Los jueces del Supremo brasileño abren la puerta de la cárcel a Lula

Miguel Piñeiro Rodríguez
miguel piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

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Vista de la masiva manifestación en Sao Paulo de los partidarios de que Lula da Silva sea enviado a prisión
Vista de la masiva manifestación en Sao Paulo de los partidarios de que Lula da Silva sea enviado a prisión MIGUEL SCHINCARIOL

Confirman su ingreso en prisión y dejan al expresidente casi sin posibilidad de recurrir

05 abr 2018 . Actualizado a las 08:43 h.

El pleno del Tribunal Supremo Federal de Brasil abrió anoche las puertas de la cárcel para que el expresidente Lula da Silva pase a cumplir 12 años y medio de prisión por corrupción y lavado de dinero. Los jueces denegaron el habeas corpus que pedía la defensa de Lula para extender sus recursos tras ser condenado en segunda instancia, y ahora queda a expensas de formalidades antes de que el instructor de la operación Lava Jato, Sergio Moro, firme su entrada en prisión, seguramente la semana que viene.

La negativa del recurso que podría al menos haber postergado el encarcelamiento de Lula fue ajustada y se definió por seis votos a cinco, un resultado que dejó en evidencia las serias discordias que concitó un caso que fue objeto de un enconado debate, informa Efe, que duró casi once horas.

El voto más esperado por los analistas era el de la jueza Rosa Weber, quien ha expresado su convicción personal de que una persona no puede ir a prisión hasta tanto sea agoten todas las apelaciones, pese a lo cual desde 2016 ha decidido en casos similares según la convicción expresada entonces por el pleno. En este caso, pese a que se conjeturaba que su visión sobre el asunto prevalecería sobre la jurisprudencia de 2016, Weber también rechazó el recurso en favor de Lula.

Weber decidió, contra su criterio individual, en favor de la tesis imperante entre los magistrados, y puso el 4 a 1 en el marcador contra el expresidente, en una jornada que mudará inevitablemente el panorama de las elecciones de octubre. La magistrada lanzó un mensaje a aquellos que la convirtieron en el centro de especulaciones: «Cualquiera que siguiese mis 42 años de carrera no tendría la menor duda de mi voto». Weber, contraria a la prisión por condenas en segunda instancia sin agotar todo el trayecto en los juzgados, argumentó su decisión en la necesaria «consistencia y coherencia de los jueces para dar tranquilidad y seguridad jurídica a la percepción que tiene la sociedad», y abundó en que «la individualidad tiene un lugar limitado para el voto mayoritario de la corte».

La decisión de Weber generó agrias críticas de sus compañeros Marco Aurelio Mello y Ricardo Lewandowski contra ella y contra la presidenta de la sala, Cármen Lúcia, por tratar el caso de Lula como una situación puntual y no como un tema de jurisprudencia.

Muchos creían que una decisión favorable a Lula provocaría una cascada de recursos de condenados en casos de corrupción y la defensa del expresidente tenía su mejor baza en que se tratara no como un caso concreto, sino extendido a todas las condenas en segunda instancia. En ese sentido, el voto del juez Gilmar Mendes, hasta la fecha azote del PT, fue decisivo para cambiar el paso de la sesión. «Siempre dijimos que la presión sería una posibilidad jurídica, no una obligación. Hubo personas que cumplieron penas indebidamente y fueron presas ilegalmente», expuso Mendes.

«La prisión en segunda instancia ha sido efectiva en la lucha contra la corrupción, y la presunción de inocencia no impide la ejecución de la pena», respondió el juez Alexandre Moraes. La presidenta de la sala, Cármen Lúcia, se revolvió con contundencia contra la intención de convertir la sesión en una discusión sobre la jurisprudencia del habeas corpus. Y a esa tesis se adhirió Weber para acabar con las esperanzas de Lula. El expresidente siguió la jornada desde la sede del Sindicato de Metalúrgicos, en São Bernardo del Campo, histórico centro sindicalista, donde pronto cundió el desánimo.

Ruido militar: «Tengo la espada preparada y espero órdenes»

Casi 24 horas de tormenta, rayos y lluvia torrencial habían apaciguado bastante los ánimos de los manifestantes en Brasília. La especial arquitectura y distribución de la capital brasileña convierte en el centro de la ciudad el eje monumental donde se cruzan los ministerios, el Senado, la Cámara de Diputados y la sede del Tribunal Supremo, y allí estaba el tráfico cerrado en kilómetros a la redonda para dar espacio a las convocatorias de grupos como Ven pra Rúa y Movimento Brasil Livre, en contra de Lula, y movimientos de izquierda y sindicatos como CUT, a favor del expresidente. La convocatoria de CUT subrayaba la pertinencia de ponerse en el lugar delimitado por la Policía Federal, ya que en el otro tendrían «enfrente a los fascistas».

Pero el clima enfrió la tensión en las calles de Brasilia, mientras que la noche anterior las protestas a favor de la cárcel para Lula tuvieron suerte desigual, comparadas con otras ocasiones. En Río Grande del Sur, una turba de manifestantes del Ven para Rúa quemó 11 muñecos que representaban a los jueces del Supremo. Pero donde de verdad se caldearon los ánimos fue en las redes sociales, después de un tuit del comandante Eduardo Villas Boas insinuando una respuesta militar si Lula lograse el habeas corpus. «El Ejército brasileño juzga compartir el anhelo de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad, y de respeto a la Constitución y a la democracia, así como se mantiene atento a sus misiones institucionales», escribió, lo que fue interpretado como un nuevo guiño público a una intervención militar que sobrevuela el ambiente político en Brasil.

Un general respondió al mensaje con gran entusiasmo diciendo que tenía «la espada preparada, la silla de montar lista y espero órdenes». Los mensajes tuvieron gran eco en los medios brasileños, provocando las críticas del PT, que considera que se introduce la disyuntiva en la opinión pública de que o Lula queda libre, o habrá un golpe militar. El presidente Michel Temer consideró el mensaje del comandante Villas Boas y las respuestas alentándolo una muestra de «libertad de expresión», y el Ministerio de Defensa vio apenas «preocupación con los valores y con el legado que queremos dejar a futuras generaciones, un mensaje de confianza y estímulo a la concordia».