Taesung, una aldea en la línea de frente entre las dos Coreas

Sara R. Estella TAESUNG / E. LA VOZ

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KIM HONG-JI

Sus 200 habitantes esperan que la cumbre entre Kim y Moon rebaje la tensión con la que viven día a día

25 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En cada esquina de Taesung hay militares con el emblema de la ONU grabado en la manga izquierda de su uniforme controlando cada movimiento en sus escasas calles. Este pueblo, el único situado en la zona desmilitarizada (DMZ) que divide a las dos Coreas, es la primera línea del frente. Separado de allí por apenas dos kilómetros de terrenos agrícolas, sus habitantes esperan que la tensión siempre alta con la que viven empiece a relajarse tras la cumbre del próximo viernes entre los dirigentes norcoreano, Kim Jong-un, y surcoreano, Moon Jae-in.

«Confiamos en esta cumbre mucho más que en las anteriores. La atmósfera se va haciendo más llevadera con las negociaciones y tras la cumbre esperamos que nuestro pueblo pueda tener una vida más segura y estable», afirmaba ayer su alcalde, Kim Dong-gu, a un reducido grupo de medios, entre ellos La Voz, que logró acceder a ese restringido núcleo.

A pocos kilómetros de este pueblo, en la llamada «aldea de la paz» de Panmunjom, se ultiman los preparativos con ensayos del dispositivo de seguridad que velará porque el viernes todo esté bajo control. Se sabe que Kim Jong-un cruzará a pie el área de seguridad de la frontera hasta la Casa de la Paz, en territorio surcoreano. También ha trascendido el menú que degustarán en la cena que compartirán ambos líderes, una sucesión de platos en homenaje a sus vidas. Pescado a la parrilla de Busán, donde creció Moon, patatas rosti al estilo de Suiza, donde se educó Kim, y fideos fríos típicos de Pyongyang.

Sin embargo, para quienes miran de frente a su amenaza cada día en Taesung, más que los detalles previos quieren saber si esta cumbre les hará la vida más fácil. En esta aldea agrícola de poco más de doscientos habitantes, lo cotidiano es ir a trabajar escoltado por el Ejército por temor a ser secuestrado, tener los refugios antiaéreos preparados para cualquier situación de emergencia y cumplir el toque de queda cada noche. «En noviembre, cuando desertó el soldado norcoreano cerca de aquí, todos los ciudadanos nos escondimos en refugios», explica el alcalde. 

Sin impuestos

Para mantener el pueblo habitado, los residentes tienen beneficios que no disfrutan en otros lugares de Corea. No pagan impuestos, tienen en usufructo 10 veces acres de tierra que en el resto del país, los hombres están exentos de hacer el servicio militar obligatorio de 21 meses y los niños tienen clases de inglés gratis que les imparten los soldados de las Naciones Unidas.

Precisamente, la escuela es el símbolo de esta llamada «aldea de la libertad». En el 2006 solo había nueve alumnos y estuvo a punto de cerrar por lo que decidieron aceptar a escolares de otros pueblos cercanos. Actualmente estudian ocho estudiantes locales y 27 de otras aldeas que logran su plaza por sorteo. El interés por las clases gratuitas y la posibilidad de aprender inglés con nativos hace que incluso el centro tenga una lista de espera de medio centenar de personas.

Creado tras el armisticio de 1953 con la política «un pueblo a cada lado de la frontera», Taesung tiene su réplica al otro lado del paralelo 38, Kijong, característico por sus edificios verdes que estaría deshabitado. Pueblos espejo que mantienen incluso una pugna por instalar la bandera más grande. La lucha de la propaganda es el día a día allí.