La primera ministra no dimite e insiste al Parlamento para que aprueba su plan, rechazado tres veces ya
12 abr 2019 . Actualizado a las 07:32 h.Nadie quiere cargar con la culpa de un mal divorcio que, como dijo ayer la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, «sería terrible» para todos. Pero la nueva prórroga del plazo de salida del Reino Unido de la UE ofrece un escenario igual de incierto en el que la única verdad es la patada hacia delante (204 días más) de un problema en el que nadie quiere ceder para intentar resolver. El 31 de octubre, víspera de Halloween, es la nueva frontera del brexit. Aunque pocos se atreverían a decir que será la definitiva.
¿Quién gana con la nueva prórroga?
De entrada, todos se sienten insatisfechos. La primera en verbalizarlo fue la primera ministra británica, Theresa May, tiró la primera piedra y admitió la «profunda frustración» que este estancamiento político ha generado tanto en el Reino Unido como entre sus socios europeos, además de criticar las medidas impuestas por Bruselas. En el flanco comunitario, el francés Emmanuel Macron pretendía mano dura contra Inglaterra, pero no ha conseguido imponer sus líneas rojas. Tampoco Jean Claude Juncker o Donald Tusk vieron satisfechas sus pretensiones de una prórroga de al menos un año. Angela Merkel, ya de salida de sus responsabilidades, ejerció como árbitro para dar una respuesta intermedia a las ambiciones de ambas partes.
¿Cuáles son los siguientes pasos?
Donald Tusk y otros altos dirigentes comunitarios lo expresaron ayer de forma contundente. «May tiene tres opciones encima de la mesa: conseguir aprobar el acuerdo de salida, cambiar su estrategia negociadora o revocar el brexit», dijo el polaco. La primera ministra no se dio por aludida, al menos por ahora. Acostumbrada a jugar en el alambre y a apurar los plazos hasta el último suspiro, respondió a las críticas por su enésima mentira -repitió que no aceptaría una prórroga larga del brexit- con un ataque a sus parlamentarios, a los que responsabilizó de su fracaso y les exigió que aprueben su hoja de ruta sin cambios, algo que después de tres derrotas en Westminster parece imposible.
¿Dimitirá May? ¿Habrá elecciones solo europeas?
Después de sufrir las debacles parlamentarias de mayores dimensiones de la historia del país sería lo lógico. Pero Theresa May ya ha demostrado su talante de superviviente. Sus compañeros de partido no pueden deponerla al menos hasta diciembre tras perder el pasado año el cartucho de la moción de censura interna [solo pueden presentar una cada doce meses]. La primera ministra ha recibido numerosas presiones para renunciar, pero se resiste a hacerlo. Al menos ahora.
May prometió que no volvería a presentarse a los siguientes comicios, pero nadie sabe cuándo los convocará. Entre lo pactado en Bruselas, la primera ministra aceptó que si no ha conseguido aprobar su acuerdo de salida antes del próximo 22 de mayo, convocará la elección de eurodiputados en un plazo máximo de seis semanas. Si no lo hiciera, la UE podría expulsar al Reino Unido de las instituciones comunitarias. Ese escenario complica a todos los países. España perdería cinco eurodiputados que recuperaría cuando se consume la salida británica.
¿Y el segundo referendo?
Algunos medios ingleses especulaban ayer con una nueva consulta popular sobre el divorcio con la UE. Según los plazos legales, se necesitarían unos seis meses para sacarlo adelante. Estaría en plazo antes de la nueva fecha límite, pero tanto May como el laborista Jeremy Corbyn se niegan a atender la demanda de los casi seis millones de ciudadanos que ya han firmado la solicitud.
¿Sufre España algún perjuicio adicional?
Al margen de la pérdida de protagonismo de Pedro Sánchez en las negociaciones, España gana tiempo para intentar disminuir el impacto de un brexit duro. Según la patronal del sector turístico, España evitó más de 1.400 millones en pérdidas merced al aplazamiento de la salida.
¿Qué papel juega Trump?
El presidente de EE.UU. es uno de los grandes interesados en desmembrar la UE. Ayer acusó a Bruselas de ser «demasiado duros» con el Reino Unido y con Theresa May. El millonario ya ha prometido a la británica un acuerdo comercial especial. Nigles Farage, el promotor del Leave en el referendo del 2016, está en el círculo personal del estadounidense y su postura es declaradamente antieuropeísta.