El presidente brasileño culmina una semana llena de tropiezos en sus declaraciones públicas, sea en redes sociales o en los actos públicos donde no acepta preguntas
08 mar 2019 . Actualizado a las 21:01 h.Está siendo una semana difícil para el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Presionado por toda la prensa para que gobierne fuera de Twitter, el ultraderechista va de tropiezo en tropiezo en forma de declaraciones públicas, sea en sus redes sociales o en los actos públicos donde no acepta preguntas.
El último vino a colación de la celebración mundial del Día de la Mujer Trabajadora. «Haremos de todo para que esas joyas raras al final de estos cuatro años se puedan sentir representadas», escribió equiparando a la mayoría de la población del país como extrañas excepciones.
El mensaje teóricamente conciliador llegaba acompañando de un vídeo de la ministra de la Mujer, la polémica Damares Alves, quien abogó el 8M por que los niños brasileños comiencen a llevar flores a sus compañeras de clase y se recuperen tradiciones como abrir la puerta de los coches a las mujeres, como primer paso para reducir las preocupantes cifras de violencia machista en el país (una violación cada 10 minutos).
Fue la culminación a una semana que comenzó con cierto surrealismo, cuando Bolsonaro quiso criticar el descoque del carnaval con un vídeo de alto contenido sexual entre gays, culminado con una lluvia dorada y un tuit ya para la historia, en el que el presidente de Brasil pregunta a sus millones de seguidores en qué consiste esa práctica. Llovieron críticas a Bolsonaro por estigmatizar a la población homosexual y amenazar la libertad del entroido brasileño. Más serias fueron las críticas al mandatario por asegurar que «son los militares los que garantizan la democracia», una declaración que hasta el ala castrense de su gabinete tuvo que matizar.