Históricamente, el cuerpo femenino ha sido idealizado y programado para satisfacer unos cánones estéticos predeterminados

María M. Guntín

El cuerpo de las mujeres ha sido -y sigue siendo- el protagonista de un largo debate a lo largo de los siglos. La última polémica lleva el nombre de Barbara Palvin, la modelo 'curvy' de Victoria's Secret. Con 55 kilogramos y 175 centímetros de altura, las redes se incendiaron de comentarios e indignación al conocer las medidas del último ángel de la firma de lencería. Las medidas de la húngara, de tan solo 25 años, no superan el estricto canon de Victoria's Secret: las modelos deben medir entre 170 y 185 centímetros de altura y medidas que no superen los 86-61-86. El cuerpo de Palvin es de 87-58-89, por lo que no entraría dentro de las reglas que la firma considera adecuadas y «normales». 

«Si ella es modelo curvy, ¿qué somos las demás?» es el comentario que más se repite en las redes sociales como respuesta al fichaje de Barbara Palvin. El machismo tampoco se hizo esperar en los comentarios de la publicación con la que la húngara anunció su fichaje, en los que la definían como «gorda» y «enferma». Ella respondió tajante: «Bueno, la verdad es que no estoy tan flaca como cuando tenía 18, pero no me considero gorda».

Una lucha de tallas

En España solo se ha hecho un estudio para medir antropométricamente a las mujeres españolas que demostró el divorcio entre las firmas de ropa y los cuerpos reales que van a comprarla. Según el trabajo del Ministerio de Sanidad, que toma como muestra a 10.400 mujeres de entre 12 y 70 años, el 86.1% de las mujeres españolas tienen un Índice de Masa Corporal (IMC) que no requiere de una consulta o tratamiento médico. Cuatro de cada diez mujeres tiene problemas para encontrar su talla en una tienda de ropa según este estudio, que también ha permitido identificar que alrededor del 20% de las mujeres encuestadas no está satisfecha con su cuerpo. Aquellas que sufren una delgadez leve o moderada son las que más contentas se muestran, con un 85% del baremo, algo preocupante ya que, en su mayoría, sufren algún trastorno alimentario o anorexia. El estudio del Ministerio de Sanidad también expone que el 43% de las mujeres no encuentran talla porque es muy pequeña, un problema extendido que pone en jaque la necesidad de llevar a cabo una regulación que permita la unificación de las tallas de ropa femeninas.

En una talla 42 -la primera que se agota en rebajas- puede haber hasta seis centímetros de diferencia en la cintura si se tienen en cuenta distintas marcas. Algunas ponen el freno en la 40 y no fabrican materiales que superen esta medida. Otras, como Mango, optan por sacar líneas especiales para mujeres 'curvy'. La firma Violeta ofrece prendas que parten de la 40 y que se encuadran dentro de las denominadas «tallas grandes». Algo llamativo al analizar que una mujer con una altura de 175 centímetros y 70 kilogramos de peso necesitaría una 42, aproximadamente. Es decir, a pesar de tener un IMC correcto y un peso adecuado, tendría que acudir a las  tallas grandes.

¿Talla grande es sinónimo de mala salud?

Rotundamente no. Los médicos explican que la obesidad no es un simple problema estético: es una enfermedad grave que influye en el riesgo de sufrir otras dolencias. El estigma del sobrepeso afecta a miles de españolas que acuden a firmas 'plus size' si están por encima de una talla 40 o 42. En los últimos años ha nacido un movimiento que reivindica la belleza de los cuerpos 'plus size', algo compatible con la salud y la buena alimentación. La obesidad entraña un grave riesgo, como también lo hace la anorexia. Ejercicio, una dieta saludable y una mente en forma son las claves para lograr un cuerpo sano que no tiene por qué responder a los cánones de belleza.

El ejemplo de que los cuerpos no normativos también triunfan está en Ashley Graham y Stefania Ferrario, dos modelos que defienden la presencia en las pasarelas de mujeres reales. 

La figura de las mujeres en la historia

En el siglo XVII, Rubens dejó claro que las mujeres con curvas y piel de porcelana eran las más anheladas. Desde la prehistoria, los hombres elegían a mujeres voluminosas ya que su cuerpo se asociaba a la fertilidad y se creía que, con pechos y caderas grandes, los hijos saldrían más sanos y las mujeres tendrían menos dificultades a la hora del parto. 

La pintura 'Lot y sus hijas' de Rubens refleja el canon femenino de la época: mujeres voluminosas y de piel pálida
La pintura 'Lot y sus hijas' de Rubens refleja el canon femenino de la época: mujeres voluminosas y de piel pálida MARC ARCAS

En el Renacimiento (siglos XV y XVI) las pinturas mostraban cuerpos redondos con pechos pequeños, pelo rubio y ojos claros. El Nacimiento de Venus o La Primavera de Botticceli son claros ejemplos del canon de la época: largos cabellos rubios y senos de pequeño tamaño, con una tez clara.

En el Barroco (siglos XVII-XVIII) vuelven los cuerpos rellenos, con cintura estrecha y brazos redondos. Los pechos están resaltados por los corsés y la figura femenina cambia con el uso de encajes, pelucas o lunares postizos. Lo que podría denominarse como el maquillaje de la época. La modelo ideal es visualmente más voluminosa y se acercaría a las que aparecen en Las tres Gracias, de Rubens, un cuadro que se expone en el Museo del Prado de Madrid

De la Época Victoriana (siglo XIX) destacan los corsés y, un siglo después se instala el canon femenino de sumisión y obediencia, con pechos altos y caderas anchas. De los años 50 siempre quedará la imagen de Marilyn Monroe, un icono pop y un símbolo sexual. Lo mismo pasa con Audrey Hepburn, una leyenda del cine estadounidense.

AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID

A partir de entonces, los cuerpos femeninos adelgazan y se estilizan. Esto continúa en los años 90. El canon busca que las mujeres se estanquen en los 30 años y, a partir de ahí, hagan lo necesario para aparentar menos edad de la que tienen. 

La revolución sexual

La liberación del cuerpo de las mujeres experimenta un antes y un después en los años 60, con la aparición de la píldora anticonceptiva. Desde entonces, se estima que más de cien millones de mujeres han tomado anticonceptivos orales. Su aparición fue el punto de partida de una revolución sexual y social que continúa hasta el día de hoy. 

La píldora puso punto y final a los códigos tradicionales de la moral sexual y las relaciones humanas. La reivindicación de la desnudez, el movimiento #freethenipple en contra de la censura de los pezones femeninos en Instagram y el feminismo protagonizan año tras año los debates en las redes sociales.

Al buscar por el hastagh #freethenipple aparece una advertencia más que esclarecedora en Instagram: «Las publicaciones recientes están ocultas porque la comunidad reportó contenido que podría infringir las normas comunitarias de Instagram».

La ferocidad de millones de mujeres se hizo escuchar en todo el mundo el 8 de marzo del año pasado y, este 2019, el feminismo sigue reivindicando la aceptación y el respeto por el físico personal de cada persona, un símbolo de identidad. Las herramientas: sororidad, empatía y una revolución que no dará ni un solo paso hacia atrás.