Solo el 14 % de españoles sabe distinguir un «fake news», pero el 60 % cree que puede

Efe IRENE DE PABLO | MADRID

ACTUALIDAD

XOÁN A. SOLER

El 2017 ha sido el año de las noticias falsas, que han afectado desde las elecciones francesas hasta el procés secesionista en Cataluña

01 nov 2018 . Actualizado a las 18:33 h.

2017 ha sido el año de las noticias falsas, las «fake news» de las que empezamos a oír hablar con motivo de la campaña presidencial en Estados Unidos, que campan a sus anchas por las redes sociales y que han afectado desde las elecciones francesas hasta el procés secesionista en Cataluña.

El mayor peligro de esas falsas informaciones es su apariencia de veracidad, algo que hace que solo un 14 % de los españoles sea capaz de distinguir una «fake news», aunque un 59,5 % piense que pueden hacerlo, según los el «I Estudio sobre el Impacto de las Fake News en España» realizado por la empresa de investigación social y estudios de mercado Simple Lógica, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid.

Ese estudio, en el que participaron dos mil personas en toda España, refleja que los jóvenes son menos vulnerables a las noticias falsas, aunque aún así tres de cada cuatro no sabe diferenciar informaciones ficticias de las reales. El porcentaje de quienes se creen las «fake news» se dispara al 92 % en el caso de las personas mayores de 55 años.

No hay diferencias por sexos respecto a la credulidad de los encuestados, ya que hombres y mujeres tuvieron las mismas dificultades para «cazar» las noticias falsas que se les plantearon en el estudio, aunque las mujeres demuestran ser más realistas, ya que un 45 % cree poder identificar una noticia falsa, frente al 65 % de los hombres que aseguran que no se dejan engañar.

Cuando se pregunta a quienes dicen ser capaces de distinguir entre noticias falsas y verdaderas sin dificultad cómo lo hacen, el 29,6 % se refiere a la irrealidad del contenido, un 17,9 % cita «titulares demasiado alarmistas, ridículos o improbables» y un 3,1 % habla de sentido común. Además de por el contenido, un 26,9 % dice que desconfía más o menos en función del medio que publica la noticia y de quien la firma (7,7 %); solo un 5,8 asegura que trata de contrastar o verificar la información.

Ese mismo estudio sostiene que el 4 % de los españoles reconoce haber creado una noticia falsa alguna vez, aunque solo la mitad admite haberla difundido finalmente. Un 71,8 % de quienes reconocer haber creado un «fake» asegura haberlo hecho por diversión, pero un 3,5 por ciento dice que los hizo «por trabajo» y un porcentaje similar, 3,3 por ciento, «por perjudicar a un enemigo o rival».

Campo de batalla: Cataluña

Y es que la intención de perjudicar al rival, casi siempre político, parece estar detrás de la mayoría de las noticias falsas que circulan por las redes en Estados Unidos y Europa. En España, el desafío soberanista ha supuesto, según los expertos, un destacado campo de batalla para las «fake news» especialmente durante la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre y las elecciones del 21 de diciembre.

La divulgación de fotografías en las redes sociales que ni siquiera habían sido tomadas en esas fechas, algunas modificadas con editores fotográficos, y se compartieron todo tipo de hechos falsos con el fin de generar polémica, tal y como ha señalado «Maldito Bulo», una plataforma española especializada en desmentir informaciones falsas.

Javier Lesaca, investigador visitante en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington, plasmó en un estudio publicado en el diario El País que, de las 5.029.877 publicaciones en las redes sociales sobre la crisis catalana entre el 29 de septiembre y el 5 de octubre, solamente el 3 % provenían de «perfiles reales fuera de las ciber-redes rusas y venezolanas».

Las noticias falsas también inundaron las citas políticas importantes celebradas en la Unión Europea; la empresa de ciberseguridad española Panda Security subraya, de hecho, que durante las elecciones presidenciales francesas, de junio de 2017, la campaña de Emmanuel Macron sufrió una «acción de hacking masiva y coordinada que resultó en el robo de información interna, incluyendo correos electrónicos», que llegaron a difundirse en las redes sociales a través del hashtag #MacronLeaks, y que se convirtieron en «trending topic» mundial esa misma noche.

La campaña electoral holandesa, de marzo anterior, también estuvo marcada por las noticias adulteradas: el candidato ultraderechista Geert Wilders compartió noticias falsas a través de su cuenta de Twitter, como ocurrió con el montaje fotográfico que mostraba a su rival político en una protesta islamista radical.

Sensibilizada con las repercusión de las noticias tendenciosas, Alemania aprobó el pasado año una legislación que obliga a las plataformas «sociales» a eliminar contenido 'ilegal' (en el país germano está prohibido promover la ideología nazi o negar el Holocausto) que hubiera sido denunciado con el fin de evitar una crisis social o política por influencia de las «fake news».

