Las víctimas acostumbran a ser personas «vulnerables y con necesidad de amor» a las que les cuesta denunciar tras ser estafadas
15 may 2018 . Actualizado a las 21:56 h.Francisco Gómez Manzanares fue piloto de avión, representante de Fórmula 1, entrenador del Barça y sargento de Salvamento Marítimo. Rodrigo Nogueira Iglesias se llamaba también Roy Pérez Alonso, Alex MacLoud y Leto Scorssi. Como Albert Cavallé, que este martes volvió a ser detenido, han manipulado a decenas de mujeres para lucrarse estafándolas. Hay un perfil común en estos «estafadores del amor». «Es un gran observador. Tiene rasgos psicopáticos y carece de empatía. Da, aparentemente, sin nada a cambio», explica el psicólogo Sergio García.
Son capaces de elegir a sus víctimas, saber qué temas tratar con ellas y embaucarlas. Fingen ser otra persona, abrazando nuevas identidades e inventándose nombres y profesiones para acabar pidiendo grandes cantidades de dinero a sus parejas. «Capta a partir de la conversación. Es frío para acostarse y hacer peticiones y muestra una desvinculación entre el afecto mostrado y sus sentimientos». La mayoría las contacta por redes sociales o páginas de contactos para después seducirlas y ganarse su confianza.
Al otro lado, una persona «vulnerable y con necesidad de amor». García recoge la cita de Ortega y Gasset: «El enamoramiento es un estado inferior del espíritu, una especie de imbecilidad transitoria». Conozcan o no la cita, estos manipuladores aprovechan ese estado para exprimir el mayor beneficio de ellas.
«Se piensa que lo va a dar todo. Entran dentro de una espiral: se enamoran, idealizan a su pareja y no encuentran ningún defecto», señala el psicólogo. Las víctimas solo ven virtudes durante los primeros meses para, al cabo de un tiempo, empezar a analizar su situación con un sentido crítico. Son hombres que mantienen varias relaciones al mismo tiempo, piden dinero y estafan. Ellas sufren un delito, pero la denuncia supone una exposición pública y un enorme choque psicológico. «Les cuesta denunciar. Tienen que reconocer que han sido vilipendiadas, que no pudieron ver que eran manipuladas y que accedieron a peticiones económicas».
Cavallé acumula al menos 17 denuncias por haber seducido a mujeres con el objetivo de estafarlas. La Justicia ordenó en febrero el ingreso en prisión de Rodrigo Nogueira Iglesias, más conocido como el donjuán de Marín, con condenas de maltrato y coacciones. El hombre menospreciaba a sus parejas, empleando expresiones como «gentuza», «barriobajera» o «eres insignificante y puedo hacerte desaparecer».
El gallego llegó a agredir físicamente en los más de 20 años que lleva engañando a mujeres para conseguir dinero, instalarse en sus domicilios y desaparecer de sus vidas cuando le convenía. Les dijo que trabajaba como tatuador, ‘hacker’ o chef de alta cocina. Detrás, un hombre solitario y sin nadie a quien acudir. «Está cómodo en el tú a tú. No les gusta los niveles sociales comunitarios», asegura García.
Nogueira llegó a burlar a la policía y a la Guardia Civil durante meses, eludiendo acudir al juzgado de Pontevedra por las estafas que se le imputaban. Durante el juicio, en febrero de 2017, llegó a manifestar, compungido, su voluntad de trabajar por devolver el dinero. «No quiero ir a la cárcel», pidió entonces.
No es un fenómeno nuevo, aunque ahora se conocen más los casos. A ellas les cuesta acudir a comisaría y, cuando lo hacen, se someten al escrutinio de la gente. El caso tiene eco mediático y son señaladas: «Muchos sienten una sensación de pena por ellas. Ellos, sin embargo, se ven de otra forma. Incluso hay quienes les llaman gigoló, que es algo socialmente aceptado».