El ultra asume el martes la presidencia de Brasil aprobando por decreto ley el porte de armas de fuego y tiene en el horizonte dos reformas económicas de gran calado para las clases medias
30 dic 2018 . Actualizado a las 08:36 h.El 1 de enero, Jair Bolsonaro recibirá de su predecesor, Michel Temer, la franja presidencial que lo acredita como nuevo mandatario de Brasil. Escoltado por los Dragões da Independência (la histórica guardia presidencial del ejército brasileño), hará su discurso en el modernista y lujoso Palácio do Planalto antes de pasear, a capota descubierta, en un Rolls Royce. Dará comienzo así el 38.º mandato del país, con fecha marcada para el 14 de enero para la celebración de la primera reunión ministerial oficial. Ahí, los 22 ministros ya elegidos por el ultraderechista para acompañarle en el mandato están citados para proponer una o dos medidas urgentes para la agenda de los 100 primeros días. Pero ya hay cartas marcadas de antemano en la agenda de Bolsonaro.
REFORMA DE LAS PENSIONES
Cotizaciones individuales y alargar la vida laboral. Las jubilaciones es el gran tema pendiente en las reformas económicas que afrontó el Gobierno Temer tras el impeachment de Dilma Rousseff. Al presidente saliente le faltaron fuerzas, tiempo y dinero para afrontar el cambio de modelo de las pensiones en Brasil. Bolsonaro, de la mano del ultraliberal Paulo Guedes, planteará una reforma que lleve a cotizaciones individuales que, en teoría, perjudicarán a los trabajadores de renta baja (la inmensa mayoría en el país) y obligándoles a extender su vida laboral.
MERCADO LABORAL
Combatir la deuda. Temer aprobó una muy criticada reforma laboral, que a Bolsonaro le parece claramente insuficiente. Durante la campaña electoral repitió varias veces lo «difícil que es ser empresario en Brasil», refiriéndose a los excesivos derechos del trabajador (incluIdos los permisos de maternidad). «La ley laboral tiene que aproximarse más a la informalidad», dijo el presidente electo recientemente, una clara muestra de por dónde van los tiros después de suprimir el Ministerio de Trabajo en un país donde las desigualdades son gigantescas. Todo mientras Brasil ha perdido más de 4 millones de puestos de trabajo en apenas dos años y medio.
CAMBIOS TRIBUTARIOS
Potenciar la lucha contra la deuda. Brasil acumula un déficit de unos 100.000 millones de euros a pesar del reciente tijeretazo. En una campaña electoral donde las propuestas económicas para el día a día brillaron por su ausencia, tampoco se presentaron grandes ideas para afrontar una situación que las agencias de calificación urgen a solucionar. Guedes y Bolsonaro quieren apostar por las privatizaciones para obtener liquidez, acabar con la sempiterna crisis de los intereses y simplificar los tramos de tributación. La propuesta de un impuesto único sobre las rentas del 25 % (que favorece ampliamente a las clases altas) sufrió idas y venidas en las declaraciones de Bolsonaro.
seguridad
Armas por decreto. Todas estas reformas que la derecha brasileña lleva años queriendo realizar tendrán que superar durísimos trámites en la Cámara de Diputados y el Senado, donde los hijos de Bolsonaro tendrán que convencer a los parlamentos más fragmentados de la historia. Así que la medida más popular entre el electorado del ultraderechista pasará por decreto ley. Lo anunció el sábado Bolsonaro en su cuenta de Twitter. El porte de armas «para personas sin antecedentes» volverá a ser legal en Brasil después de años de prohibición.
POLÍTICA EXTERIOR
De la mano de Estados Unidos. La amplia mayoría de militares en el gobierno Bolsonaro no tiene una sintonía perfecta con el presidente ni, sobre todo, con sus hijos ni otros de sus ministros. Pero hay algo que sí tienen en común el mandatario y sus colegas de carrera: la admiración profunda por Estados Unidos y, especialmente, por la actual administración Trump. El papel de Brasil en la guerra comercial con China, el abandono del Mercosur (considerado un «ente ideológico» por Bolsonaro) y la inevitable relación con Venezuela serán los ejes de la política exterior en los primeros días de la nueva presidencia.
