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La crecida del río puede convertirse el sábado en la mayor de los últimos 30 años
26 ene 2018 . Actualizado a las 07:28 h.Los parisinos observan estos días la estatua del zuavo que hay en el puente de Alma con inquietud. El soldado napoleónico de piedra es desde hace 150 años la referencia absoluta para saber inmediatamente cuándo el Sena aumenta su caudal y cuándo uno debe empezar a preocuparse. Si el agua le llega a los pies, París está en problemas, pero ayer ya le sobrepasaba las rodillas. La crecida amenaza con convertirse en la peor en la capital desde hace más de 30 años.
Después de una época de fuertes lluvias, el nivel del Sena aumentó dramáticamente en la noche del jueves al viernes de la semana pasada. El prefecto de la policía, Michel Delpuech, anunció el pasado miércoles que el desbordamiento alcanzará su punto álgido mañana sábado, con un caudal 4 metros más alto de lo habitual y con el zuavo hundido hasta las caderas.
«Nos encaminamos al nivel de la crecida del 2016 (6,10 metros)», año que por ahora ostenta el título de la peor en tres décadas, declaró. En junio de hace dos años la crecida bloqueó el acceso a las orillas, el tráfico de varios trenes e incluso obligó al museo del Louvre a sacar varias obras de los sótanos por peligro de inundación. Según las previsiones, hoy llegará a «entre 5,30 y 5,60 metros y el máximo probable se situará entre los 5,80 y 6,20 metros este fin de semana a partir del sábado».
Desde el miércoles, la circulación de una de las tres líneas de cercanías ha sido cortada y 23 departamentos del Sur-Este, Este, Normandía e Isla de Francia permanecen en alerta naranja por riesgo de crecidas e inundaciones. El Louvre se ha visto obligado a remangarse de nuevo y ha cerrado su nivel inferior por precaución. El Museo de Orsay, situado a pocos metros de la orilla, también ha comenzado a sacar varias obras de sus reservas.
Récord y medidas
Después de la crecida de 1910, la mayor en la historia reciente de con 8,65 metros, las autoridades regionales comenzaron a trazar un plan para evitar que las calles volviesen a convertirse en canales. Entre 1949 y 1990 se construyeron cuatro grandes lagos artificiales de retención en la región de Isla de Francia, llamados los Grandes Lagos del Sena, para de este modo aligerar el caudal del río antes de su paso por París.
Sin embargo, la medida no ha logrado frenar los sucesivos desbordamientos. Las reservas están demasiado lejos de la ciudad y los afluentes que desembocan en el Sena entre los lagos y la urbe son suficientemente importantes como para provocar inundaciones.
En el 2011, el Gobierno regional puso a debate la cuestión de la creación de un quinto lago para retener 55 millones de metros cúbicos en caso de desbordamiento del Sena o del Yonne, uno de sus afluentes más caudalosos, con la construcción de 7,8 kilómetros de diques y un coste de 100 millones de euros. No obstante, las asociaciones medioambientales pusieron en duda su eficacia ya que la inundación del 2016, por el momento la mayor en 30 años, se produjo tras el desbordamiento de pequeños afluentes más cercanos a París, como el Loing, el Yerres o el Orge.