Paranoia en la Casa Blanca: Trump, a la caza del «traidor»

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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NICHOLAS KAMM | AFP

El autor de un artículo demoledor en el «New York Times» revela que existe una resistencia para frustrar los planes del presidente

07 sep 2018 . Actualizado a las 09:45 h.

La caza del topo ha comenzado en Washington y, esta vez, no hay intención de ocultarlo. Fue el propio Donald Trump, visiblemente furioso, quien exigió ayer nombre y apellidos del que consideró «un traidor a la patria» y «cobarde», e incluso pidió «que se lo entreguen de inmediato al Gobierno por motivos de seguridad nacional». La furia del presidente la desató el «alto funcionario de la Administración» autor de un demoledor artículo anónimo en The New York Times. El autor o autora confirmó que hay un pacto en la Casa Blanca para anular las políticas más nocivas del republicano. «Estamos tratando de hacer el bien, aunque Trump no quiera», escribió.

 

El protagonista dice formar «parte de la resistencia» interior contra «las peores inclinaciones» de un presidente con un liderazgo que califica de «mezquino», «impetuoso» e «ineficaz». La capacidad mental del mandatario es un tema de preocupación. Tanto es así que el alto cargo afirma que dentro del gabinete se llegó a debatir la posibilidad de invocar la enmienda 25 de la Constitución, que permite la destitución de un presidente por su incapacidad para gobernar. 

Conjeturas varias

La paranoia se apoderó ayer de la Casa Blanca. Asesores y funcionarios protagonizaron escenas más propias del juego quién es quién que de rutinas laborales en el ala oeste. «Es como las películas de terror cuando todo el mundo descubre que la llamada viene del interior de la casa», relató un exfuncionario a la NBC.

La avalancha de conjeturas llegó a todos los niveles de la Casa Blanca y ayer todos eran sospechosos. El analista de la CNN Chris Cillizza elaboró una lista de doce posibles autores entre los que figuraban la primera dama, Melania Trump, la hija del presidente Ivanka y su marido, Jared Kushner. «No estás protegiendo a este país, estás saboteándolo con tus acciones cobardes», dijo sobre el redactor del artículo Melania, negando así ser ella la garganta profunda. Otros pusieron el foco de atención en el vicepresidente, Mike Pence, porque en la columna sale una palabra que suele utilizar muy a menudo: lodestar (estrella polar). «Estoy por encima de tales actos de aficionados», negó el republicano.

Las sospechas también apuntaron al personal de Exteriores, ya que el autor de la tribuna de opinión habla de «una presidencia de dos niveles». En una Trump muestra en privado su preferencia por líderes autócratas y dictadores como el ruso Vladimir Putin o el norcoreano Kim Jong-un. En la otra, la resistencia trabaja a otro nivel y «países como Rusia son castigados por interferir y a los aliados se los trata como tales en lugar de ridiculizarlos».

Para muchos analistas esa carga exterior podría delatar a la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, o incluso el secretario de Estado, Mike Pompeo. «No es mío», zanjó el exlíder de la CIA. Los desmentidos superaron la veintena y, sin dudarlo, Gobierno e inteligencia cerraron filas con el presidente. Las altas instancias fueron conscientes de que lo importante en esta nueva crisis era el blindaje del ala oeste, ya que la novedad no estaba tanto en los datos aportados como en la intencionalidad del autor.

¿A quién está mandando un mensaje? ¿Qué gana? Lo que está claro es que el haberse erigido públicamente como voz de la resistencia tiene unas consecuencias muy negativas. Al margen de cuestiones legales o éticas, la Casa Blanca lleva meses soportando una enorme presión por el alud de filtraciones y lo de ahora solo empeorará las cosas.

Pence, Pompeo y Halley se apresuran a desmentir ser los autores de la tribuna de opinión

Guerra de medios: ¿Una distracción al libro de Woodward?

Además de la derivada a nivel político, la nueva crisis en la Casa Blanca también plantea un dilema periodístico. Tras la publicación del artículo, televisiones, digitales, radios y sobre todo redes sociales se preguntaron: ¿está justificado publicar bajo el anonimato? «Es un buen día para no ser defensora del lector de The New York Times», declaró Margaret Sullivan, una de las analistas más respetadas, a The Washington Post. En su opinión, cuando un diario publica una opinión sin firma supone «un atolladero con implicaciones éticas y tal vez legales», pero en este caso estaría justificado. Primero porque el periódico explica por qué no identifican a la fuente y segundo porque, a pesar de que el contacto se inicia a través de un intermediario, el rotativo conoce a la fuente de información y mantiene un contacto directo con ella. «Pensamos que era un artículo muy poderoso, escrito por alguien que tenía algo importante que decir y que hablaba desde su conciencia», justificó James Dao, uno de los responsables de opinión del diario neoyorquino.

 Sin embargo, el Post lanzó varias dudas sobre lo acontecido, ya no tanto por la identidad oculta sino, por el contenido del artículo. «No hay mucho valor informativo», cargó Eric Wemple. «¿Los editores de opinión trabajaron su fuente para contrastar sus afirmaciones?», añadió para después redoblar sus ataques a The New York Times al asegurar que «empaqueta noticias antiguas». El rotativo de Washington considera que el artículo es un resumen de sus exclusivas y especialmente de las que da Bob Woodward en Miedo: Trump en la Casa Blanca. Es más, el artículo habla de un «Estado paralelo» que recuerda al «golpe de Estado administrativo» del que habla Woodward cuando revela cómo varios asesores ocultan textos al magnate para evitar poner en peligro la seguridad nacional.

La tribuna de opinión del Times llegó apenas un día después de que se publicasen los primeros extractos del libro. Algunos incluso hablan de cortina de humo y manejan la posibilidad de que hubiese sido redactada para alimentar la controversia interna y así desviar la atención de la obra de Woodward. En casi 450 páginas, el cronista describe el perfil de un mandatario inculto, paranoico e imprevisible, cuya falta de comprensión de la política internacional causa verdaderos ataques de nervios entre sus colaboradores.