Lula traza desde la cárcel la nueva estrategia electoral de su partido

Miguel Piñeiro Rodríguez
miguel piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

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El posible sustituto de Lula, Haddad
El posible sustituto de Lula, Haddad HEULER ANDREY | afp

Pide que se incida ante la ONU en su inocencia e insta a su delfín a agotar todos los recursos antes de cederle su puesto

04 sep 2018 . Actualizado a las 06:54 h.

Ciro Gomes, candidato del Partido Democrático Laborista a la presidencia de Brasil, intenta colocarse como uno de los principales receptores de los votos huérfanos de Lula da Silva en las elecciones de octubre. El exministro de uno de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) lanza guiños a su exsocio pero al mismo tiempo critica a Fernando Haddad, el escogido para sustituir a Lula en el boleto de la izquierda. «Sería un presidente de este tamaño», dijo Gomes en una entrevista reciente, dejando poco espacio entre sus dedos pulgar e índice. «¿Qué presidente sería si cada vez que hay un problema tiene que ir a Curitiba?»

Haddad le dio argumentos a su gran rival por llevarse el voto de Lula, cuando dos días después de que la justicia electoral impidiese al expresidente concurrir a las elecciones, se presentó en la cárcel donde el líder del PT cumple su condena por corrupción para tratar de enderezar la campaña electoral de la gran esperanza de la izquierda brasileña.

Ocurrió las 9.30 de la mañana. Acompañado de su mujer, el principal abogado de Lula, Cristiano Zanin, y la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, Haddad acudió a la prisión de Curitiba para despachar con Lula sobre las consecuencias de la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de borrar al expresidente de la papeleta electoral. Tras horas de consulta, Haddad anunció pocas sorpresas: «Lula ha tomado la decisión de pedir a la ONU que se manifieste sobre la decisión de las autoridades brasileñas. También pedirá dos recursos ante el Supremo Tribunal Federal (STF), tanto en el ámbito electoral como en el penal. Son las decisiones del presidente para defender su dignidad y respetando el derecho del pueblo de elegir a su presidente». Nada dijo Haddad de su candidatura como primer espada.

Es la quinta visita de Haddad a Lula en apenas 20 días. El partido desafió a la justicia electoral emitiendo cuñas de radio y anuncios televisivos con la presencia del expresidente y presentando a Haddad como candidato a la vicepresidencia. Ayer, ante las quejas de los rivales y otro auto del TSE, el PT decidió retirar esa propaganda electoral. Puede haber influido la multa de 500.000 reales (aproximadamente 120.000 dólares) que fijó el tribunal por cada emisión que no tuviese en cuenta la prohibición.

Plazo de diez días

El PT debe decidir si apura el plazo de 10 días para cambiar la candidatura del partido, elevando al exregidor de São Paulo a aspirante a la presidencia, y a la comunista Manuela D’Avila a aspirante a la vicepresidencia. También está en la agenda la presentación de uno de los últimos recursos que tiene Lula para mantenerse en la carrera presidencial: acudir al Supremo Tribunal Federal para anular la decisión del TSE.

La demora del PT en decidir su estrategia arrastra al resto de opciones progresistas en unas elecciones que se presentan como una dura pugna entre bloques irreconciliables en la sociedad brasileña. La izquierda carece ahora de un plan para frenar a los variados candidatos de la derecha, por culpa de lo que Ciro Gomes calificó de «viaje lisérgico» del PT manteniendo a Lula al frente del cartel. «Él tenia dos opciones: irse del país y denunciar desde una embajada la injusticia de su sentencia, o lo que ha elegido, agotar los recursos de una justicia que él considera que ha dado un golpe de estado», lamentó Gomes.

Lo que sí decidió el PT fue denunciar a Jair Bolsonaro, el líder en las encuestas una vez que se ha excluido a Lula, que en un acto electoral en el estado de Acre cogió un trípode con las manos e imitando el movimiento de una ametralladora gritó: «Vamos a fusilar a toda la petralhada», el nombre que se da a los simpatizantes del partido progresista. El candidato ultraconservador recurrió a la excusa habitual para justificar la mayoria de sus boutades: «Fue una broma».