Interior comenzó a expedirlos el pasado 30 de marzo, un día después de la fallida fecha de salida del bloque comunitario
06 abr 2019 . Actualizado a las 21:55 h.El Reino Unido ha borrado de los pasaportes británicos las palabras Unión Europea antes incluso de materializar el brexit. Los nuevo documentos comenzaron a expedirse el pasado 30 de marzo, el día siguiente a la fallida fecha de salida (la nueva está aún por negociar). Continúan siendo del mismo color y diseño que el de los comunitarios, según las imágenes que han compartido rápidamente en las redes sociales los británicos que primero se han hecho con ellos.
La decisión no ha gustado a los proeuropeos. Como Susan Hindle Barone, que expresó su sorpresa e indignación en su cuenta de Twitter. «Todavía somos miembros de la Unión Europea. Me quedé sorprendida de que hayan hecho el cambio antes de que salgamos», dijo. «Es el primer signo concreto de que nos marchamos de la UE», añadió. No obstante, Hindle calificó la medida de «fútil», ya que «lo que de verdad importa son los cambios que va a provocar [el brexit], el daño que va a hacer a la economía, a nuestras comunidades y a nuestra posición internacional».
En respuesta a Hindle, otra británica, Catherine Sutherland, insistió que no comprende que Interior pueda hacerlo si el Reino Unido sigue en la UE.
En espera del azul
La explicación del Ministerio de Interior es que forma parte de un plan en dos fases que culminará con la emisión de los antiguos pasaportes azules y dorados británicos «a finales del 2019». Ese formato se implantó en 1921, pero fue modificado para igualarlo al resto de pasaportes de la UE.
«Made in France»
Hace un año, los partidarios del divorcio vieron empañada su alegría de recuperar sus antiguos pasaportes británicos de color azul marino, y deshacerse del documento rojo bermellón comunitario, cuando se enteraron que en el reverso no figurará el made in UK sino el made in France.
La compañía franco-holandesa Gemalto, especialista en seguridad digital, ganó la licitación pública a la británica De La Rue, la encargada en los últimos diez años de hacer el documento. Entonces, el presidente de la firma, Martin Sutherland, muy dolido, apeló al sentimiento patriótico para exigir a Theresa May que explicase a los trabajadores de su empresa por qué creía que era una decisión sensata que el «símbolo de identidad británico se fabricara en Francia». La diputada conservadora Priti Patel llegó a calificar la situación de «humillante».
Negociaciones estancadas
Sin una fecha salida próxima, el ministro de Finanzas, Philip Hammond, se mostró ayer «optimista» sobre la posibilidad de que los Veintisiete acepten la prórroga hasta el día 30 de junio, tal y como solicitó la primera ministra, así como sobre las opciones de alcanzar un acuerdo con los laboristas. Sin embargo ayer, las negociaciones en marcha quedaron estancadas, entre reproches a May por no aceptar cambios en su plan.
El Gobierno insiste en que afronta el diálogo sin líneas rojas y con la «mente abierta», pero los laboristas aseguran que May no está dispuesta a ofrecer un «compromiso real» y han avanzado que no hay programadas nuevas reuniones por ahora.
«No quiero ni contemplar un brexit duro»
Poco a poco el corazón de Matthew Taylor (Stoke-on-Trent, 1976) se va aclimatando al ecosistema gallego. Este es su primer año viviendo en una tierra que solo pisaba en épocas de vacaciones. Con el brexit en el horizonte, este inglés hizo las maletas y se trajo su barco y su familia a cuestas. «Estoy casado con una gallega y tenemos dos hijas mitad españolas mitad inglesas», explica. Su mujer, profesora en un instituto público de Stoke, a 40 minutos de Mánchester, pidió una excedencia y ahora ejerce en Pontevedra.
En el bar del puerto de Portonovo donde tiene amarrado el barco, las noticias que él sigue en el móvil no son las habituales. Las conversaciones en sus grupos de WhatsApp tampoco. «En mi casa, en Inglaterra, los medios solo hablan del brexit. Mi familia y mis amigos desean que esto termine cuando antes», confiesa.
A pesar de los 2.292 kilómetros que lo separan de su hogar, Matt no puede evitar tener la cabeza en dos partes. Es simpatizante del líder laborista, Jeremy Corbyn, y fue concejal por ese partido en Newcastle-under-Lyme, donde también trabajó como periodista freelance. En Stoke regentó uno de esos icónicos pubs ingleses.
«Fui uno de los 16 millones de votantes británicos que no querían el brexit. Voté en contra, al igual que la gente que conozco. Esto demuestra la tesis de que solo nos relacionamos con personas con las que compartimos opiniones. Aunque solo fuera por un 4 %, hubo un número ligeramente mayor de votantes que apoyaron la salida de la UE», admite. Hace una confesión: «No soy un votante conservador, pero siento cierta simpatía por Theresa May. La política partidista no debería desempeñar un papel tan importante en el futuro a largo plazo del país».
Matt es uno de los 300.000 británicos que residen en España. Es consciente de que las cosas se podrían complicar mucho para él si hay una salida a las bravas. «Un brexit duro es un resultado que, simplemente, no quiero ni siquiera contemplar», expone. Los acuerdos que existen ahora en la UE son algo de lo que depende para trabajar aquí. «Estoy a punto de embarcarme en un nuevo negocio en Galicia con excursiones en barco desde la costa gallega hasta las islas atlánticas. Es la culminación de años de planificación. Siempre que se logre un acuerdo con la UE, mis credenciales y mis títulos británicos serán válidos aquí», detalla. «Incluso el permiso inglés para conducir, en España podría quedar invalidado», exclama. Son miles los planes que, como el suyo, dependen de lo que se dirime en Westminster.
Cuenta atrás
«El Parlamento está considerando quedarse en el mercado único y mantener la libre circulación. Son otras opciones para un brexit suave que podrían obtener el respaldo de los laboristas. Para mí, esto sería preferible a unas elecciones generales, con ellas la incertidumbre continuaría», lamenta. «El problema es que el Partido Laborista se opone a todo lo que hace el Gobierno y los demócratas-liberales respaldan un segundo referendo. Después están los conservadores, muy divididos, el partido escocés, los unionistas irlandeses... Es improbable que una formación alcance la mayoría absoluta. Estamos en un punto muerto», opina Taylor.
¿Qué pasaría si se repitiera el referendo? «Si está basado en hechos en lugar de la ficción que nos vendieron en el 2016, con una información precisa de su impacto, los británicos votarían quedarse. Habría una mayor participación. Muchos fueron complacientes, pensaron que nunca ganaría el sí y quedaron en casa. Solo así podríamos olvidarnos del brexit», anhela Matt.