El país teutón selló una página de su historia industrial con la clausura de este yacimiento
22 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Alemania selló hoy una página de su historia industrial con el cierre del pozo minero de Bottrop, el último que seguía funcionando en la cuenca del Ruhr (oeste), una región que durante siglos explotó su llamado «oro negro», el carbón. «Terminó un capítulo de nuestra historia», afirmó el primer ministro del «Land» de Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, en un mensaje a sus conciudadanos, horas antes del que sería, este viernes, el último descenso al pozo de los mineros. El adiós al carbón quedó sentenciado por el Gobierno federal en 2007 por razones medioambientales y se ha ejecutado progresivamente; casi un 13 % del consumo energético del país depende aún de esa fuente, solo que en lugar de extraerse en la cuenca del Ruhr u otras regiones del este del país se importa, informa EFE.
«Nuestra gente, nuestra región, le debe mucho al carbón. Le debe cientos de miles de puesto de trabajo, bienestar y una fuente de energía que ha hecho fuerte a nuestro país», prosiguió Laschet en su mensaje. La del carbón es una «historia de éxito», según el jefe del gobierno de ese «land», de la Unión Cristianodemócrata (CDU), quien ayer había participado en una ceremonia religiosa con su antecesora en el cargo, la socialdemócrata Hannelore Kraft, y rodeados de mineros, algunos de ellos al borde del llanto.
Renania del Norte-Westfalia, con casi 18 millones de habitantes, explotó durante dos siglos esta fuente de energía. En los años 50, unos 600.000 vecinos de la cuenca del Ruhr trabajaba en la mina, una población laboral que se fue reduciendo hasta quedar, en 2007, unos 33.000 mineros, mientras que ahora seguían en activo los últimos 3.500.
No hubo despidos, sino fórmulas de jubilaciones anticipadas y recolocaciones, pero la región entera se ha resentido del cierre de los pozos de carbón, que además ha coincidido con el desmantelamiento de parte de su industria acerera. Actualmente el desempleo en la cuenca del Ruhr se sitúa en el 10,4 % -la media del país está en el 4,8 %-, mientras que ciudades como Bottrop o las vecinas Bochum, Oberhausen y Duisburg están entre las más endeudadas del país.
Antes incluso de sellar el gobierno federal -de acuerdo con las autoridades renanas y la industria del sector- el abandono del carbón ya se habían desmantelado muchas de grandes explotaciones. En las últimas décadas la minería alemana ha subsistido gracias a las subvenciones estatales y se estima que desde 1996 se destinaron 61.000 millones de euros a ayudas al carbón.
Para las organizaciones ecologistas, el cierre de los pozos llega demasiado tarde y los daños por esa demora son incalculables, a lo que se une que siguen activas algunas explotaciones a cielo abierto, también en Renania, más dañinas aún para el medio ambiente. A ello se une la renta «generacional» que dejará el cierre, ya que en toda la región se seguirá precisando del bombeo de las aguas que se acumulen en su perforado subsuelo, tarea que asumían los consorcios explotadores de la minería y que en el futuro quedará para la administración pública y propietarios privados.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, recibió de manos de un grupo de mineros del turno de la tarde, recién ascendidos de la profundidad y con los rostros ennegrecidos, la última pieza de carbón extraída del pozo Prosper Haniel de Bottrop. Fue una ceremonia con fuerte carga emotiva y con asistencia del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presencia que remitía a la fundación, en 1951, de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), el embrión de la Unión Europea (UE).
Fuera de ese acto institucional, que aglutinó a centenares de invitados en el Prosper-Haniel, el cierre del último pozo estará muy presente en estas festividades por toda la región. A Santa Bárbara, la patrona de la mineros, están consagradas muchas iglesias de la región, lo que ilustra el grado de vinculación, no solo económica, sino también emocional de la población con el sector.