La exvicepresidenta, que faltó a la reunión de ayer del grupo parlamentario, podría dejar la política
07 sep 2018 . Actualizado a las 10:30 h.La continuidad en la política de Soraya Sáenz de Santamaría está en el aire. Según sus propias palabras, todo está pendiente de una conversación que mantendrá en los próximos días con el presidente del PP, Pablo Casado. «Son cosas para hablarlas con tranquilidad él y yo», declaró ayer la exvicepresidenta del Gobierno. La integración de Sáenz de Santamaría en la estructura del PP se antoja cada vez más complicada, y los rumores sobre su retirada de la política cobran fuerza.
La oferta que tiene sobre la mesa para ocupar una de las plazas del comité ejecutivo nacional como vocal de libre asignación está lejos de convencerle. Tampoco parece que vaya a hacerle cambiar de opinión la posibilidad de presidir una de las comisiones del Congreso, un puesto menor que le ofreció ayer el nuevo presidente del partido; migajas para quien hasta hace tres meses era la mujer con más poder del país.
En plena resaca del congreso popular se especuló con la posibilidad de que pasase a la política autonómica o local, como cabeza de cartel en Madrid para las elecciones que se celebrarán a finales de mayo, imitando así la salida que le concedió Pablo Iglesias a Errejón. Pero con el paso del tiempo esta opción también ha perdido fuelle. Ni a ella le atrae especialmente, ya que tiene sus riesgos (conquistar Sol o Cibeles no se antoja una tarea sencilla), y Casado tampoco parece muy convencido. A la gran desconfianza que le genera hay que añadir un episodio reciente en la historia del PP protagonizado por su antecesor en el cargo. Rajoy no logró apuntalar su liderazgo en el partido hasta el congreso de Valencia del 2008, en el que sufrió lo suyo para sofocar los ataques de Esperanza Aguirre, quien amenazó seriamente con disputarle la plaza. Finalmente, Aguirre se quedó en la Comunidad de Madrid, pero desde allí se convirtió en un auténtico dolor de muelas que reaparecía cada vez que consideraba que el expresidente gallego no estaba a la altura. Y eso es precisamente lo que Casado no quiere que se repita con Soraya.
La relación entre ambos está muy tocada. Desde sus entornos confirman que llevan semanas sin dirigirse la palabra. Ayer dio la impresión de que se evitaron durante toda la mañana. Sáenz de Santamaría no asistió a primera hora a la reunión del grupo parlamentario. Casado permaneció en el Congreso hasta las 13.30, hora en la que se dirigió al aeropuerto para poner rumbo a Viena, en donde participa en un acto del PP europeo. Minutos después, como si estuviese perfectamente planificado, la exvicepresidenta irrumpió en el patio del Congreso flanqueada por sus dos más estrechos colaboradores, Ayllón y Báñez, quienes también faltaron a la reunión matutina. Sáenz de Santamaría trató de quitarle hierro explicando que el día anterior se había puesto en contacto con Dolors Montserrat, nueva portavoz del PP en la Cámara, para comunicarle que no acudiría por un asunto de conciliación familiar.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, aseguró que carecía de «información» sobre la supuesta marcha de Sáenz de Santamaría, pero que sería «una mala noticia para la política y para España». «Podría seguir siendo una buena política y que en un futuro, por qué no, vuelva a ser una buena servidora del Estado», dijo.