Bruselas no aclara qué planes tiene para evitar la sublevación del Gobierno italiano
19 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Italia no es Grecia. Con el Reino Unido casi apeado de la UE y las fuerzas eurófobas atizando a las cancillerías e instituciones comunitarias, la formación del nuevo Gobierno italiano, de claro signo eurófobo, ha caído como un jarro de agua fría en Bruselas. El silencio tenso de líderes y portavoces dice más de lo que pretenden ocultar: que existe un alto riesgo de ruptura si el Ejecutivo del M5E y la Liga llevan a último término su programa.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ya lo intentó en el 2015 y la aventura casi acaba en tragedia y con un corralito de por medio. Tres años después, se repite la pesadilla, pero esta vez con la cuarta economía y un país fundador de la UE. A pesar de la tímida recuperación económica, la Unión no ha conseguido apaciguar el malestar ciudadano, espoleado por la migración, la inseguridad y los efectos de la globalización en sus empleos.
El primer choque frontal entre Bruselas y Roma podría venir por el flanco de las finanzas públicas. La coalición bipartidista propone romper la hucha italiana y promover políticas de gasto para impulsar el consumo y el crecimiento del PIB, un indicador que avanza a un ritmo condenadamente lento (1.2 %). La propuesta de fijar una renta mínima de 780 euros o la reforma impositiva que bajaría la recaudación provocan sudores fríos en Bruselas, donde ven con preocupación el futuro enderezamiento de la desbocada deuda pública (130.7 %). El nuevo Ejecutivo italiano quiere revisar el marco de gobernanza económica. Menos austeridad y más inversión pública. Y no solo eso. También apuesta por paralizar la venta del banco Monte dei Paschi, rescatado con dinero público.
Bruselas insiste en que deberán cumplir con los compromisos adquiridos, pero no aclara qué planes tiene para evitar la sublevación del Gobierno italiano que también tiene previsto exigir la devolución de competencias y pedir el levantamiento de sanciones a Rusia. Dos demandas que socavarían la unidad y defensa del proyecto europeo. «No hemos visto el texto del programa todavía. Tenemos que esperar. El presidente (Juncker) subrayó el importante papel que juega Italia en la UE liderando proyectos», se limitó a decir ayer la portavoz de la Comisión, Mina Andreeva.
Otro fuego que puede prender es el migratorio. La xenófoba Liga quiere poner coto a la entrada de migrantes irregulares en el país y dificultar el acceso al asilo. Sus propuestas radicales podrían echar por tierra los esfuerzos de Bruselas por lograr una política común de asilo, una tarea que está siendo titánica. Sí concuerdan en un punto: acelerar las repatriaciones. «Nuestra posición es conocida. Llamamos a los Estados miembro a acelerar los retornos efectivos y creando capacidades de detención adicionales», recordó la portavoz Natasha Bertaud.