EE.UU. amenaza los intereses de la UE en Irán

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

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REUTERS | LEAH MILLIS

Merkel lidera las críticas, mientras se busca eximir a las empresas europeas de las sanciones

10 may 2018 . Actualizado a las 07:16 h.

La fractura del eje euroatlántico se ahonda tras la salida unilateral de EE.UU. del acuerdo nuclear con Irán. Donald Trump se alineó con los dos mayores enemigos de Irán, Israel y Arabia Saudí, en detrimento de su relación con Europa. La primera amenaza de la Administración Trump a sus aliados europeos está ya sobre la mesa: sus empresas tienen de tres a seis meses para finiquitar sus contratos con Irán. En caso contrario, se les aplicarán sanciones. El encargado de lanzar el aviso a navegantes fue el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el halcón John Bolton, en Fox & Friends, el programa de cabecera de Trump y su gran apoyo al America First.

La actuación de Estados Unidos es inédita. No solo actúa en la esfera internacional sin el consentimiento de sus socios europeos (al menos en la invasión de Irak del 2003 contó con el apoyo del Reino Unido de Blair y la España de Aznar), sino que además se atreve a dañar sus intereses.

Tanto Bruselas como los países afectados elaboran planes de contención para limitar los daños a las empresas europeas que se lanzaron al mercado iraní tras el levantamiento de las sanciones que conllevó el acuerdo firmado en el 2015, como Airbus, la alemana Siemens, la petrolera Total, el astillero italiano Fincantieri y las automovilísticas PSA (Peugeot-Citroën) y Renault. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, criticó que las sanciones de Trump afecten a empresas de terceros países. «Eso convierte a Estados Unidos en la policía económica del planeta», se quejó. El principio de extraterritorialidad de las leyes estadounidenses permite a Washington sancionar a empresas extranjeras que trabajan con países bajo embargo si estas tienen vínculos comerciales con EE.UU. o utilizan dólares en sus transacciones. Le Maire hablará del tema en los próximos días con el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin.

21.000 millones de euros

Los intercambios comerciales entre la UE e Irán alcanzaron los 21.000 millones de euros en el 2017. Uno de los principales beneficiario es la industria alemana, que ayer instó al Gobierno de Angela Merkel a respaldar sus intereses. «Vamos a respetar el acuerdo y haremos todo lo posible para que Irán se atenga a sus obligaciones», afirmó la canciller alemana, que lideró las críticas a Donald Trump. Merkel defendió la necesidad de mantenerse dentro de ese pacto, «pese a la pesada carga» que supone el abandono de EE.UU., y consideró que la decisión de Trump «evidencia una vez más la necesidad de que nosotros, los europeos, asumamos mayores responsabilidades».

También Francia y el Reino Unido reiteraron su compromiso de salvar el pacto, al tiempo que animaron a Irán a hacer lo mismo. Ahora está por ver si esto será posible. Fuentes del Elíseo reconocen que «será muy difícil mantener el acuerdo bajo estas condiciones, incluso aunque hagamos todo lo posible para encontrar un camino». Los cancilleres de los tres países europeos firmantes del acuerdo se reunirán el lunes con representantes iraníes, tras una conversación ayer entre Emmanuele Macron y su par iraní, Hasán Rohaní.

La crisis abierta llegará a la cumbre europea de la próxima semana en Sofía. La UE también hablará con China y Rusia, los otros firmantes del pacto, para coordinar su respuesta, aunque un diplomático ya advirtió que esto no debe percibirse como un intento de aislar a Washington.

Macron consideró que la decisión de Trump es un «error», pero insisten con su propuesta de buscar un acuerdo «más amplio» con Irán. Pero el inquilino de la Casa Blanca con sus avisos amenazantes a Teherán. «Aconsejo a Irán a no relanzar su programa nuclear», dijo a la prensa. «Si lo hacen, habrá consecuencias muy severas, OK?», agregó.

Nuevo ataque de Israel contra una base de Teherán en suelo sirio

La decepción iraní contrasta con la alegría de los dos grandes aliados regionales de Trump, que aplauden su decisión de retirarse del pacto nuclear. Poco después del anuncio oficial, según medios sirios, aviones israelíes atacaron una base militar al sur de Damasco y mataron «al menos a ocho iraníes», según activistas de la oposición. Como suele hacer en este tipo de acciones, el Estado judío ni confirmó ni desmintió.

