Pekín está apunto de convertirse en la primera potencia en alcanzar la cara oculta de la Luna
12 ago 2018 . Actualizado a las 09:05 h.Cuando en el 2024 la vida de la Estación Espacial Internacional se apague, solo China nos mirará desde el cosmos. Al menos, ese es el futuro que se vislumbra tal y como están ahora mismo los planes de la NASA y del programa espacial chino, dispuesto a llegar en un plazo de dos años a donde nadie ha llegado jamás. El próximo año lanzarán dos misiones, una a la cara oculta de la Luna y otra a Marte, y en el 2020 empezarán a construir en el espacio su propia estación orbital.
«La estación espacial china será una plataforma para llevar a cabo los experimentos científicos más avanzados al servicio del desarrollo económico y social de la Tierra», afirmó el director de las misiones tripuladas y primer astronauta chino, Yang Liwei a principios de julio, durante la presentación de los planes espaciales.
China llegó la última al espacio pero hoy su programa es el más ambicioso del mundo. Con un presupuesto que se cifra en miles de millones de dólares aunque nadie conoce la cifra exacta, el presidente Xi Jinping se ha propuesto reflejar el poderío económico de China también en sus proyectos espaciales. Pocos podían imaginarse en 1970, cuando Mao Zedong, lanzó el primer satélite chino al espacio, que en el 2016 su país marcaría un récord anual en lanzamientos.
La cara oculta de la Luna
La misión más ambiciosa de Pekín es la de alcanzar la cara oculta de la Luna, el lado que no vemos desde la Tierra por ser el más lejano y al que ni Estados Unidos ni Rusia han logrado llegar. El punto exacto en el que Pekín quiere aterrizar es la cuenca Aitken, en la parte sur. El análisis de esa superficie lunar servirá para resolver misterios como el proceso en que se formó la Luna o analizar las reservar de agua congelada y de helio, un elemento que escasea en la Tierra y que se espera que sea uno de los combustibles del futuro al ser la base del funcionamiento de la fusión nuclear.
«Queremos estudiar el desarrollo de las semillas y la fotosíntesis en la Luna», afirmó Liu Hanlong, director de experimentos y vicepresidente de la Universidad de Chongqing. El siguiente objetivo será conseguir rocas del satélite y transportarlas a la Tierra, un objetivo que de lograrlo, implicará un avance sin precedentes en los vuelos y cargueros espaciales. Pasos necesarios para su meta a largo plazo: instalar en el 2050 una base lunar operada por robots y a la que viajarán astronautas ocasionalmente.
El progreso concienzudo de China en el espacio inquieta a otras potencias, especialmente a Estados Unidos, quien mantiene un veto de colaboración entre la NASA y la agencia espacial china, alegando motivos de seguridad, por el cual el país asiático no puede formar parte de la Estación Espacial Internacional (ISS).
Ante este veto, China colabora con la Agencia Espacial Europa (ESA) en varios proyectos como la formación de astronautas y, lo que es más preocupante para Washington, desde el 2015 negocia con Rusia la posibilidad de crear una estación espacial conjunta. Aunque la cooperación en el espacio es una de las más sólidas que mantiene Rusia con Estados Unidos, el pasado junio Moscú y Pekín firmaron un memorando de entendimiento en ese aspecto que Rusia podría aprovechar en caso de que se deterioren aún más las relaciones entre Trump y Putin.
La fuerza de Trump
Ante esta realidad, Trump anunció el 18 de junio que crearía una nueva división en el Ejército que llamaría «fuerza espacial». «El espacio es un dominio de guerra, como la tierra, el aire y el mar», afirmó el magnate que ve con suspicacias el rápido desarrollo espacial de Pekín.
«No queremos que China, Rusia u otros países nos lideren», añadió entonces Trump. Para algunos expertos la «guerra espacial» está cada vez más cerca, mientras Pekín asegura que su apuesta por tener presencia en el espacio responde solo a su necesidad de defenderse.
El pasado jueves, el vicepresidente Mike Pence anunció los primeros pasos del ejército espacial anhelado por Trump. «Ha llegado el momento de escribir el próximo gran capítulo de la historia de nuestras Fuerzas Armadas, de prepararse para el próximo campo de batalla adonde se convocará a los mejores y más valientes estadounidenses para disuadir y vencer nuevas amenazas», anunció.
Preparación en secreto de su misión más ambiciosa
Cuenta atrás, saludo militar, porque en China el programa espacial lo desarrolla el Ejército, y al espacio. Es el momento más esperado para los astronautas chinos y el único que no se ensaya antes de una misión tripulada que se prepara durante años en unas instalaciones secretas situadas al noroeste de Pekín y a las que este periódico logró un extraordinario acceso. «Sabemos que en 2022 ya estará terminada la estación espacial y ser astronauta es una prueba extrema de la resistencia humana. No tenemos un horario de entrenamiento sino que nuestra vida diaria se organiza según nuestra misión. Hacemos ensayos tecnológicos, pruebas físicas y psicológicas», explicó a La Voz Liu Yang, la primera mujer china que fue al espacio.
En una nave enorme decorada con fotografías de todas las misiones espaciales, hay tres réplicas de la primera estación que puso en órbita el gigante asiático, de uno de los cohetes Larga Marcha que llevaron a los taikonautas al espacio y un simulador de laboratorio para hacer pruebas de gravedad. «Queremos que astronautas extranjeros vengan a hacer experimentos a nuestra estación espacial», aseguró Chen Dong, uno de los dos astronautas que pasaron 30 días en el espacio en el 2016.
China, vetada por la NASA para colaborar en la estación espacial internacional, coopera con la Agencia Espacial Europea (ESA) en el entrenamiento de los astronautas. «En mayo simulamos un paseo espacial sumergidos bajo el agua. Vinieron dos astronautas, una italiana y un alemán, y un médico español», detalló Chen. «También sabemos que en España hay un astronauta muy famoso que fue dos veces al espacio, Pedro Duque. Esperamos poder cooperar con él», añadió.
Hace unos días, el primer astronauta chino y actual director de las misiones tripuladas, Yang Liwei detallaba los planes de su país. En el 2020 está previsto el lanzamiento de la cápsula central de la estación espacial china y en los dos años siguientes se le acoplarán dos laboratorios. Antes, en el 2019 esperan llegar a la cara oculta de la Luna y enviar un robot a Marte.