Al Asad sale indemne de la lluvia de misiles y hostiga los feudos rebeldes

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

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U.R.

Putin y Rohaní advierten de un caos global si se produce otro ataque a Siria

16 abr 2018 . Actualizado a las 07:30 h.

Un día después del ataque quirúrgico lanzado por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, el régimen de Bachar al Asad se esforzaba ayer en demostrar que ha salido indemne y aún más respaldado por sus dos valedores, Rusia e Irán. La ráfaga de misiles no ha acabado ni con su poder ni con su capacidad política, todo lo contrario. Horas después de proclamar la victoria en Duma, tras la salida del último combatiente opositor de ese reducto de Guta, el Ejército sirio lanzó ayer un ataque a gran escala en el norte de la provincia de Homs y el sur de la de Hama contra distintas facciones rebeldes, según Efe. Uno de los principales grupos rebeldes presentes en ambos lugares es Tahrir al Sham, el antiguo Frente al Nusra, cercano a Al Qaida. El régimen deja para más adelante la reconquista de los grandes bastiones rebeldes: Deraa, en la frontera con Jordania y los Altos del Golán, e Idlib, adonde han ido a parar todos los milicianos opositores que se rindieron en bastiones como Alepo y Guta.

Rusia quiso escenificar una vez más su apoyo sin fisuras. El presidente sirio recibió a una delegación de parlamentarios rusos que lo encontraron «de buen humor». Al Asad deleitó a sus invitados con sus elogios a los sistemas de defensa antiaérea soviéticos de los años setenta, que, según su versión, derribaron más de 70 misiles enemigos. «Y luego las películas americanas muestran que el armamento ruso es anticuado», se mofó el diputado Dimitri Sablin.

A la visita de la delegación parlamentaria se unió el mensaje contundente de Vladimir Putin: «Un nuevo ataque de Estados Unidos contra Siria podría acabar sembrando el caos en las relaciones internacionales». El aviso a navegantes llegó tras una conversación telefónica con su homologo iraní, Hasán Rohaní, el otro aliado de Al Asad. Los dos mandatarios apuntaron además «que esta acción ilegal daña seriamente las perspectivas de una solución política en Siria».

Un primer equipo de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) inició ayer la investigación del presunto ataque químico contra civiles el 7 de abril en la ciudad de Duma. Tiene por delante una ardua tarea, ya que muchos expertos dudan de que logren encontrar pruebas del ataque más de una semana después de producirse y en una zona ahora controlada por las tropas de Al Asad.

El viceministro sirio de Exteriores, Ayman Susan, adelantó que «los resultados de la investigación revelarán las alegaciones mentirosas» de Washington. Se calcula que los investigadores presentarán su informe dentro de un mes. En él dirá si se produjo o no un ataque con gas cloro, pero evitarán señalar al autor, según Colpisa.

La guerra de la desinformación

Damasco y Moscú siguieron ayer la guerra de desinformación sobre los objetivos alcanzados por la operación relámpago y quirúrgica franco-angloamericana. Bachar al Asad denunció «la campaña de falacias y mentiras» contra su país por parte de EE. UU. y sus aliados, mientras el Pentágono hacía públicos el antes y después de las zonas atacadas tras la lluvia de misiles Tomahawk.

Los telediarios sirios abrían con las declaraciones de testigos negando la eficacia de los cazas y misiles aliados y que los centros atacados albergaran armas químicas. «Si las hubiera, no estaríamos aquí», afirmaba irónico Said Said, un ingeniero que trabaja en el centro de investigación de Barzeh, en Damasco.

«Barzeh es el corazón del programa de armas químicas sirio», afirmó un alto responsable del Pentágono, el general Kenneth McKenzie. Said asegura que no es así. Allí, según él, solo se llevaban a cabo «ensayos sobre productos químicos utilizados en los productos alimenticios, los medicamentos y los juguetes para niños». «Producíamos además fármacos contra el cáncer o antídotos para el veneno de escorpión y de serpiente», dijo.

Los medios de propaganda rusos, Russia Today y Sputnik, siguieron negando el ataque químico y apuntando a que el suceso fue un montaje del Reino Unido con la complicidad de los cascos blancos.

Arabia Saudí e Israel ponen a Irán en la diana

Arabia Saudí e Israel han dejado atrás décadas de hostilidades para fraguar una alianza de facto en la lucha contra la creciente influencia de Irán en Oriente Medio. Un movimiento sorprendente pero que se incluye en los giros diplomáticos y militares que vive la región tras la invasión de Irak o las guerras en Siria o Yemen.

Los líderes de la Liga Árabe pasaron ayer de puntillas por el bombardeo aliado, y se centraron en condenar el uso «criminal» de armas químicas. En el discurso de apertura, el rey saudí, Salman Bin Abdelaziz, tomó la palabra para cargar contra la injerencia de Irán en Siria, pero evitó referirse a la ofensiva conjunta de EE. UU., Francia y el Reino Unido. El monarca acusó a Teherán de ser una «amenaza a la seguridad nacional árabe» por inmiscuirse en los asuntos internos de la región y por sus «intentos de desestabilización de la seguridad» y de difundir «el sectarismo».

Mientras, dos ministros de Israel declaraban que seguirá «actuando» en Siria contra una presencia militar de Irán, una semana después del ataque contra el aeropuerto militar sirio T4 que costó la vida a siete iraníes. «No permitiremos que Irán se implante en Siria», dijo el titular de Educación y líder del partido de los colonos, Naftali Bennett.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, insiste en que Irán es el elemento desestabilizador de Oriente Medio. En una conversación telefónica con Theresa May, le mostró el «apoyo total» de su país a la ofensiva, pero también le pidió que tuviese la misma «resolución» con el programa nuclear iraní que la que tuvo con el supuesto uso de armas químicas en Siria.