El Brasil más pobre priva a Bolsonaro de salir presidente en la primera vuelta
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El nordeste se mantuvo fiel al PT y frenó el éxito del ultra en los centros económicos
09 oct 2018 . Actualizado a las 07:50 h.El día después del primer turno de las elecciones presidenciales en Brasil solo hubo un ente más feliz que Jair Bolsonaro, su familia y los 50 millones de votantes que lo apoyaron: la Bolsa de São Paulo, que vivió una jornada de desenfrenada subida con una bajada del dólar soplando a favor. Es un síntoma más de por dónde van los tiros en la carrera por la presidencia de la república, que pudo haber quedado decidida (contra todo pronóstico) en la primera vuelta: solo lo evitó el nordeste brasileño, la zona más pobre del gigante sudamericano, tradicional granero de votos de la izquierda y del Partido de los Trabajadores, que se mantuvo fiel a su tradición y evitó el éxito arrollador del ultra.
Fue en estados como Maranhão, Piauí, Bahía, Sergipe o Pernambuco donde Fernando Haddad pudo recuperar mucho terreno perdido, o al menos el suficiente para evitar que Bolsonaro sumase más porcentaje de votos que el resto de sus oponentes juntos y fuera coronado presidente el domingo. El nordeste de Brasil es donde nació Lula y donde el exmandatario es amo y señor. Una imagen de la campaña resultó definitoria: una humilde señora se acercaba a Haddad (cuyo apellido sirio genera incluso dificultades de pronunciación) con una simple pregunta: «¿Es usted al que Lula dice que tengo que votar?». La mujer esperaba un sencillo sí, pero Haddad intentó articular una respuesta más política. A pesar de esa distancia de estilos, el abogado de São Paulo alcanzó tasas del 60 % de apoyo en los estados más tradicionalmente asociados al PT. Esas papeletas le colocaron en el segundo turno, «una oportunidad de oro», según Haddad, para articular «una unión por la democracia» en el momento más delicado de Brasil desde 1989, cuando acabó la dictadura.
Guiño a la unión
Fue el primer guiño directo del aspirante del PT a otros presidenciables -especialmente hacia Ciro Gomes- en su mensaje a los ciudadanos tras conocer los resultados de la primera vuelta. En ellos resultó clarificador cómo Jair Bolsonaro ganaba por goleada en los centros económicos del país, los estados de Río de Janeiro (60 %), de São Paulo (54 %) y de Minas Gerais (49 %), así como en el boyante sur (Paraná con el 57 % y Santa Catarina con el 65 %, en cuyas capitales se oyeron cohetes de celebración con el escrutinio).
La escenificación del ganador no ayudó a limar las aristas de su imagen pública: en un salón de su casa, mal iluminado y con su gurú económico Paulo Guedes al lado sin moverse, Bolsonaro se dirigió a Brasil con un discurso que repasó todos los grandes éxitos de su agresivo mensaje.
Apoyos ya consumados
«No seré el Jairzinho de la paz y del amor», avisó el favorito para ganar el 28 de octubre. El ultraderechista, sin embargo, no estaba satisfecho: lamentó que el anunciado fraude el voto electrónico le hubiese arrebatado el triunfo en el primer turno. Para tranquilizar a su electorado, Bolsonaro aseguró que ya tiene acuerdos con 300 diputados para afrontar la legislatura: «La mayoría de ellos buenas personas», dijo sin mucho convencimiento.
Muchas de las llamadas fuerzas de centro (especialmente, ruralistas y evangélicos) apoyarán a Bolsonaro y está por ver qué hará la derecha oficialista de los arrasados Alckmin y Meirelles. Haddad no tendrá que seducir a Ciro Gomes, que tras quedarse en el 12 % de refrendó su compromiso «con la democracia y contra el fascismo». Para lo demás, lo primero que hizo fue subirse a un avión hacia Curitiba para pensarlo con Lula desde la cárcel.