El inspirador de las cadenas de atentados por correo, como los que esta semana tienen en vilo a Estados Unidos, cumple condena en un penal de alta seguridad de Colorado por 16 envíos de explosivos realizados entre 1978 y 1995
27 oct 2018 . Actualizado a las 01:27 h.Al último imitador de unabomber el FBI ha tardado menos de una semana en atraparlo. Al original, Theodore John Kaczynski, lo metió entre rejas 18 años después de que enviase su primer paquete explosivo, cuando el terrorista, ermitaño y matemático formado en Harvard era ya una obsesión para los federales. Ted Kaczynski (Chicago, 1942), cuyo historial es rescatado de las hemerotecas cada vez que su modus operandi se repite en cualquier rincón del mundo, vive desde 1996 en la prisión de alta seguridad de Florence, en Colorado, donde cumple ocho cadenas perpetuas por los 3 muertos y 23 heridos que provocó su cadena de atentados: 16 envíos bomba desde 1978 a 1995.
En paralelo al horror provocado por sus crímenes, Kaczynski, de 76 años, ha generado también a lo largo de los años enorme fascinación, tanto por la motivación de sus atentados, resumidos en su manifiesto sobre la evolución -equivocada, en su opinión- de la sociedad contemporánea («La revolución industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana», comienza el texto) como por su propia trayectoria vital. Una fascinación que no ha hecho más que crecer gracias a la serie Manhunt: Unabomber, estrenada en el 2017 y disponible en Netflix, que hace una aproximación a la vida y obra de Kaczynski a través de un policía que rastrea su manifiesto para tratar de identificarlo.
El terrorista, cuya celda tiene un metro cuadrado menos de superficie que la cabaña donde vivía cuando fue detenido, destacó desde pequeño por sus altas capacidades (su coeficiente intelectual es de 167) y con solo 16 años ingresó en la Universidad de Harvard, donde se graduó. Después se doctoró en matemáticas en la Universidad de Michigan y con solo 25 años se convirtió en profesor ayudante en la Universidad de Berkeley, en California, un puesto que abandonó dos años después sin explicación aparente.
Según sus abogados, los años que pasó en Harvard fueron determinantes para su comportamiento posterior y no precisamente por los conocimientos adquiridos en la prestigiosa universidad estadounidense, sino por su participación en un proyecto de investigación financiado por la CIA -el MK Ultra- que, a las órdenes del psicólogo Henry Murray, pretendía analizar las respuestas al estrés de una veintena de estudiantes usando técnicas abusivas e ilícitas.
Fuese o no por este motivo, lo cierto es que Kaczynski abandonó una carrera académica que se prometía brillante para retirarse, en 1971, a una cabaña que él mismo construyó en un bosque de Lincold, en Montana, la misma vivienda sin luz ni agua corriente donde fue detenido en 1996 después de que un agente llamase a la puerta para decirle, sencillamente: «Ted, tenemos que hablar contigo».
Entre un momento y otro, se tejió la historia de horror que tuvo en vilo a la sociedad estadounidense durante casi dos décadas. El primer paquete bomba, enviado en mayo de 1978, tenía como destinatario a un profesor de ingeniería de materiales de la Universidad de Northwestern, en Illinois, que desconfió del envío y alertó a la policía. Un agente resultó herido al manipularlo. Le siguieron otras dos cartas bomba y, en 1979, un explosivo en un avión, un delito federal que motivó la intervención del FBI.
Los ataques continuaron a lo largo de la década de los ochenta sin que los agentes federales se acercarsen ni remotamente al autor de los atentados. De hecho, fue el propio Kaczynski el que dio el paso definitivo para su detención. Fue en 1995, cuando escribió una carta a The New York Times en la que solicitaba que publicasen un artículo suyo a cambio de dejar de enviar bombas. La petición se consideró durante meses y finalmente el texto, que no era otro que su ya célebre manifiesto La sociedad industrial y su futuro, fue publicado el 19 de septiembre de 1995 con la esperanza de que su difusión pudiese aportar alguna pista sobre el responsable de los envíos bomba. Y así fue.
De hecho, el FBI murió de éxito, ya que fueron miles los ciudadanos que creían conocer a unabomber. Abocados a un nuevo callejón sin salida, los investigadores recibieron, sin embargo, la información definitiva de otro Kaczynski: David. El hermano pequeño de Ted fue uno de los miles de lectores que leyó el manifiesto, publicado finalmente en The New York Times y The Washington Post, y entre otras expresiones, hubo una frase que fue la confirmación de que el responsable de los 16 paquetes bomba era la persona con la que se había criado: «No puedes comerte la tarta y seguir teniéndola». La expresión, que había escuchado tantas veces en boca de su hermano, acabó llevando a la detención de Ted el 3 de abril de 1996.