Protestas en Corea del Sur por la presencia de sus vecinos
09 feb 2018 . Actualizado a las 08:21 h.Una de cal y otra de arena es todo lo que Kim Jong-un está dispuesto a ofrecer a sus vecinos del Sur. El dictador muestra su doble cara al exhibir sus misiles más potentes en un desfile militar celebrado justo en la víspera del inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur mientras, por otro lado, envía a su hermana a una reunión histórica con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, acordada para mañana sábado.
El líder norcoreano, vestido imitando a su abuelo con abrigo largo negro y un sombrero, y su mujer, Ri Sol-ju, presenciaron el desfile conmemorativo de la fundación del ejército norcoreano, una fecha que durante años se ha celebrado el 25 de abril. Entre el arsenal mostrado en la imponente plaza de Kim Il-sung destacaron cuatro enormes misiles intercontinentales Hwasong-15, capaces de alcanzar territorio estadounidense, tres Hwasong-14 y seis Hwasong-12 de rango intermedio. Una exhibición de fuerza a la que no tuvo acceso la prensa extranjera, a menudo invitada por el régimen en este tipo de efemérides.
Todo apunta a que Kim Jong-un quiere enseñar los dientes y dejar claro que no renunciará a su programa nuclear mientras tiende la mano a negociaciones que contribuyan a rebajar la tensión en la península. Dar demasiado protagonismo al desfile desbarataría la estrategia de distensión.
«Nuestro ejército debe mantener un alto nivel de entrenamiento militar y acelerar su preparación para la batalla. Por lo tanto, no debemos permitir que los invasores infrinjan o ridiculicen nuestra dignidad y soberanía de nuestra sagrada madre patria», afirmó Kim Jong-un ante la cúpula del régimen, miles de militares y ciudadanos con pompones y flores rosas.
Calma olímpica
A la misma hora que los blindados desfilaban en Piongyang, en la villa olímpica surcoreana de Gangneung, decenas de animadoras y una banda de música acompañaban a la extensa delegación de atletas norcoreanos en el izado de bandera. Horas más tarde, el grupo de 140 artistas que forman la Orquesta Samjiyon ofreció un concierto cuyas entradas se agotaron en cuestión de horas. Ambos colectivos representan la cara amable del régimen.
A las puertas del auditorio donde tuvo lugar el concierto, la división de la sociedad surcoreana ante la presencia de sus vecinos del norte era patente. «Que se vayan, queremos que sean los Juegos Olímpicos de Pyeongchang, no de Piongyang. Están politizando algo que debería ser deportivo y cultural», explicó a La Voz Jung Mae-in, un jubilado que protestaba mientras agitaba banderas surcoreanas y estadounidenses. «El desfile muestra que la postura de Kim Jong-un no es sincera», añadió.
Una de las claves de la estrategia de Kim Jong-un podría aclararse en la reunión histórica que celebrarán el sábado los altos cargos norcoreanos, entre ellos la hermana de Kim Jong-un, con el presidente surcoreano.