Las celebraciones por la sucesión imperial y varios festivos alargan el tradicional descanso primaveral; demasiado a juicio de algunos
01 may 2019 . Actualizado a las 09:41 h.La semana dorada, el tradicional parón primaveral del que disfrutan los trabajadores japoneses todos los años por la concatenación de varios festivos nacionales a principios de mayo, se ha convertido en este 2019 en una semana de platino, más larga de lo habitual al sumar los días feriados por las celebraciones de la sucesión en el trono, con la abdicación del emperador Akihito y la proclamación del príncipe Naruhito.
Serán, entre una cosa y otra diez jornadas de asueto. Desde el pasado sábado hasta el lunes 6 de mayo. Un acueducto que ni el de la Constitución en el mejor guiño del calendario. Y lo que en otros países sería un sueño, en Japón no contenta a todos. «Normalmente las vacaciones de verano o las del fin del año son más largas que la semana dorada. Es una locura que tengamos tantos días ahora», explicaba a Efe Eita Uchida, un oficinista tokiota.
No es una opinión aislada. Diversas encuestas muestran que la mitad de la población no está conforme con la duración de estas vacaciones. Mito de laboriosidad al margen, no es que los japoneses se resistan al ocio o no sepan qué hacer con el tiempo libre (se calcula que cerca de 25 millones de personas aprovecharán el macropuente para hacer un viaje), sino que con trenes y aviones a reventar, los precios se disparan y muchos trabajadores se ven obligados a permanecer en la ciudad.
Y eso, los que pueden librar, porque para muchos empleados del sector servicios la semana dorada solo supondrá un aumento de la jornada laboral y más dificultades para conciliar, con los niños en casa por el cierre de guarderías y colegios. Porque no es oro todo lo que reluce...