PP, C?s y Vox convocan para el domingo una manifestación contra el Gobierno, al que tildan de traidor por ceder ante el secesionismo con el relator, una figura que rechazan barones socialistas
07 feb 2019 . Actualizado a las 08:05 h.Ya lo decía el últimamente denostado CIS: cuatro de cada diez españoles decidirán su voto en función de lo que pase en Cataluña. Una crisis que Pedro Sánchez ha intentado afrontar buscando la cuadratura del círculo. Y como tal cosa es imposible, la terca realidad acaba imponiéndose y el desafío secesionista amenaza con hacer descarrilar definitivamente su mandato. El último conejo que se ha sacado de la chistera, esa figura del relator con la que contentar a los independentistas aparentando no ceder a sus pretensiones, no ha servido para satisfacer las exigencias sin fin de estos últimos. Y, en cambio, ha soliviantado a todos los demás. No solo a la oposición, que aprovecha cualquier oportunidad para atacarlo sin piedad. También a su propio partido.
De hecho, las primeras críticas le llegaron de algunos barones socialistas. «Aprobar un Presupuesto no justifica cesiones que pongan en cuestión la Constitución, la unidad de España, el Estado de derecho ni la decencia», escribió en Twitter el presidente aragonés, Javier Lambán. El castellano-manchego Emiliano García-Page se mostró «muy perplejo» por la propuesta del relator y reclamó la urgente reunión del consejo territorial del PSOE para tratar el asunto. Guillermo Fernández Vara, presidente extremeño, se manifestó en el mismo sentido al decir que «las cosas que son difíciles de explicar son aún más difíciles de entender». Y la exportavoz parlamentaria socialista Soraya Rodríguez puso la guinda al exigir a Sánchez que responda «no es no» al «chantaje inaceptable» de ERC y el PDECat. También el exvicepresidente Alfonso Guerra cargó contra el «desatino» de negociar un relator: porque supone equiparar a España con países en conflicto como pueda ser Yemen, dijo. Y si se trata solo de alguien que tome notas, esa función la pueden hacer «una secretaria o una grabadora», ironizó.
Los barones socialistas asisten atemorizados a cualquier rebrote de la crisis catalana. Escaldados por lo sucedido en las elecciones andaluzas de diciembre, que conllevaron el desalojo de Susana Díaz de la Junta, los barones con una situación más inestable no dudan marcar distancias con la política de diálogo de Sánchez para evitar que la ola de indignación se los acabe llevando por delante en los comicios de mayo.
«Rendición»
Una ola que PP, Ciudadanos y Vox se encargan de alimentar en cuanto se les presenta la más mínima ocasión. Y eso es lo que hicieron este miércoles, compitiendo incluso entre ellos por ver quién llegaba más lejos en sus críticas. De hecho, acabaron discutiendo por atribuirse la paternidad de la iniciativa de convocar una gran concentración para el domingo en la plaza de Colón, de Madrid, para echar del Gobierno a Pedro Sánchez. Y en esa carrera por ver quién llega más lejos, Casado y Rivera se enzarzaron en una guerra de improperios al jefe del Ejecutivo. «Su rendición al independentismo es la felonía más grave desde el 23F», escribió el líder popular en Twitter. A partir de ahí, toda una retahíla de descalificaciones a Sánchez, a quien empezó por calificar de «presidente ilegítimo por pactar con golpistas y dejarse chantajear por quienes quieren romper España», en la línea de la posición habitual del PP desde que triunfó la moción de censura. Y después llegaron los insultos: «indigno», «traidor», «ególatra» y «mentiroso compulsivo».
Casado intenta aprovechar la situación para marcar territorio y ponerse a la cabeza de la manifestación, en sentido literal y en el figurado, para echar a Sánchez de la Moncloa. Primero, la manifestación del domingo en Madrid, con la que trata de arrebatar espacio a Vox de cara al ciclo electoral que arrancará en mayo. Y en paralelo pretende liderar la oposición institucional amagando con la presentación de una moción de censura para la que no tiene los apoyos necesarios, pero que puede condicionar la actitud de Ciudadanos.
Albert Rivera tomó nota y se apresuró a hacer su propia convocatoria de manifestación para exigir elecciones, que es la única forma, en su opinión, de evitar que Sánchez ceda al intento de los secesionistas de «modificar la voluntad del pueblo español» al margen del debate parlamentario. Las concesiones de Sánchez para intentar atar el apoyo de los secesionistas a los Presupuestos demuestra, en su opinión, que el presidente «no tiene escrúpulos y es capaz de cualquier cosa», incluso de «vender a trozos» el país. Pero si coincide con Casado en el objetivo, difiere en el camino. «Todos sabemos contar escaños», dijo Rivera, para descartar su apoyo a una moción de censura para la que no dan los números. Por eso, insiste en elecciones.