Redes sociales y noticias falsas

Las redes sociales se ha convertido en fuente privilegiada para adquirir información y es ahí donde las «fake news» hallan su espacio de difusión. Reuters Institute constata que, en el marco de la UE, el 58% de los españoles utilizan las redes sociales como principal fuente de información, solamente superados por Portugal, con un 62%. En menor medida, Suecia (51%), Austria (45%), Francia (38%) y Alemania (29%) conceden igualmente protagonismo a las redes sociales como vehículo informativo, según este instituto de investigaciones británico.

Las noticias manipuladas encuentran así en las redes sociales un medio fácil y rápido para propagarse: su contenido no es comprobado, los titulares son llamativos y desconcertantes pero satisfactorios para ciertas ideologías, y alcanzan a un gran número de personas.

Es esa facilidad de acceso y capacidad de multidifusión de las redes sociales, en concreto, e internet en general, lo que permite la extensión de las noticias deshonestas.

En general, tres son los motivos por los que los consumidores de internet comparten las noticias falsas. El primero de ellos es económico. Es fácil crear un sitio web y monetizarlo a través de la publicidad. Aquellas noticias falsas con contenidos llamativos y polémicos suelen hacerse virales, consiguiendo miles de visitas y generando un gran beneficio económico para la web en cuestión. Además, muchas de esas páginas son regentadas por jóvenes. Investigaciones llevadas a cabo por el diario británico The Guardian y la web estadounidense «BuzzFeed» revelaron que más de 100 sitios web que generaban noticias falsas consumidas por estadounidenses estaban a cargo de un grupo de jóvenes afincados en Veles, un pequeño pueblo de Macedonia. También descubrieron que el sitio web responsable de cuatro de las diez noticias falsas más populares de Facebook pertenecía al de un rumano de 24 años.

La ideología constituye el segundo factor de generación de informaciones amañadas. Los creadores de estas noticias son afines a determinados partidos e ideologías y su finalidad es que ciertos candidatos, medidas o partidos políticos consigan acceder o mediatizar al poder. La plataforma EU vs Disinfo, una unidad antipropagandística de la UE que pretende desmentir las «fake news» que afectan a la Unión, dice haber «identificado y desacreditado más de 3.500 casos de desinformación» desde septiembre del 2015 y, según el diario británico The Guardian, dedica 1 millón de euros al año para contrarrestar las noticias falsas prorrusas.

Finalmente, el tercer factor asociado a la formación y difusión de «fakes news» se refiere a algo tan antiguo como hacer mal y/o dañar al otro u otros. Denostar, menoscabar o despreciar, incluso mediante la broma, es algo muy habitual en las redes sociales y tiene enorme gancho entre el gran público anónimo que está a un »click« de pantalla.

Consecuencias a largo plazo

El gran riesgo de la desinformación originada en las «fake news» es la confusión que genera en los receptores a largo plazo. Una encuesta realizada por la web estadounidense BuzzFeed expone que, por ejemplo, un 64% de los preguntados creyó fiable el titular «El Papa Francisco apoya a Donald Trump», que alcanzó las 960.000 interacciones en redes sociales; y la «fake news» de que «Hillary Clinton vendió armas al ISIS» obtuvo 789.000 respuestas en Twitter.

Un 64% de los preguntados creyó fiable el titular «El Papa Francisco apoya a Donald Trump»

«The Journal of Academic Perspectives» asegura, incluso, que un 15 % de los americanos cree que Barack Obama nació en otro país a EE.UU. tras las noticias falsas generadas en este sentido.

Para mitigar sus efectos negativos, los países europeos han comenzado a tomar medidas ante la amenaza de la desinformación. El comisario europeo para la Unión de la Seguridad, Julian King, explicó que la UE ha puesto en marcha un grupo de trabajo para contrarrestar las noticias falsas, con el fin de promover buenas prácticas en los medios de comunicación, así como prevenir campañas de desinformación.

Recientemente, el presidente de Francia, François Macron, anunció una ley en su país para proteger a los ciudadanos de la desinformación. Todos los gobiernos occidentales coinciden en que las «fake news» son una amenaza para las democracias occidentales y la difusión de noticias falsas es un problema grave para sus sociedades.

España, muy sensibilizada al respecto, aprobó a finales del pasado diciembre su nueva Estrategia de Seguridad Nacional que incluye por primera vez la amenaza, táctica y estratégica, de los ciberataques y las «fake news». Además, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, anunció recientemente que propondrá la creación de un grupo de trabajo en el Congreso, integrado por diputados y responsables de medios de comunicación, para abordar »la guerra de la información«, al considerar que las noticias falsas constituyen »uno de los mayores retos para los sistemas de defensa de las democracias«.