¿A ti también te ha salido un anuncio de algo de lo que acabas de hablar? No eres el único pero que no cunda el pánico
27 jun 2019 . Actualizado a las 12:34 h.Lo saben todo de nosotros. A qué hora nos levantamos, con quién estamos saliendo, dónde vivimos, qué nos gusta y qué no, a dónde nos vamos de vacaciones e, incluso, a dónde nos gustaría ir en realidad. Si estamos enfermos, si necesitamos un abrigo, qué nos gustaría leer (hasta mejor que nosotros mismos) o a qué serie nos engancharemos seguro. Vivimos acompañados las 24 horas del día de un teléfono móvil que casi nunca apagamos. Tenemos televisores inteligentes y asistentes de voz «para hacernos la vida más fácil».
En nuestro día a día no nos preguntamos hasta dónde llega ese gran hermano mundial en el que vivimos pero nos sigue sorprendiendo que en Instagram aparezca el anuncio de una cafetera de cápsulas justo al día siguiente de haberle contado a una amiga en el comedor del trabajo que estabábamos pensando en comprar una. ¿Hasta qué punto nos escuchan?
«Hoy en día es normal que una televisión, un micrófono de asistente personal o un dispositivo móvil esté escuchando constantemente. Una escucha pasiva a la espera de la orden de activación (Ok Google, por ejemplo). Es una escucha pasiva pero, lo cierto, es que escuchar escuchan constantemente» asegura Guillermo López Taboada, profesor del Departamento de Ingeniaría de Computadores de la Facultad de Informática (UDC).
Todos nuestros datos se recogen y almacenan desvinculados de quién somos, con un identificador. «Hay un identificador en ese "mundo virtual" según el cual lo que hables, los términos que busques, lo que haces en los distintos dispositivos... va a estar vinculado entre sí. La privacidad no está en riesgo pero esa información que queda registrada sí que se utiliza para ofrecer mejores servicios», cuenta el profesor.
La red está llena de ejemplos y experimentos en busca de pruebas sobre esto. Seguro que a ti también te ha pasado. Yo, por ejemplo, mantuve con mi hermano una conversación sobre patrones de faldas. Jamás busqué nada relacionado con eso pero justo unas horas después en mi cuenta de Instagram apareció un anuncio de la revista Patrones. Y así con un hotel en una ciudad de la que solo hablé como posible destino y de una crema de manos después de que una amiga me comentara que tenía la piel muy seca. Casos reales vividos en primera persona.
Facebook ha salido a negar una y otra vez que escuche a sus usuarios. Hace un año Rod Goldman, vicepresidente de la compañía, contestaba a un famoso presentador de podcast de Estados Unidos después de que este acusase a la empresa de escuchar sus conversaciones. Pidió a sus seguidores que contaran sus vivencias y pronto se vio desbordado.
«Soy el responsable de anuncios publicitarios en Facebook. No utilizamos su micrófono, y nunca lo hemos hecho, para los anuncios. Simplemente no es verdad», aseguró Goldman.
En este vídeo que, en su momento se hizo viral, un youtuber realiza un test para comprobarlo. Habla de comida para gatos y, al poco tiempo, aparecen anuncios de comida para gatos en su muro de Facebook.
La vuelta al mundo dio también la curiosa denuncia que hizo otro usuario. «Mi mujer y yo empezamos a ver anuncios de boda el día después de la pedida, antes de que se lo contásemos a nadie».
Y así cientos, miles, de denuncias en internet que implican a diferentes apps desde Google a Whatsapp pasando, como no, por Facebook o Instagram.
¿Es posible? Sí, técnicamente sí, porque se puede extraer lo que hablamos de cualquier aplicación en la que tengamos abierto el micrófono aunque parece poco probable que se esté utilizando para esto. «En estos momentos, incluso económicamente, no compensa estar escuchando a la gente. Solo un ejemplo, escuchar a alguien en inglés es mucho más barato que escuchar a alguien en castellano y si hablas en gallego aún es mucho más costoso», el profesor Guillermo López no cree que a las compañías les salga rentable estar haciéndolo. Sin hablar de las multas a las que se podrían enfrentar.
El propio Mark Zuckerberg se defendió de estas acusaciones en el Congreso de Estados Unidos en abril de este año. El fundador de Facebook dejó claro que la plataforma no escucha las conversaciones de los usuarios y que la recopilación de datos solo se realiza a través de la navegación web, las interacciones en la red social y mediante las cookies. «No lo hacemos. Para que quede claro, sí permitimos que las personas tomen vídeos y los compartan, y los vídeos tienen audio, por lo que mientras tomas un vídeo, lo registramos y lo utilizamos para que el servicio sea mejor. Lo de las escuchas es una conspiración que corre por ahí», aseguró Zuckerberg.
Entonces, ¿por qué pasa esto a tanta gente? Lo más probable es que cuando nos aparecen anuncios de algo de lo que hemos hablado no sea porque han escuchado la conversación aunque, según Guillermo, habría alguna posibilidad. A lo mejor, simplemente, es un tema de actualidad del que salen anuncios a mucha más gente, puede ser que la persona con la que hemos mantenido esa conversación sí que busque ese término y, por consiguiente, también nos salte a nosotros esa publicidad. Podría deberse a que, por nuestro grupo de edad o diferentes patrones, estemos dentro del target que busca determinado anunciante o puede tratarse del fenómeno de Baader-Meinhof, también conocido como ilusión de frecuencia. En términos simples, lo que ocurre es que algo que acabas de conocer o aprender comienza a aparecer por todas partes. Aplicado a este tema: todos estamos expuestos a una gran cantidad de anuncios pero ignoramos la mayoría. La cosa cambia cuando hemos tenido una conversación reciente sobre algo en concreto y, entonces sí, cobra relevancia a pesar de que ya estaba ahí. Digamos que nos fijamos en lo que antes ignoramos.
Guillermo López Taboada nos cuenta otra anécdota: «No hace mucho una persona me contó que se había mirado los ojos con la cámara del móvil porque le picaban mucho y resulta que tenía conjuntivitis. No buscó nada relacionado con eso pero al día siguiente le apareció un anuncio de Vispring. Realmente lo que ocurrió es que en la zona donde estaba esa persona, debido a la sequedad del verano y otros factores, hubo un aumento de los problemas oculares. A eso se suma que es más probable que el problema aparezca en gente que pasa mucho tiempo delante del ordenador. Así que, a pesar de la alarma inicial, seguramente a esta persona le ofrecieran esa publicidad porque estaba dentro del grupo de potenciales usuarios del producto por diversos datos y no porque se mirara los ojos con la cámara como se pensó».
Lo cierto es que estas posibles escuchas que tanto asustan «no son nada comparadas con otras cosas. Para mi no es relevante que Facebook o Google, de vez en cuando, tomen esas muestras de conversaciones por motivos de calidad si tú llevas el GPS activado y saben cada uno de tus movimientos», mantiene el profesor.
De todos modos, la solución es sencilla. Tan fácil como «quitar» a las aplicaciones el permiso para utilizar nuestro micrófono en nuestro teléfono móvil.
¿Lo harás? Porque lo cierto es que este gran hermano nos tiene demasiado «enganchados».