«No miro al futuro, mi vida es solo presente»

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EDUARDO PEREZ

El cantante de Jarabe de Palo anuncia que se retira, temporalmente pero sin fecha de vuelta, en cuanto termine la gira que conmemora los 20 años de la banda, que los traerá a A Coruña y Santiago el próximo fin de semana

20 oct 2018 . Actualizado a las 09:29 h.

La propuesta de entrevistar a Pau Donés resulta tan apetecible como incómoda. Está viviendo una segunda juventud creativa despertada, quién sabe hasta qué punto, por un cáncer contra el que lleva tiempo luchando. Apetece escuchar su historia. El problema está en que acaba de anunciar que, tras cumplir con los conciertos de la gira de los 20 años de Jarabe de Palo -que recalará en A Coruña (Playa Club) y Santiago (Capitol) los días 27 y 28 de este mes- y apoyar los lanzamientos del disco Jarabe Filarmónico y el libro 100 letras, se tomará, a partir del primer día del 2019, un descanso «indefinido». Vamos, que tiene otras cosas en mente. Y uno, al hacerle la entrevista, no puede evitar sentirse como ese amigo pesado que, con la mejor de las intenciones, te pide una última copa de madrugada cuando tú, al menos de espíritu, ya estás camino de la cama. Afortunadamente, Pau Donés es, por encima de todo, un tipo afable y cercano. Uno de esos artistas a los que el público espera encontrarse más en una tasca que en un hotel de lujo. Tiene pinta de majo, y ejerce de ello.

-Es extraño entrevistar a un músico que está promocionando su retiro…

-Bueno, vamos a matizar eso, que es importante. Lo que hago es parar, indefinidamente, sí, pero eso no implica que me retire. Llevamos con la banda veinte años a tope, así que este año tocaba celebrarlo. Y aprovechamos esta celebración para decir no adiós, pero sí hasta luego. No es más que eso.

-Vale, pues entonces la pregunta es ¿Hasta cuándo durará el parón?

-Ah, eso sí que no te lo puedo decir. Pero simplemente porque no lo sé.

-Suena peligroso. ¿Y si descubre que sin los rigores de las giras se está estupendamente?

-Pues ojalá me pase eso. La verdad es que tengo muchas ganas de volver a llevar una vida ordenada, una vida estándar. Porque lo de los músicos es un disparate. Y veinte años de disparate ya va estando bien. Tengo ganas de ir a comprar el pan, pasear con el perro… Lo que quiero es no tenerme que ir de casa cada semana a algún sitio. Llevo veinte años yéndome de casa a cruzar España cada semana. Esta vez ya no.

--¿Se llevará al menos la guitarra, por si acaso?

-Espero que esto me dure, pero eso no implica que abandone la música. Eso es algo imposible, es algo que llevo muy dentro. Puedes dejar de trabajar en el banco o en la gasolinera, pero dejar la música sé que va a ser algo imposible. Lo tengo muy asumido.

-¿Cuánto tiene que ver el cáncer con esta decisión?

-Cero. Nada de nada. Te lo aseguro. Esto lo tenía en la cabeza desde hace tiempo. Siempre he dicho que pararía a los cincuenta. Bueno, lo intenté a los cuarenta, y a los 45… pero no lo conseguí. Ahora sí. Lo del cáncer está ahí, está claro. Pero mira, con cáncer el año pasado hice 120 conciertos, sacamos un disco, un libro… Y este año haremos 90 conciertos, el disco sinfónico… Con el cáncer se puede, al menos, sobrevivir como vivía antes. Ahí está la prueba.

-Como antes, no. Le entró una especie de hiperactividad… No ha parado en estos últimos años. Se irá ahora a descansar, pero antes se ha cansado lo suyo.

-Es cierto. Pero no fue algo premeditado. Es lo que tocaba. Si nos vamos a ir, hagámoslo por todo lo alto. Ten en cuenta que ya me he pasado de frenada. Dos años, porque el pasado día 11 cumplí los 52. Simplemente sacamos los proyectos que queríamos sacar.

-Y de despedida un disco sinfónico. ¿Cuelan las canciones de Jarabe de palo interpretadas por una orquesta?

-A mi me ha encantado, tanto el disco, el resultado, como la experiencia de hacerlo. Los arreglos de las canciones son increíbles. Y el poder haber cantado con una orquesta sinfónica es algo único. Me pasa como con My way, no sé si quedarme con la de Sinatra o con la de Sid Vicious. Cada una en su momento. Pero lo que está claro es que lo que hay ahí es una canción magnífica. Esto es lo que ha pasado con estas canciones.

-¿Cómo surgió la idea de hacer este disco de Jarabe Filarmónico?

-Esto nos lo propusieron el año pasado desde la Orquesta Filarmónica de Costa Rica. Nos mandaron unas demos con los arreglos orquestales y me encantaron. Hicimos unos conciertos con la orquesta y nos gustó tanto que decidimos finalmente sacarlo en disco.

-Y por otro lado, antes de irse, recupera cien letras en un libro. ¿No estaban bien en las canciones? ¿Por qué sacarlas al papel?

-Es una cuestión de justicia. Un homenaje a las letras, que son el patito feo de las canciones. Todo el mundo se queda con la música, pero no se fija en la letra. Como mucho se queda con el estribillo. Sí que hay diez que se las sabe todo el mundo, pero las noventa restantes están huérfanas. Así que decidimos hacer un libro, pero bien, con fotos inéditas de los primeros tiempos de Jarabe y una edición chulísima. Es parte de nuestro legado artístico, al fin y al cabo.

--¿Y tiene sentido abarcarlas sin música, en seco? Al fin y al cabo fueron creadas para ser cantadas.

-Sí tiene sentido leerlas sin música porque yo compongo así: letras por un lado y música por otro. Después las hermano para que surja la canción, pero no siempre tengo éxito. Así que hay mucha poesía sin melodía por ahí. Me ha sorprendido -y me ha encantado, no lo niego- que algún amigo, tras leer el libro, me viene diciendo que no recordaban que Mi diario personal era tan buena. Que tras leer la letra corrieron al Spotify a escucharla y que han redescubierto algunos temas. Es como si se invirtiese el proceso. Empiezan por la letra y terminan en la canción.

-Por último, ¿volverá del retiro con la mochila cargada de temas y un disco de no sé cuantos cedés como El Salmón de Calamaro?

-[Ríe] No lo sé. Mi vida es el presente, pero ahora de verdad. Porque llevo diciendo esto toda mi vida mientras que tenía un ojo en el futuro y otro en el pasado. Miro hacia atrás y no lo veo interesante. Me preocupa solo el ahora. Y lo único que sé del futuro es que el uno de enero, paro. Me iré a vivir fuera y poco más, el resto ya lo iré viendo.