Escasa expectación en La Habana ante el relevo presidencial y por el que la prensa pasa de puntillas
19 abr 2018 . Actualizado a las 07:21 h.El debate en la Asamblea Nacional para la elección del sucesor de los Castro en Cuba está siendo seguido en las calles de la isla con una expectación muy contenida. Los medios nacionales no están promocionando el relevo presidencial y las conversaciones en las mesas de dominó, el lugar favorito de tertulia para los cubanos, tratan de temas más mundanos.
Muchos esperan, eso sí, que se comience a dar lustre al nuevo líder cuando su elección se haga pública: «Es positivo que el poder en Cuba se renueve con el ascenso de la generación posterior a la insurrección del 59. Esperemos que con ello también rejuvenezcan algunas políticas», señala Eliecer Monte.
Él es uno de los 500.000 cubanos que operan en el sector privado como trabajadores a cuenta propia, o cuentapropistas, como se los conoce en la isla. Tiene un pequeño restaurante. Da un apellido ficticio al periodista por temor a represalias contra su negocio. «No creo que nada vaya a cambiar con el nuevo presidente. Aquí cualquier novedad política es lenta. Además, Raúl Castro va a seguir siendo presidente del Partido Comunista dos o tres años más», comenta.
Comunismo a la china
No se considera un contrarrevolucionario. Apoya al Gobierno y los cambios que Raúl introdujo en la economía, pero cree que debería abrirse todavía más el sector privado, para seguir la senda del comunismo a la china.
«Han paralizado las licencias de negocios privados. Además, tú no puedes hacer más dinero del que el Gobierno cree aceptable. Yo ando con un auto Lada. Aunque tuviese dinero para comprar un carro nuevo, no podría. Si me ven en un automóvil mejor, es posible que me cierren el negocio con cualquier excusa, porque estoy haciendo demasiado dinero», comenta el empresario.
El joven conductor Ramón Gaitán, que se dedica a llevar a turistas a las principales ciudades del país, cree que el cambio será positivo: «Está bien que se renueve la presidencia, pero con gente que no abandone los valores de la revolución. El comunismo no se discute en Cuba. Mire sitios como Haití, donde el capitalismo ha creado una pobreza galopante», dice.
Cree que Cuba se halla inmersa en una crisis de valores: «El nuevo presidente debiera ocuparse, más que en mirar a Estados Unidos o en nuevas políticas económicas, en la actitud de los jóvenes. Aquí se han perdido las buenas costumbres. Ahora cualquiera le habla mal a un padre, a un maestro. Los estudiantes han abandonado la salsa por el reguetón, que me parece obsceno. Antes te enfadabas con un amigo, te ibas a golpes y después a tomar un ron. Ahora hay gente que se pelea a la brava, con armas», señala este cubano.
Orlando Concepción es uno de los pasajeros que hoy viajará con Eliecer a Camagüey. Es uno de los miles de cubanos que vive en el extranjero. Río de Janeiro, en Brasil, es su nuevo hogar. Se desplaza a Cuba durante dos meses al año, para ver a su familia, pero dice que no quiere volver. Le va bien en la ciudad carioca trabajando como recepcionista en una clínica de oftalmología.
«Aquí no hay nada que hacer ya. La revolución fue un éxito para la historia del país, pero se ha quedado anquilosada. Uno no puede avanzar. Sea por el bloqueo de Estados Unidos o por lo que sea», lamenta.
Aspiraciones reformistas
No cree que el nuevo presidente pueda mejorar la situación: «Mire usted, me muerdo la lengua, pero no creo que un nuevo Gobierno pueda mejorar al país. Menos con Donald Trump, un loco, en la presidencia de EE.UU. Cualquier aspiración reformista que pudiera tener Raúl Castro o quien sea el nuevo líder del Consejo de Estado, va a quedar paralizada hasta que el multimillonario ese siga en la Casa Blanca, amenazando con más bloqueo».
Da su opinión sobre qué podría mejorar quien suceda a Raúl Castro: «Lo principal es que haya más medios de comunicación, porque eso quiere decir que el Gobierno es capaz de aceptar críticas y eso es bueno. Uno no puede mejorar si no reconoce lo que hace mal. En Brasil, si no fuera por los medios, los brasileños no sabrían que la mayoría de su Parlamento es corrupta. Han metido al expresidente Lula en la cárcel y deberían meter también al presidente de ahora. Aquí no sabemos si quienes nos gobiernan son corruptos o no. No creo que Raúl Castro lo sea, pero en la Asamblea hay mucha gente», señala Concepción.