PRIVATIZACIONES
Calendario incierto, pero Embraer será la primera. Muchas de las tensiones entre Bolsonaro y los militares que lo apoyan se manifestaron en torno al calendario de privatizaciones de las principales empresas públicas, que el presidente electo quería acelerar y el Ejército prefiere meditar con más pausa para evitar precipitaciones y posibles irregularidades que pongan en duda la eficacia de la medida. Pero la venta de empresas públicas parece inevitable. El primer y sintomático ejemplo puede ser Embraer, la gran firma aeronáutica brasileña, cuya compra por parte de Boeing ha sido frenada varias veces por la justicia. Jair Bolsonaro ya dijo en repetidas ocasiones que forzará esa venta. De fondo, el futuro de la joya más preciada del país, la Petrobras, que el presidente electo considera como el principal foco de la corrupción en Brasil y, por ello, prefiere poner (al menos partes de ella) en manos privadas. Otro punto de fricción importante es lo que Bolsonaro y su Gobierno llaman «desmantelamiento del Estado», en forma de supresión de miles de cargos intermedios.
Un gabinete entre los militares y los «Chicago boys»
Jair Bolsonaro, cumplió su promesa de campaña y nombrará un Gabinete cívico-militar en el que destacan varios miembros de alto rango de las Fuerzas Armadas.
Además del vicepresidente electo, el general en la reserva Hamilton Mourao, y del propio Bolsonaro, quien es capitán también en la reserva, cinco ministros de un total de veintidós son oficiales de las Fuerzas Armadas
Varios de ellos pasaron por la misma escuela militar donde se graduó Bolsonaro, la de Agulhas Negras, en la localidad de Resende, en Río de Janeiro, entre ellos Mourao. Considerado un general de línea dura, el vicepresidente electo dice lo que piensa sin miedo a la controversia.
La lista de ministros la encabezan los generales de la reserva del Ejército Fernando Azevedo e Silva, que estará al frente de la cartera de Defensa, Augusto Heleno Ribeiro (Gabinete de Seguridad Institucional) y Carlos Alberto dos Santos Cruz (Secretaría de Gobierno).
De la Fuerza Aérea Brasileña, Bolsonaro llamó al teniente coronel de la reserva Marcos Pontes, quien será ministro de Ciencia y Tecnología. Pontes es hasta ahora el único brasileño que ha viajado al espacio, donde permaneció diez días en el 2006 gracias a una misión de la NASA.
El único representante de la Marina es el almirante aún activo Bento Costa Lima Leite de Albuquerque, quien asumirá el despacho de Minas y Energía. Además, tuvieron formación militar Wagner Rosario, quien permanecerá al frente de la Intervención General, y Tarcisio Gomes Freitas, titular de Infraestructura. Ambos llegaron al rango de capitán del Ejército, como Bolsonaro.
Relaciones colaterales
Luiz Mandetta, futuro ministro de Salud, se desempeñó como médico del Hospital General del Ejército, con el grado de teniente, y el colombiano Ricardo Vélez Rodríguez dirigirá la cartera de Educación tras ser profesor de la Escuela de Estado Mayor del Ejército.
La economía estará bajo responsabilidad de Paulo Guedes, un fiel representante del ideario de Milton Fridman, formado en la Escuela de Chicago y partidario de una liberalización total que contrasta con el nacionalismo de Bolsonaro. Guedes, de quien el nuevo presidente ha dicho que tendrá «carta blanca», contará con su propio equipo de colaboradores, conocidos como los «Chicago boys».
Otra tendencia conservadora proviene del poder judicial, es nueva en la política brasileña y la encarna el juez Sergio Moro, que ganó fama como responsable de la operación Lava Jato, que llevó a la cárcel por corrupción a Lula da Silva. Ahora, será ministro de Justicia con Bolsonaro.