El presidente del Gobierno se rodea de los televisivos Mercedes Milá y Jesús Calleja para promocionar «Manual de Resistencia» y seguir con su precampaña particular
22 feb 2019 . Actualizado a las 08:00 h.«He venido a hablar de mi libro». Fueron las primeras palabras de Pedro Sánchez en la presentación de su polémico libro, Manual de resistencia. El presidente del Gobierno bromeó con la histórica intervención de Francisco Umbral a principios de los noventa exigiendo el turno de palabra a Mercedes Milá, moderadora de un debate televisivo al que había sido invitado el escritor. Sánchez se traía la broma preparada de casa, porque precisamente la presentadora de Gran Hermano fue la encargada de conducir la promoción de la obra del jefe del Ejecutivo en un céntrico hotel de la capital española. Junto a Milá, que justificó haber cogido el puente aéreo desde Barcelona porque es «librera» y en señal de «agradecimiento» a Sánchez por haber iniciado el «diálogo» en Cataluña, otro rostro muy conocido por el gran público: el del aventurero Jesús Calleja, presentador de Volando Voy.
A Sánchez le gusta rodearse de caras populares de la televisión. Lo demostró al nombrar ministro de Cultura al malogrado Màxim Huerta. Sus asesores saben a la perfección que es una manera de difundir su mensaje entre un público que muchas veces no sigue el día a día de la actualidad política, pero cuyo voto en las urnas tiene el mismo peso que el de un reputado analista. De ahí la presencia de Calleja y Milá en plena precampaña.
No resultó ninguna sorpresa que el acto promocional de su libro acabase convertido en un acto promocional de su candidatura de cara a las próximas elecciones generales que convocó para el 28 de abril. Tras tres días en el ojo del huracán, el jefe del Ejecutivo anunció que los beneficios por las ventas serán destinados íntegramente a ayudar «a personas sin hogar», desveló.
«Aprecio y respeto» a Rajoy
Además de su perfil más altruista, Sánchez también promocionó todas y cada una de las políticas que llevó a cabo su Gobierno: el más feminista de la historia, el más progresista y el único capaz de tender puentes con Cataluña.
En línea con sus últimas comparecencias, Sánchez volvió a fijar su posición política tratando de tomar distancia de los independentistas, y atizando a la oposición. A Casado, al que exigió la misma «lealtad» que él practicaba cuando el PP estaba en el Gobierno, deslizando su falta de sentido del Estado y acusándolo de embarrar la política con tanta «crispación». Además, dedicó unas palabras de cariño a su antecesor en el cargo, Mariano Rajoy: «Le tengo aprecio, le tengo respeto. Cataluña sí nos unió», admitió. También tuvo balas para Albert Rivera, criticando el «veto» que anunció recientemente para negociar cualquier cosa con el PSOE. Con el líder de Ciudadanos se vivió uno de los momentos más incómodos de la tarde, cuando Mercedes Milá dijo: «Albert Rivera estaba empezando a ligar con la Malú». Tampoco se libraron Felipe González o Alfonso Guerra, que destacó como «referentes de una sociedad española que ya no es. Ahora nos toca a otra generación que sabemos interpretar cuáles son las demandas de la ciudadanía».
Sánchez defendió que lo que cuenta en el libro, «escrito a cuatro manos con Irene Lozano», es solamente «su verdad». Pasó de puntillas sobre las ampollas que ha levantado al airear conversaciones privadas con Felipe VI, como cuando el monarca le avanzó que Iglesias le propondría formar Gobierno. «La conversación que tengo… Tampoco cuento interioridades», se excusó, garantizando que nadie le había reprochado nada al respecto. ¿Y qué va a pasar el 28A? «Tiene buena pinta», finalizó.