Colombia, el acuerdo de paz hace aguas tras la detención de un dirigente de las Farc como capo del narcotráfico

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YAMIL LAGE | Afp

El Acuerdo de Paz suscrito hace año y medio por el gobierno de Colombia con la cúpula de las FARC está a punto de convertirse en papel mojado: uno de los firmantes en representación de la guerrilla acaba de ser detenido como capo del narcotráfico y es extraditable a EE.UU.

15 abr 2018 . Actualizado a las 08:12 h.

Seuxis Hernández Solarte, más conocido como Jesús Santrich, uno de los duros en las negociaciones de la Habana que tenía reservado un escaño en el parlamento de Colombia tras las elecciones del pasado 11 de marzo, lleva casi una semana durmiendo en los calabozos del búnker de la fiscalía de Bogotá. Fue detenido el pasado lunes ser detenido mientras negociaba la venta de 10 toneladas de cocaína al cártel de Sinaloa- el del Chapo Guzmán- con destino al mercado norteamericano.

La detención de este y otros tres exguerrilleros de las Farc , entre ellos un sobrino de Iván Márquez, otro de los dirigentes de la misma organización, se produjo el pasado lunes en cumplimiento de una orden internacional de captura emitida por la corte del Distrito Sur de Nueva York. Si se cumplen los acuerdos alcanzados en La Habana, los detenidos serán extraditados a EE.UU. porque los hechos delictivos de los que se les acusa son posteriores a la firma de dichos acuerdos.

Las investigaciones de la DEA que sirvieron de base para estas detenciones dicen tener perfectamente documentadas con intervenciones telefónicas y seguimientos unas negociaciones que comenzaron en junio del año pasado y prosiguieron hasta abril del año actual. Las mismas se desarrollaron tanto en el lobby de un hotel de Bogotá, donde se llegó a entregar una muestras de cinco kilos y  en el domicilio del dirigente guerrillero.

Narcoguerrilleros

De las conversaciones intervenidas se desprende que estos narco guerrilleros tenían más clientes. También dejan constancia de que controlaban laboratorios para la elaboración de la cocaína y aviones registrados en EE.UU para su transporte. Por esta operación iban a recibir de los mejicanos unos 15 millones de dólares. La distribución de este alijo en el primer mercado mundial de la cocaína la iba a reportar a la organización del Chapo unos ingresos brutos de unos 320 millones de dólares.

Que elementos de la guerrilla no han renunciado al suculento negocio del narcotráfico, a pesar de los compromisos adquiridos en tal sentido en el Acuerdo de Paz en el que se les amnistió en la práctica de esos mismo delitos cometidos con anterioridad no es un secreto para nadie. Que dirigentes guerrilleros que participaron en las negociaciones y en la firma de dicho acuerdo aparezcan implicados al más alto nivel es lo único novedoso.

Una vez que el caso sea revisado por la Jurisdicción Especial para la Paz y por la Corte Suprema de Justicia y la última palabra sobre la extradición la tiene el presidente de la República. Juan Manuel Santos ya aseguró que no habrá tolerancia con integrantes de las FARC que siguieran delinquiendo después de la firma de acuerdo. Cabe esperar que en esta ocasión,con unas elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, en las que la revisión del Acuerdo de Paz está en el programa de los uribistas que ganaron en la primera vuelta,  José Manuel Santos no vuelva a pecar del exceso de pragmatismo que le llevó en su día a entregar el capo Walid Maklée a la Venezuela de Chávez cuando había sido detenido gracias a la información aportada por Estados Unidos que había pedido su extradición.

Más amenazas

Pero la caída del dirigente guerrillero Santrich como capo del narcotráfico no es la única amenaza contra el ansiado proceso de paz colombiano. Unos 16 grupos de ex-guerrilleros con presencia en 48 municipios de Colombia se han automarginado del acuerdo. Según estimaciones estos grupos movilizan entre 400 y 2,500 disidentes que operan fundamentalmente en las zonas donde tiene mayor incidencia el narcotráfico. Entre ellas la de Nariño, al sudoeste del país, en la frontera con Ecuador. Allí opera el Frente Oliver Sinesterra que el pasado 26 de marzo secuestró a tres periodistas ecuatorianos que al final fueron asesinados. Ello ha llevado a las autoridades de ambos países a declarar la zona objetivo militar.

Por otra parte, está empezando a salir a la luz una mafia de intermediarios que trataba de manejar la chequera de los proyectos de paz en las zonas más damnificadas por el conflicto. Entre los nueve investigados por la fiscalía por estas actividades de intermediación con fines lucrativos está Marlon Marín, el sobrino de Iván Márquez, detenido con Santrich como enlace con el cártel de Sinaloa.

Su tío ya advirtió que «con estas detenciones el proceso de paz se encuentra en su punto más crítico y amenaza con ser un verdadero fracaso». Tiempo al tiempo.