Su dimisión agrava la crisis del Gobierno británico y siembra el desconcierto en la primera ministra, que coloca en Exteriores a Jeremy Hunt, un partidario del segundo referendo
10 jul 2018 . Actualizado a las 07:24 h.Las apariencias de que el gabinete de Theresa May había salido unido del encierro del viernes en Chequers apenas duraron 72 horas. Dos de los ministros que más quebraderos de cabeza han dado a la primera ministra los últimos meses, los dos, pesos pesados del conservadurismo, David Davis y Boris Johnson, dimitieron este lunes de sus cargos, abriendo de ese modo un boquete en el Ejecutivo que arruina el enésimo plan de la premier para desbloquear las negociaciones con Bruselas y la debilita al extremo de arrojar dudas sobre su continuidad en el número 10. Un revés tan fuerte que fuentes de Downing Street se han visto obligadas a aclarar que su titular no tira la toalla y que tiene pensado seguir contra viento y marea.
La jornada se abrió con el anuncio de May de un nuevo ministro para el brexit, Dominic Raab, en sustitución del dimitido Davis. Claramente desautorizado por una propuesta de brexit blando elaborado a sus espaldas, Davis dejaba el cargo alegando que no quería ser un «soldado reticente» en la hoja de ruta de May y destacando que no podía vender el compromiso de la primera ministra a Bruselas. La solución de esta fue tan rápida como desconcertante, pues el nombre que eligió, el del hasta ahora ministro de Vivienda, fue precisamente uno de los miembros más destacados de la campaña a favor de la salida de la Unión Europea en el referendo de junio de 2016. Raab forma parte de la apodada como «nueva generación talentosa» de diputados tories, un sindicato de jóvenes ambiciosos que se aprestan a reemplazar a los ministros del gabinete dispuestos a tirar la toalla por sus constantes discrepancias con May. Con formación de abogado y cinturón negro en kárate, en una entrevista hace un par de semanas, defendió que apoyaba un «brexit total» pero, puntualizando que hay riesgos y oportunidades, llamó a «mostrar esfuerzo de equipo» dentro de sus filas para que el Reino Unido consiga «cosas más grandes y mejores».
Conmoción
Parecía, pues, que la primera ministra había conjurado el peligro. Pero era solo una impresión momentánea. Cuando todos los ojos estaban puestos en el ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, pensando que iba a ser el siguiente en dimitir por estar a favor de un brexit duro, finalmente fue el titular de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, el que dio la cara y presentó su dimisión inmediata. La conmoción fue brutal cuando lo hizo, a pocos minutos de que la primera ministra compareciese en el Parlamento, lo que provocó que cayese sobre ella un baño de críticas de la oposición.
En su carta de despedida de dos páginas, Johnson no tuvo reparos en puntualizar que «el sueño del brexit se está muriendo, ahogado por unas dudas innecesarias». Recalcó una vez más que la salida británica de la UE «debería ser una oportunidad para hacer las cosas de forma diferente» y «maximizar las ventajas particulares del Reino Unido como una economía abierta, global y con las miras hacia el exterior». En su lugar, argumenta, el plan de May conduce a «un estatus de colonia».
Durante su comparecencia, May insistió en que después de dos años de «debate enérgico» en su gabinete, se había decidido por el brexit correcto para el «interés nacional». Defendió que su propuesta permitirá «recuperar el control» del país, justo lo que criticaba Davis al dimitir y que, si bien hay discrepancias en su equipo, una salida de la UE sin acuerdo con Bruselas sería necesariamente abrupta y tendría fatales consecuencias para Londres.
En apariencia inasequible al desaliento y en un intento desesperado por aparentar control, May sigue adelante con su calendario. Confirmó que su propuesta para la futura relación con la UE se publicaría en forma de libro blanco este jueves. Sin embargo, las muestras de improvisación se suceden. El hombre que encontró para sustituir a Johnson no es menos desconcertante que el que releva a Davis. Se trata de Jeremy Hunt, quien apoyó en 2016 la continuidad de Reino Unido en la UE y quien tras la victoria del brexit defendió un segundo referendo, justo lo contrario de lo que ha venido defendiendo ella y en las antípodas de lo que piensa Dominic Raab.
El líder laborista, Jeremy Corbyn, no perdió ni un segundo para llamar a May a que se recomponga tras las dimisiones, «y, si no puede, deje paso a los que sí pueden». En su opinión, la renuncia de Davis es una muestra de que «no le queda autoridad y que es incapaz de llevar a cabo el brexit». Desde sus propias filas tampoco hubo tregua para la primera ministra. Los diputados conservadores furiosos por sus intentos de suavizar el brexit se reunieron para estudiar si tenían apoyos para presentar un voto de confianza. En concreto, los miembros del Comité de 1922 permanecieron reunidos hasta bien entrada la noche para ver sus opciones y contabilizar si tenían el respaldo de 48 tories para echarla del Gobierno.