El ataque al ultra Bolsonaro arrastra a Brasil hacia una espiral de división

Miguel Piñeiro Rodríguez
miguel piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

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NACHO DOCE | reuters

El odio entre adversarios y la incertidumbre se adueñan de la campaña electoral

08 sep 2018 . Actualizado a las 10:26 h.

Brasil celebró ayer el día de su independencia asimilando aún las noticias sobre el apuñalamiento del candidato a la presidencia Jair Bolsonaro, el ultraconservador que lidera las encuestas huérfanas de Lula da Silva. El político paulista de 63 años sufrió una herida de arma blanca durante un acto electoral en la localidad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais, en el corazón del país. Fue llevado de urgencia en helicóptero militar a São Paulo, donde permanece ingresado en el hospital Albert Einstein, uno de los centros más prestigiosos de América Latina. Mientras los desfiles militares y civiles conmemoraban los 196 años de emancipación de Portugal, Bolsonaro empezaba la recuperación de una herida real en su abdomen y simbólica de la situación de tensión que vive Brasil desde hace dos años.

Coser la profunda división política y social que atraviesa el país desde el impeachment de Dilma Rousseff llevará más tiempo que suturar las perforaciones de intestino grueso y delgado que sufrió Bolsonaro, quien evoluciona favorablemente aunque su estado sigue siendo grave. La izquierda representada por el PT no aceptó nunca la destitución de la presidenta, y su teoría del golpe judicial e institucional solo se vio alimentada por la encarcelación de Lula. La reacción extrema de una parte de la derecha contra la movilización de la izquierda es la que dio alas a Bolsonaro para mutar de anomalía democrática en líder de las encuestas. Tanto en intención de voto en la primera vuelta como en tasa de rechazo. Sus mensajes, llenos de tensión hacia múltiples sectores (mujeres, homosexuales, negros y descendientes de esclavos), fueron habitualmente calificados de broma por el propio Bolsonaro; el último, en otro acto electoral, llamando a fusilar a simpatizantes del PT.

Episodios de violencia han ido salpicando la actualidad política de los últimos meses, el más grave el tiroteo que sufrió la caravana pre-electoral de Lula por el sur de Brasil el pasado marzo, o los incidentes entre partidarios y contrarios al expresidente cuando fue encarcelado en Curitiba pocas semanas después. Un caldo de cultivo que explotó en la cabeza de Adelio Bispo de Oliveira, de 40 años, detenido como autor del apuñalamiento. Su cara pronto estuvo en todas las portadas porque la Policía Militar distribuyó su imagen horas después de su detención, casi tan rápidamente como se propagó su militancia en el Partido Socialismo e Liberdade hace unos años. Otras dos personas fueron detenidas y la policía busca a otras dos que pudieron colaborar en la agresión.

La militancia de izquierda de Bispo echará más leña al fuego, aunque las motivaciones del agresor de Bolsonaro aún no están claras. Él dijo actuar «cumpliendo una orden de Dios». Al mismo Dios agradeció el candidato presidencial que hubiera salido de esta. «Me preparaba para un momento así, porque uno corre riesgos. ¿Será que el ser humano es tan malo? Nunca le hice nada a nadie», proclamó Bolsonaro desde la cama del hospital, en un vídeo grabado por un amigo senador. Tres de los hijos del ultraconservador, todos ellos cargos electos, publicaron mensajes en redes sociales con la imagen de su padre en recuperación y dando por sentado que ganará la primera vuelta. Justo un día después de la publicación de la encuesta del Ibope (Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística), el panorama puede cambiar drásticamente de cara a los comicios de octubre.

La agresión daña los intereses de los dos candidatos de la derecha moderada

El ataque contra Jair Bolsonaro provocó reacciones similares entre el resto de rivales por la carrera presidencial, quienes coincidieron en el daño que hace a la democracia brasileña e hicieron una llamada a mejorar la convivencia. Pero ese tono no fue unánime como prueba la reacción subida de tono de Janaína Paschoal, militante del mismo partido que Bolsonaro y famosa abogada que inició el proceso de impeachment contra Dilma. «Ese hombre llevaba camisetas de 'Fora Temer!'. Llevaba camisetas de 'Lula livre!'. Quien cometió este crimen es gente de ese bando. Y nadie lo muestra», se desahogó furiosa antes de visitar al herido.

La oportunidad del ataque es especialmente perjudicial para la campaña de los candidatos de la derecha oficial, Henrique Meirelles y Geraldo Alckmin, quienes habían endurecido sus mensajes contra Bolsonaro, puesto que les estaba robando el espectro electoral. «La política se hace con diálogo y convencimiento, nunca con odio», dijo Alckmin. «Brasil necesita encontrar el equilibrio y el camino de la paz, apaciguar la división entre brasileños», pidió Meirelles. Mucho más sucinto fue Fernando Haddad, el aún candidato a vicepresidente mientras el PT decide qué hacer sobre la prohibición de Lula a concurrir. «Repudio totalmente cualquier acto de violencia y deseo una pronta recuperación a Bolsonaro».

A falta de poco más de un mes para las presidenciales, el rol de Bolsonaro en lo que queda de campaña es una incógnita. Se espera que su aspirante a vicepresidente, el también militar Hamilton Mourão, adquiera mayor protagonismo.