acompaña una mariposa, que para él tenía un significado especial».
Si recorrer a pie los 773 kilómetros que separan Saint Jean Pied de Port y Compostela -y en soledad- es una dura prueba a nivel físico y mental, más aún lo es en unas circunstancias tan emotivas como las que rodean a Edith Rossetti: «Está siendo una experiencia personalmente muy intensa; el Camino es muy duro, pero es tal cual lo imaginamos con Miguel en su momento», explica. Además, para ella está resultando una forma de pasar el duelo por la gran pérdida que ha sufrido: «Es una forma de hacer el duelo, pero caminando, mirando hacia adelante, haciendo proyectos, porque así es como era Miguel ?cuenta entre lágrimas?, una persona alegre que ayudó a mucha gente y por eso se merece que lo hagamos».
Una credencial para el difunto
De esta hermosa forma de despedirlo y rendirle homenaje quedará constancia en la credencial que le dispensaron en Francia también para Miguel, cuando Edith contó su historia. Con ella espera conseguir su Compostela el día 17, cuanto tienen previsto llegar a Santiago.
«Mi esposo nunca perdió la esperanza de mejorar y superar la ELA»
El Camino de Santiago se ha convertido también para Edith Rossetti en una forma de continuar la labor que Miguel Lómez llevaba a cabo para apoyar la investigación y poder así lograr una cura para la ELA. Y también una manera de agradecer el trabajo que realizan desde la Asociación ELA-Argentina, con sede en Buenos Aires. «Mi esposo nunca perdió la esperanza de mejorar y superar la ELA. De hecho, él entró en un protocolo novedoso, en el que había puestas muchas esperanzas de muchos enfermos y familiares. Para ello tuvo que viajar a Japón. Pero no funcionó (...) La ELA es una enfermedad muy dura, pero Miguel ayudó a mucha gente y cada mañana pedía por todos, por su familia y por todos los enfermos. Y así hice yo el Camino hasta hoy, pensando en que todos los que están enfermos puedan encontrar pronto una cura y esperanza».
Trámites burocráticos
Emprender la aventura tampoco fue fácil a nivel burocrático: «España no tiene una disposición particular para la entrada de cenizas, pero sí Argentina para sacarlas», cuenta Edith, así que tuvo que lograr varios permisos y asesoramiento en el consulado español en Argentina. Tras el papeleo y cientos de kilómetros a sus espaldas, ayer llegó a Sarria, hoy tenía previsto completar la etapa hasta Portomarín, y el día 17 entrar en Compostela. Desde Santiago continuarán hasta Muxía y, desde allí, seguirán con sus rumbos porque «nuestro camino continúa, pero de otra manera».