Brasil inicia la carrera presidencial con Lula y Alckmin como grandes favoritos
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El expresidente está a expensas del Tribunal Electoral, que decidirá antes del 15 de agosto
21 jul 2018 . Actualizado a las 08:38 h.Durante años, al exgobernador de São Paulo, Gerardo Alckmin, se le conocía en el ambiente político brasileño como picolé de chuchú. El chuchú es una verdura sin demasiado sabor y picolé es el veraniego helado tipo polo, una referencia culinaria a la falta de carisma del ahora líder del PSDB, el hegemónico partido de los conservadores brasileños. Esa imagen puede haber cambiado en las últimas horas con un movimiento con potencial de mudar de manera decisiva el complicado puzle político previo a las elecciones de octubre, justo cuando se empiezan a oficializar las candidaturas a presidente y la precampaña ya empieza a perder el prefijo. Alckmin se ha asegurado el apoyo del llamado centrão, una amalgama de partidos y siglas que son la base conservadora en la Cámara de Diputados.
A falta de que se sumen algunas partes, el centrão puede juntar para el PSDB casi el 43 % de los parlamentario. Un apoyo poderoso de un ente con vida propia, con intereses desde las gigantescas explotaciones ganaderas a los evangélicos, que deja clara su maleabilidad porque en las últimas horas negociaba con Ciro Gomes (el gran aspirante del progresismo si Lula no puede concurrir) y con Jair Bolsonaro (el ultraderechista que lidera las encuestas en ausencia del expresidente). Alckmin cerró el acuerdo con las fuerzas de centro en casa del presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, urdidor de las principales medidas del Gobierno de Michel Temer.
El apoyo con las denominadas fuerzas de centro da aire a la candidatura de Alckmin, que no generaba entusiasmo ni en su propio partido, destrozado por los casos de corrupción de su último concurrente a la presidencia, Aecio Neves. Pero sirve, sobre todo, para dañar a Ciro Gomes y forzar a la izquierda a una maniobra similar para aunar fuerzas, especialmente si se confirma la inelegibilidad de Lula. Gomes creía tener asegurado el apoyo del centrão, pero horas después de ver que se le escapaba, giró radicalmente su discurso. Tras meses de indiferencia, calificó a Lula como el «mayor líder político del país» y censuró como »uno de los días más inquietantes» de su vida el domingo loco de batalla de jueces que impidió la salida de la cárcel del expresidente.
No tiene mucho tiempo Ciro Gomes para seducir al PT y a otras siglas de la izquierda para forjar una alianza para encarar la batalla de las elecciones de octubre, planteada como una de bloques políticos. Desde el PT, el único nombre es Lula, camino de los 110 días en prisión, sin plan B oficializado ni susurrado entre bastidores. La fecha límite es el 15 de agosto, cuando el Tribunal Electoral dará el visto bueno a las candidaturas. Mientras, el movimiento de Alckmin le permite a él y su partido acaparar casi la mitad de tiempo de televisión y radio en las propagandas electorales, algo que le debe permitir remontar en las encuestas, esperar que la izquierda no se reagrupe y que Bolsonaro siga acumulando negativas para encontrar un vicepresidente.