El sector automovilístico alemán experimentó con humanos y monos

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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THOMAS KIENZLE | Afp

Volkswagen, BMW y Daimler buscaban rebatir la teoría de que el dióxido de nitrógeno es nocivo para la salud

30 ene 2018 . Actualizado a las 11:25 h.

No han pasado ni tres años desde que saliera a la luz que Volkswagen manipuló sus motores diésel con intención de burlar los estrictos controles medioambientales de las autoridades estadounidenses, y el sector automovilístico alemán, pilar económico de la primera potencia europea, ya está implicado en un nuevo escándalo. Al parecer VW, BMW y Daimler financiaron pruebas con humanos para intentar rebatir la teoría de que las emisiones contaminantes son nocivas para la salud, según publicaban ayer varios medios germanos, entre ellos el Süddeutsche Zeitung y el Stuttgarter Zeitung.

La caja de pandora la abrió The New York Times. El diario revelaba que la Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el Transporte (EUGT), una entidad fundada por los tres consorcios, encargó una investigación al laboratorio Lovelace Biomedical de Alburqueque, Nuevo México, que consistía en encerrar a diez macacos en una recámara y ponerles a inhalar durante horas el gas de los tubos de escape de un Volkswagen Beetle y de un modelo de Ford similar. Después, los monos fueron anestesiados y entubados para examinar sus órganos, de acuerdo con el testimonio del científico encargado. Los ensayos, que se llevaron a cabo en 2015, pretendían determinar los efectos que tiene el dióxido de nitrógeno sobre el sistema respiratorio y sanguíneo.

Paralelamente, entre el 2012 y el 2015 un instituto del Clínico Universitario de la ciudad alemana de Aquisgrán realizó ensayos con 25 personas sanas. La conclusión, publicada un año más tarde, fue que los gases no irritaban las vías respiratorias y por tanto no eran cancerígenos, al contrario de lo que sostiene la Organización Mundial para la Salud. No obstante, el propio director de dicho instituto, Thomas Kraus, explicó que los resultados no son extrapolables a toda la población y que el dióxido de nitrógeno (NO2) solo representa una parte de los gases contaminantes. La EUGT, con sede en Berlín, fue clausurada en el 2017, como consecuencia del escándalo de la manipulación de emisiones. Pero las nuevas pruebas han abierto un debate ético. «Cuando los patrocinadores son precisamente los más implicados en estos estudios la cuestión empieza a volverse turbia», apunta Peter Dabrock. El presidente del Consejo de Ética alemán se remite a la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, que indica que las investigaciones científicas con personas solo se justifican cuando la relevancia del estudio es mayor que los riesgos para la salud de los sujetos con los que se experimenta. Quedó claro que no es el caso y llegó la avalancha de críticas.

«Lo que tienen que hacer los fabricantes con las emisiones es reducirlas y no pretender demostrar que no son dañinas con ayuda de experimentos con monos y humanos», denunció el portavoz del Gobierno de Angela Merkel. Steffen Seibert calificó los ensayos de injustificables desde el punto de vista ético y científico, al tiempo que apeló a los consorcios a aclarar sus intenciones. En la misma línea se expresaron los ministros de Transportes y de Sanidad, conscientes de que este es un nuevo golpe para el sector.

Conscientes de ello, BMW y Daimler se distanciaron de los experimentos, al asegurar que no se emplearon coches de ninguna de sus marcas y que los test fueron impulsados promovidos por Volkswagen. También el presidente del Consejo de Vigilancia de VW se desmarcó de unas prácticas que tachó de «incomprensibles». «Haré todo lo que esté en mi mano para que esos sucesos sean aclarados completamente. El responsable tendrá que rendir cuentas», declaró Hans Dieter Pötsch.