James Watson, el premio Nobel que sigue manteniendo que los negros son inferiores

Uxía Rodríguez Diez
UXÍA RODRÍGUEZ REDACCIÓN / LA VOZ

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El codescubridor de la estructura del ADN acaba de perder tres títulos honoríficos tras volver a la carga con sus teorías racistas

15 ene 2019 . Actualizado a las 19:31 h.

James Watson, premio Nobel de Medicina de 1962 por su codescubrimiento de la estructura del ADN, ha pasado de hacer historia como uno de los padres de la macromolécula de la vida a que solo se hable de las teorías racistas con las que pretende aleccionar al mundo. 

Lejos de aplacar sus polémicos comentarios con el paso de los años, ya ha cumplido 90, sigue defendiendo públicamente sus tesis sin base científica. Un posicionamiento que acaba de costarle tres títulos honoríficos que todavía mantenía.

El controvertido científico habla sin tapujos en el documental Decoding Watsonemitido en la televisión pública estadounidense PBS. Watson mantiene su postura sobre la inferioridad de los negros y asegura que así lo demuestran las pruebas de coeficiente intelectual. 

A raíz de estos comentarios, el Laboratorio de Cold Spring Harbor (CSHL, por sus siglas en inglés) ha decidido quitarle los tres títulos que poseía: rector emérito, profesor emérito Oliver R. Grace y fiduciario honorario. La institución emitió un rotundo comunicado en el que se desmarca de Watson por completo: «Las afirmaciones del doctor Watson son reprobables, carecen de base científica y de ningún modo representan el punto de vista del CSHL, sus fiduciarios, profesores, personal ni estudiantes. El laboratorio condena el mal uso de la ciencia para justificar prejuicios». 

Precisamente, su actividad en esa institución terminó en 2007 cuando el Premio Nobel se vio obligado a dimitir después de provocar un terremoto en la comunidad científica con sus declaraciones racistas. Entonces, declaró al The Sunday Times que era pesimista sobre el futuro de África porque las políticas occidentales se basan en la creencia de que «la inteligencia de los africanos es como la nuestra, algo que contradicen todas las pruebas efectuadas». El padre del ADN agregó que, si bien esperaba que todos fueran iguales, «las personas que tienen que lidiar con empleados negros consideran que esto no es cierto». Aunque, posteriormente, se disculpó por estas palabras (eso sí, a su manera y con esta coletilla: «la genética puede ser cruel») parece que sigue manteniéndose fiel a sus principios racistas. 

También podríamos sumar el calificativo de homófobo al premio Nobel. En 1997, en The Sunday Telegraph, defendió que las mujeres deberían poder abortar por cualquier motivo, como por ejemplo si se encontraba un gen de homosexualidad en el feto.

En un documental que emitió la televisión británica Channel 4 en 2003, también se despachó a gusto asegurando que la estupidez era una enfermedad genética que debía tratarse. Además, según Watson, la ingeniería genética también habría que aplicarla a los genes de la belleza. «La gente dice que sería terrible la posibilidad de lograr que todas las chicas sean guapas. Yo creo que sería fantástico», mantenía en ese documental. 

Todo, por no ir má allá, hasta el año 1962 cuando Watson recogió el premio Nobel de Medicina junto a  Francis Crick y Maurice Wilkins y sin ni siquiera nombrar a Rosalind Franklin. Ella consiguió la imagen decisiva que reveló la estructura del ADN, la que después llevó a esos tres hombres a desvelar el secreto de la vida. Ella se murió a los 37 años de un cáncer y sin ningún reconocimiento por parte de sus colegas. 

El hombre que vendió su Nobel

HANDOUT

La controversia de James Watson va más allá de sus declaraciones. Es el primer ganador vivo del premio que decidió subastarlo.

La casa Christie´s de Nueva York vendió por 4,75 millones de dólares (4 millones de euros) la medalla, de 66 milímetros de diámetro, forjada en oro de 23 quilates y con el relieve de la cara de Alfred Nobel, que iba acompañada de la caja de terciopelo con el nombre de Watson, La mayoría del dinero se destinó a instituciones educativas. Un gesto en el que muchos vieron entonces un intento de redención personal por sus declaraciones sobre genética y raza.