Los sondeos dan una amplia ventaja a López Obrador, que prometió la cuarta revolución al país
01 jul 2018 . Actualizado a las 09:22 h.México culmina hoy un proceso electoral histórico que presenta al menos tres lados: un contexto de hartazgo ciudadano contra la corrupción, el enfrentamiento con el vecino del norte a cuenta de su política migratoria y comercial, y una violencia sin precedentes. El favorito para llegar a la presidencia es el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO), considerado un político populista por sus detractores, quien ha prometido llevar a cabo la cuarta revolución del país aunque no ha concretado muy bien en qué consiste este cambio.
Con el 45 % de intención de voto según la mayoría de encuestas, y en la que es su tercera intentona electoral, Obrador ha conseguido aglutinar en torno a su candidatura el rechazo de los mexicanos a sus líderes políticos. «Las encuestas, los tuits, los memes, los análisis de los expertos y hasta las sobremesas familiares son inequívocas: los mexicanos están hartos y enojados de vivir en un país inseguro, desigual, con terribles casos de corrupción y donde millones siguen atorados en la pobreza», escribía este sábado el conocido presentador Jorge Ramos, uno de los líderes de opinión más importantes de América Latina, en el diario Reforma.
«El de este domingo será un voto anti-sistema. Los mexicanos tienen muy claro lo que no quieren. El presidente Peña Nieto será recordado como uno de los peores dirigentes] del país y el ex presidente Calderón, como el culpable de una guerra contra el narco que aún hoy desangra al país. Y los mexicanos ya no quieren repetir. No más de lo mismo: Que no nos maten. Que no nos roben», añade, sin apoyar a AMLO.
El candidato izquierdista ha prometido acabar con la corrupción de la «mafia del poder» y también poner solución a la inseguridad. El pasado 2017 fue el año más violento en la historia de México desde que hay registros, con más de 25.000 asesinatos.
A entre 20 y 25 puntos del izquierdista en las encuestas se encuentra Ricardo Anaya, candidato del conservador PAN, quien no arroja la toalla y cree que todavía es posible ganar a AMLO. En tercera posición, a entre cinco y seis puntos de Anaya, aparece José Antonio Meade, el ex ministro de Hacienda del presidente Enrique Peña Nieto, cuya campaña se ha visto lastrada por la herencia recibida. Son muchos en México los que señalan al oficialista PRI, que llegó a gobernar México durante 70 años de forma consecutiva, como el culpable de todos los males que han azotado al país en los últimos años.
Los comicios serán, a buen seguro, muy seguidos en EE.UU. La llegada de Donald Trump al poder supuso un deterioro de las relaciones bilaterales entre los dos países y, con toda seguridad, ha sido uno de los factores que han decantado la campaña del lado de López Obrador. No solo por el plan del presidente estadounidense de construir un muro en la frontera. También por la dura renegociación, patrocinada por Washington, del Tratado de Libre Comercio que une a ambas naciones y a Canadá. La Casa Blanca quiere introducir importantes cambios en el acuerdo que su contraparte mexicana no parece dispuesta a aceptar. En consecuencia, el discurso antiimperialista de López Obrador ha galvanizado el malestar de los mexicanos y le ha hecho ganar muchos adeptos entre ellos.
También la izquierda latinoamericana, que ha visto muy mermado su liderazgo en los últimos años, tendrá los ojos puestos en el televisor. La victoria de López Obrador, que considera a Fidel Castro «un gigante» de las luchas populares, a la altura de Nelson Mandela, supondría un espaldarazo para el bloque de izquierdas en la región. En juego está la presidencia de la segunda mayor economía de América Latina, tras Brasil.
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, EL PRESIDENCIABLE DE LA IZQUIERDA
El terco que quiere cambiar la historia
Andrés Manuel López Obrador (Tepetitán, Tabasco, 1953) es el gran favorito para convertirse en el nuevo presidente de México. Tanto, que algunos han visto en sus últimas semanas de campaña un intento por cerrar alianzas y limar asperezas con sus oponentes. «Soy terco, es de dominio público», admite el político tabasqueño conocido como El Peje, o AMLO, en la que es su tercera aventura electoral. Perdió en el 2006 por apenas el 0,56 %. Algunos le acusan de mal perdedor por denunciar entonces un fraude electoral al que aluden desde entonces por sus más fervorosos seguidores.
López Obrador ha logrado capitalizar el hartazgo de los mexicanos con sus dirigentes tradicionales. El objetivo que se ha marcado el ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005) es de altura: propone desarrollar la «cuarta gran transformación mexicana», tras la Independencia, la Reforma, y la Revolución. Su mensaje ha sido directo. Quiere lograr ese cambio acabando con la corrupción. También quiere terminar con la violencia y lograr que el país crezca por encima del 6 %, creando siete millones de empleos y dando becas para todos. «Abrazos, no balazos. Becarios, no sicarios», es su lema.
Sus detractores ven ese programa como populista, y creen que es irrealizable. Le piden propuestas más concretas para la segunda mayor economía latinoamericana, más allá de las promesas difusas. López Obrador ha sido criticado por algunos de los empresarios más acaudalados de México. Limó asperezas con ellos en una reunión celebrada a finales de mayo, pero aun así es de dominio público que los grandes hombres de negocio apoyan a sus rivales.
El candidato de la izquierda quiere desalojar de su país a «la mafia del poder», en la que incluye a algunos de esos empresarios, que en su opinión son los que mantiene en crisis al país. Ha sido criticado por aliarse con políticos de dudosa reputación en algunas regiones, tanto que algunos consideran a su movimiento como «el nuevo PRI», partido en el que se formó.
En cuestión de seguridad, ha planteado una polémica amnistía para aquellos que hayan incurrido en infracciones menores. Dice que llevará a cabo su programa sin subir impuestos ni aumentar la deuda pública.
RICARDO ANAYA CORTÉS, CANDIDATO DEL PAN
El joven «maravilla» no se rinde
Ricardo Anaya Cortés (Ciudad de México, 1979) se presenta a las elecciones con la etiqueta de «joven maravilla». Su experiencia política es escasa. Ha sido diputado y fue subsecretario de Turismo durante la presidencia de Felipe Calderón. Eso no le impidió alzarse como secretario general del conservador Partido Acción Nacional (PAN) en 2014 y convertirse ahora en el principal rival de Andrés Manuel López Obrador para liderar México.
Dotado de una elocuencia magnética, quienes lo conocen destacan también su ambición y perfeccionismo. Quiere gobernar al estilo de los líderes de Silicon Valley. Sus exposiciones políticas siguiendo el patrón de lasque hacen Google o Apple han marcado ya tendencia en México.
Anaya propone mantener la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles para luchar contra el crimen organizado. Quiere también reducir el flujo de armas desde EE.UU. a México, un objetivo que no tendrá fácil. En materia social, aunque critica el asistencialismo, ha propuesto un ingreso básico universal.
Se presenta a los comicios en una coalición entre su agrupación y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática. Ha sido acusado de corrupción por sus detractores, que le piden explicaciones por haber supuestamente obtenido 54 millones de pesos (unos 2,3 millones de euros) transferidos mediante empresas fantasma.
Él cree que es una maniobra del rival PRI y el todavía presidente. «Me atacan porque dije con toda claridad que Enrique Peña Nieto es corrupto y repetí que cuando yo sea presidente sí me encargaré de que enfrente la justicia y, de resultar culpable, que vaya a la cárcel», señaló el aspirante más joven de los últimos años.