La carta de tres juezas a la víctima de La Manada: «¡Que no se te pase por la cabeza ni un ápice de culpa!»
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Las tres magistradas, una de ellas de Lugo, defienden en la misiva que es «imposible que la gente esté conforme con llamar abuso a esos hechos»
07 may 2018 . Actualizado a las 23:43 h.Dalila Dopazo, Nekane San Miguel y Angels Vivas -tres magistradas de Lugo, Bilbao y Barcelona- han dirigido una carta a la joven víctima de los cinco miembros de La Manada en los sanfermines de 2016, en la que defienden que «es imposible que la gente esté conforme con llamar abuso a esos hechos» y que el delito «debió calificarse y castigarse como violación».
Las juezas consideran que, si se describen unos hechos probados como los que han leído en la sentencia, «es imposible que la gente esté conforme con llamar abuso (al margen de la calificación técnico-jurídica) a esos hechos». «Para la mayoría de las personas, abusar es usar mal o en exceso, pero usar, al fin y al cabo, y la palabra usar no la refiere el diccionario para las personas, sino para las cosas (hacer servir una cosa para algo)», apostillan.
Desde su punto de vista, mantener la palabra «abuso» en el Código Penal para referirse a las relaciones sexuales no consentidas, parte de la idea de que las mujeres siguen «siendo objetos para servir al placer del hombre, y que solo si se exceden los hombres en ese uso, se les castiga, pero solo si se exceden». «Y esa idea que se adivina bajo la palabra abuso es muy dolorosa para cualquier mujer, haya sido o no objeto de abuso», agregan.
En este sentido, creen que, «desde un examen técnico, jurídico, violar (en el Código Penal) es utilizar fuerza, violencia contra la persona violada, y/o intimidarla para acceder sexualmente a ella». «Intimidar a alguien es meterle miedo, y es verdad que el miedo es muy subjetivo (unas personas lo tienen rápido y otras no) pero en nuestro trabajo de juzgar debemos examinar qué datos objetivos, probados, han resultado en el juicio», aseguran.
«Los datos objetivos sustentan, refuerzan y asientan la idea, clara y que pocas explicaciones merece, que en el portal de la calle... en lo que describiste (te han creído y te creemos) cualquier persona sentiría miedo y ante el miedo, cada persona reacciona de modo distinto y tú reaccionaste como pudiste en aquel momento», señalan. «Y esto no te hace culpable de nada, pese a que las defensas trataron de desplazar la responsabilidad y la culpa a tu persona, como ocurre con frecuencia, cuando nos recuerdan que somos nosotras las provocadoras de todo lo que nos hacen (no nos pasa sin más). ¡Que no se te pase por la cabeza ni un ápice de culpa!», explican a la víctima de los cinco condenados a 9 años de cárcel por abuso sexual.
Por otro lado, las tres juezas esperan que la joven no piense que después de lo que le han hecho va a padecer «secuelas de por vida» ya que «no tiene por qué ser así». «Ya lo dice la sentencia: ese día no se acabó el mundo ni la vida para ti. Eres joven y valiente, y se nota que tienes a tu alrededor gente que te ayuda y te quiere (se adivina esto) y seguirás siendo una mujer alegre, que disfrutará del sexo y de la vida», apostillan.
Así, rechazan el argumento de que «como no hay secuelas psíquicas, como sigue llevando fotos a Instagram, o a Facebook se lo pasó en grande, consintió, no le ha pasado nada». «Pese a quien pese y aunque sí te violaron, podrás convivir con ese dolor, gestionarlo y que estos hechos no arruinen tu futuro», indican a la joven en su carta.
«Debió calificarse como violación»
Respecto a la condena de los cinco miembros de 'La Manada', las juezas señalan que nueve años de cárcel «no es ninguna tontería», pero creen que la pena tenía que haber sido mayor porque «debió calificarse y castigarse como violación». «La sentencia, por tres veces, explica que cuando uno de los acusados te quitó el móvil no era con la intención de robarte, sino de dejarte desamparada, sin que pudieras pedir ayuda, para que tardaras en reaccionar, para humillarte aún más, y eso no es un robo; eso es mucho más grave, mucho más indigno, al igual que el hecho de que grabasen en vídeo y difundieran la violación, pero principios procesales impidieron al tribunal ir más allá», argumentan.
«El tribunal (dos sobre tres) ha creído tu relato y lo ha declarado probado, con evidencia, más allá de toda duda razonable. Si no te hubieran creído, es imposible escribir lo que se dice en los hechos probados de la sentencia; tampoco diría la sentencia que tu testimonio es coherente y digno (lo califica de este modo en los fundamentos jurídicos)», indican las magistradas. A juicio de las tres juezas, los argumentos de las defensas cuestionando a la víctima y su relato «son rechazados por la sentencia con respeto y consideración». «Leemos cómo les has convencido con tus explicaciones, por qué te han creído», apuntan.
Asimismo, defienden que cada mujer reacciona «de modo distinto» ante un ataque. Así, añaden que el propio fallo explica que, «en ocasiones, quien se siente agredida responde resistiéndose; en otras, tratando de ganar tiempo para eludir la agresión; y en otras, adoptando una actitud pasiva y esperando que termine cuanto antes, y que ninguna de esas tres reacciones implica consentimiento». «En los argumentos de la mayoría (dos sobre tres) se deja claro que en ningún momento consentiste, y también explica la sentencia por qué resulta evidente que no querías que nadie (en este caso los cinco acusados) te tratara como lo hicieron aquel día de San Fermín», afirman.
Aunque rechazan comentar el voto particular, agregan que «todo acto de juzgar tiene una carga de subjetividad». «Sabemos que cuando escribimos una sentencia nos retratamos. Dicho esto, llama la atención el modo en que el discrepante de la mayoría (en su voto), disecciona, desmenuza tus varios relatos», reconocen las juezas. «Estamos seguras de que ha tenido que ser duro, muy duro estar en el centro de esta vorágine, y resistir como lo has hecho (también es algo que adivinamos) porque suponemos que, en más de una ocasión, durante estos largos meses, habrás pensado si no hubiera sido mejor para ti el haberte ido de Pamplona cuando llegó tu madre a recogerte, y no pasar por el Juzgado, pese a que las dos fuisteis conscientes de lo que te habían hecho unos hombres que piensan y tratan a las mujeres como mero objeto», concluyen Dalila Dopazo, Nekane San Miguel y Angels Vivas.