Israel teme un ataque de Irán desde suelo sirio. Durante su visita a Vladimir Putin, al que acompañó en el desfile en la plaza Roja que conmemora la victoria sobre la Alemania nazi, el primer ministro Benjamín Netanyahu reiteró que su país tiene derecho a defenderse, antes de acusar a los iraníes «de transferir fuerzas y armas mortales a Siria con el objetivo explícito de atacar a Israel».

En Arabia Saudí, por su parte, piensan que el retorno de las sanciones puede obligar a la república islámica a replantearse su apoyo a los rebeldes hutíes en el vecino Yemen. Desde Riad informaron de que su defensa antiaérea interceptó un misil dirigido contra la capital. En las últimas semanas los hutíes (en realidad son zaidíes, una confesión derivada del chiismo, aunque se les conoce como hutíes por el clan que lidera al grupo desde el 2004) han intensificado sus ataques contra suelo saudí. Riad acusa a Teherán de armar a estos milicianos.

La UE se juega su poder de influencia como actor global

Los frentes abiertos por Washington fuerzan a Europa a plantar batalla a su aliado atlántico

cRISTINA pORTEIRO

El primer frente abierto por Donald Trump fue la retirada de EE.UU. del Acuerdo de París contra el cambio climático. De forma unilateral abandonó el pacto que tantos años tardó en fraguarse con el argumento de que fue un «mal negocio» sellado por Barack Obama. La segunda ofensiva contra el multilateralismo llegó por el flanco de la defensa y la seguridad. Las amenazas del estadounidense tuvieron como diana a la OTAN. Los países europeos tuvieron que comprometerse a aumentar el gasto en defensa para apaciguar la ira del magnate. Sin embargo, esa vez lograron tejer la trampa en la letra pequeña. Washington esperaba cerrar tratos jugosos a costa de los socios europeos, pero la UE dio un paso hacia adelante creando su propio fondo europeo de defensa, priorizando el gasto en su propia industria.

Airado, Trump emprendió el tercer envite. Esta vez en la arena comercial. Puso el ojo en la aceituna negra española, le impuso aranceles y la tomó de rehén para poner en cuestión todo el esquema de ayudas agrícolas de la UE. La acometida de verdad llegó en marzo con el anuncio de aranceles a las importaciones de acero. La exención de los países de la UE se va prorrogando a cuentagotas como medida de chantaje y presión para conseguir renegociar otros acuerdos con el bloque. Y solo es la punta de lanza. Trump todavía no ha abierto la caja de los truenos: las importaciones de automóviles alemanes.

Sí se ha atrevido con otra línea roja que resulta infranqueable para la UE: el sabotaje del acuerdo nuclear con Irán, con el propósito de volver a marcar distancias con su antecesor en el cargo y alinearse con Israel y Arabia Saudí en la región. Hay muchos intereses económicos y de seguridad europeos en juego. Pero, al margen del impacto que las sanciones estadounidenses puedan tener sobre los negocios de las empresas europeas en el país islámico, esta vez la UE no puede permitirse un fracaso diplomático de este calibre.

Su poder de influencia, la relevancia del bloque en la seguridad internacional y su propia credibilidad como garante de la multilateralidad en la gobernanza global están en juego. «Europa se enfrenta a una elección crítica e histórica. Tiene que demostrar su voluntad política de avanzar en torno a sus propios intereses de seguridad a través de una diplomacia robusta», sostiene la experta del European Council on Foreign Relations (ECFR), Ellie Geranmayeh, quien cree que es posible que la UE sea incapaz de mantener con vida el acuerdo. «Pero si quieren reducir la inestabilidad en la región, necesitan demostrar a los americanos que están dispuestos a intentarlo. Permitir su caída sin librar batalla tendrá consecuencias inmediatas y desastrosas en Oriente Medio», alerta.

Con este escenario, a los 28 no les queda otra alternativa que el enfrentamiento cara a cara con la Administración Trump. Por el momento no cabe negociar otro marco de acuerdo si no retira la amenaza de sanciones secundarias que pesa sobre las empresas europeas que operan en Irán. No harían mal las cancillerías en estudiar represalias si el presidente estadounidense no da marcha atrás.