El expresidente uruguayo, icono de la izquierda por sus gestos, renuncia a su acta de senador
16 ago 2018 . Actualizado a las 08:05 h.A los 83 años de edad y «cansado del largo viaje», José Mujica cerró una etapa durante la cual recorrió casi todos los escalones hasta llegar a la presidencia de Uruguay en el 2010. Hijo de vascos y con sangre italiana por parte de abuelos, Mujica creció en un ambiente rural y fue delineando su perfil ideológico en contacto con los trabajadores del campo y con los estudiantes de la ciudad, aún sin haber terminado sus estudios preuniversitarios.
Fue ciclista y en su juventud primero se acercó al conservador Partido Nacional y luego al Partido Socialista, de base marxista, desde donde surgieron los principales dirigentes que en la década de 1960 fundaron el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro, que libró una lucha armada hasta comienzos de la década de 1970. Estuvo varias veces preso y durante la última dictadura (1973-1985) fue salvajemente torturado junto a otros líderes de la guerrilla como Raúl Sendic y Eleuterio Fernández Huidobro.
A la Vespa con la que se desplazaba a la Cámara de los Diputados se sumó el viejo Escarabajo celeste, que llegó a usar para sus desplazamientos por Montevideo aún siendo presidente del país. Y la tríada de elementos de identidad se completaba con la perra Manuela, de tres patas por un accidente doméstico, que llegó a ser tan popular como su dueño.
Cuando fuera de las fronteras de Uruguay empezaron a llamarlo «el presidente más pobre del mundo» respondió más de una vez: «Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren más y más, infinitamente más y nunca les alcanza». Esa modestia le ha llevado a renunciar también a la pensión derivada de su actividad política.
Al llegar a la presidencia pensó que podría «masificar el conocimiento, promover la investigación científica y tecnológica, repoblar el país y reestructurar el Estado», pero al dejar el cargo admitió que «en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere». «En el sueño del socialismo, hay que reinventar el capitalismo», resumió.
Su forma de vivir y de hacer política, desmitificando la función del servidor público, le valió muchísimos reconocimientos internacionales y la publicación de libros y películas sobre su vida.
Durante los últimos 60 años, José Mujica ha sido un personaje influyente como pocos en la vida política uruguaya, y pese a la renuncia al Senado prometió que seguirá «sembrando ideas». Tampoco descarta volver al Congreso, ya que dijo que le gustaría retirarse como diputado.
Sin sucesor a la vista
El veterano dirigente podría dar una gran sorpresa si acepta finalmente presentarse como precandidato presidencial para las elecciones del año próximo. Aunque lo ha negado, «por una cuestión biológica» según ha dicho, el progresista Frente Amplio no encuentra aún el consenso sobre una figura que dispute la presidencia en octubre del año próximo.
Por el momento, Mujica tiene previsto una gira por Argentina, España, Italia y Francia, y después volverá a su país para continuar la militancia política y recluirse en su pequeño predio rural del oeste de Montevideo, donde cultiva flores y trabaja la tierra. «Mujica rompió el molde. La historia del país le dedicará varias páginas. Y aún quedan muchas otras por escribir», resumió una senadora en la despedida del expresidente.