El punto más estrecho de la galería por la que deben bucear los chicos atrapados en la cueva de Tham Luang tiene menos de un metro de ancho. Los buzos rescataron a otros cuatro menores
10 jul 2018 . Actualizado a las 08:47 h.El tamaño sí que importa en Tham Luang, la cueva en cuyo interior permanecen atrapados cuatro jugadores y el entrenador del equipo de los Jabalíes Salvajes [Wild Boars en inglés] desde el pasado 23 de junio. Este lunes el equipo de rescate internacional consiguió hacer llegar al exterior a un segundo grupo de cuatro chicos, el mismo número que consiguió salir de su encierro el pasado domingo. Para hoy está previsto intentar completar la operación salida de los atrapados en la gruta, si las condiciones climatológicas lo permiten.
El principal obstáculo reside en el punto de paso más estrecho de toda la galería, que mide, según los buceadores profesionales que participan en la misión, apenas 85 centímetros de ancho, el espacio justo para el paso de un adulto sin equipos de respiración artificial. «Es el momento de mayor dificultad, hay que soltar las bombonas y pasar con cuidado», explicaba uno de los más de 80 buzos procedentes de todo el mundo que participa en la misión de rescate de los niños.
Este lunes, ese punto crítico del recorrido se pudo salvar con mayor facilidad que en la jornada precedente. Los malos presagios meteorológicos no se cumplieron y, aunque las nubes negras cubrieron con su amenaza de lluvia Tham Luang y su entorno, las precipitaciones fueron de menor intensidad que en los días previos y el caudal de agua en el interior de la cavidad bajó. A las once de la mañana, hora local, los primeros miembros del equipo de rescate accedieron al interior de la gruta, donde ya se habían repuesto las reservas de oxígeno y comprobado las medidas de seguridad.
Solo cinco horas y media
En solo cinco horas y media, dos horas menos que el día anterior, los buceadores estaban de vuelta en el punto de salida con el primero de los miembros del equipo de fútbol anudado a su cintura. Dos horas más tarde llegaron otros dos chicos y, finalmente, un cuarto. Todos ellos, como en el día anterior, fueron evacuados en un helicóptero de las fuerzas armadas a un hospital de la región, a unos sesenta kilómetros. «Todos los rescatados hoy están sanos y salvos», dijo el gobernador de la provincia de Chiang Rai, Narongsak Osottanakorn, responsable máximo del operativo de rescate, a la prensa.
Dentro de la cueva de Tham Luang ya solo quedan cuatro adolescentes más y su entrenador, de 25 años. La misión continuará hoy, cuando los buzos estén recuperados y se haya garantizado oxígeno suficiente para el camino de cuatro kilómetros que separa a los atrapados del exterior. Se estima que a lo largo de esta mañana saldrán los cinco que quedan, aunque no hay confirmación oficial al respecto y algunos de los miembros del equipo de rescate no descartan la posibilidad de que haya que hacer una nueva inmersión mañana miércoles.
La misión de búsqueda y rescate que se ejecuta en la frontera con Birmania y Laos es la mayor que se haya llevado adelante hasta el momento en Tailandia e involucra a más de 1.000 personas procedentes de diez países. Los especialistas en buceo en cavernas dijeron que es una de las más difíciles que se hayan realizado en todo el mundo.
Un español en el equipo internacional
El buzo profesional de 33 años natural de Ciudad Real, Fernando Raigal, es uno de los voluntarios que participa en las labores de rescate de los 13 miembros de los Jabalíes Salvajes. Se formó en la Armada española, pero reside en Tailandia desde hace años y trabaja para compañías petrolíferas. Fernando se sumó a las operaciones de rescate, según ha explicado a Efe su amigo Antonio Molina, que este lunes habló con Raigal durante unos 10 minutos y este le contó que la extracción se está dando «mejor que lo que podían esperar».
A pesar de ello, aseguró el amigo del buzo, el cansancio está haciendo mella en los buceadores. Raigal le comentó que hoy [por este lunes] «ha salido especialmente cansado». Molina admitió que, a pesar de que para sus amigos «es un orgullo» el comprobar cómo una persona española esté trabajando en el rescate de estos niños y su entrenador, viven con cierta preocupación este momento.
De este modo, recordó que el rescate no está exento de dificultades y peligros, hasta el punto «que le ha costado la vida a un compañero de Fernando». El hecho, reflexionó Molina, de que los cuerpos de élite del Ejército tailandés hayan contado con Raigal para esta complicada misión, se debe a que se trata de un buzo muy experimentado que lleva años dedicándose profesionalmente a esta actividad.