Leches de fórmula, ¿aliadas o enemigas?

lucía vidal REDACCIÓN / LA VOZ

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Lucía Vidal / Daniel Portela / Álex López-Benito

Un 30 % de las mujeres no llega al año de lactancia y solo el 7 % la alarga más allá de los doce meses

16 ene 2018 . Actualizado a las 07:58 h.

Hasta mediados del siglo XIX las mujeres que no amamantaban a sus bebés recurrían a las nodrizas. A partir de esa época se empieza a estudiar la posibilidad de crear un sustituto razonable tomando como referencia los contenidos en nutrientes de la leche materna. Tras muchas pruebas, en 1951 sale al mercado la primera leche artificial para lactantes. Aunque la leche materna es el alimento idóneo para los lactantes hasta los 6 meses, las fórmulas adaptadas se han convertido en la mejor alternativa posible.

EN POSITIVO

1 Sin ser una copia de la leche materna, las leches de fórmula «contienen todas las sustancias para que el niño crezca de forma óptima», asegura la pediatra Teresa Valls. «Son casi iguales», puntualiza Elisa Puga, farmacéutica especialista en Nutrición, que mantiene que un bebé criado de esta forma está «perfectamente alimentado. Ningún padre debe sentirse culpable por ello».

2 Muchas mamás encuentran dificultades a la hora de dar el pecho a sus hijos cuando estos no se agarran bien al pezón. En este sentido, la succión siempre va a ser más fácil con la tetina del biberón pero «pueden mal acostumbrarse cuando se combinan ambas prácticas o que la madre se quede antes sin leche», advierte Elisa Puga.

3 La leche de vaca no se recomienda «nunca por debajo de los 12 meses de edad» aconseja Teresa Valls. A partir del año, y si el niño tiene una dieta equilibrada, no necesita tomar leches especiales. «La de vaca cubre perfectamente sus necesidades».

4¿Es segura la industria alimentaria? Inevitable hacerse esta pregunta tras lo ocurrido con la marca Lactalis, que ha tenido que retirar del mercado millones de litros de leche infantil tras un brote de salmonela. Para la nutricionista Marta Losada Tenreiro, este episodio demuestra que «son seguras porque en cuanto se detecta un riesgo se eliminan. Están muy controladas».

EN NEGATIVO

1 Las leches artificiales nunca podrán suplir el acto de lactar, con beneficios para el bebé -anticuerpos que protegen de la diarrea y la neumonía, por ejemplo- y para la madre -reduce el riesgo de cáncer de mama y ovario y ayuda a controlar el peso-. A largo plazo, y según la OMS, el niño alimentado con leche materna presenta tensión arterial más baja y menos colesterol, sobrepeso o diabetes tipo 2.

2 Donde también encontramos diferencias es en la composición. Las leches de fórmula contienen básicamente hidratos de carbono (fundamentalmente lactosa), proteínas (seroproteínas y caseína), y grasas, además de oligoelementos, minerales y vitaminas adaptados a cada edad. Las leches artificiales, asegura la farmacéutica Elisa Puga, «son como su nombre indica, sintéticas, químicas, a partir de legumbres sobre todo. El DHA es un tipo de ácido graso que se encuentra de manera natural en la leche materna y es esencial para el desarrollo del cerebro» En las etiquetas de muchos botes encontrarán también un ‘temido’ ingrediente: aceite de palma. «El problema no es tanto el aceite en sí sino el producto que lo lleva, que es procesado: bollería industrial, pan de molde... » matiza la nutricionista Marta Losada. «Lo que hay que hacer es evitarlo una vez dejen de tomar la leche de fórmula. Y ni la fruta ni la verdura ni el pescado contienen aceite de palma».

3 Además de fórmulas de inicio (las que se emplean para sustituir a la leche materna hasta los 4-6 meses) y de continuación -con mayor contenido en proteínas y hierro- existen las llamadas fórmulas especiales. Las antirregurgitación llevan espesantes, las antiestreñimiento grasas modificadas para que las heces sean menos duras, las complementadas con nucleótidos tienen efectos beneficiosos en la estimulación de la inmunidad, las vegetales se elaboran con proteínas de soja y las leches para prematuros son más calóricas, con el fin de fomentar el crecimiento.

4 El problema de las alergias e intolerancias va en aumento. «Los alimentos son mucho más procesados, con lo cual aparecen cada vez a edades más tempranas» reconoce la farmacéutica Elisa Puga. «Algunos niños presentan alergia a la proteína de la leche de vaca -explica la pediatra Teresa Valls-. Esta se manifiesta como una reacción inmediata y severa con síntomas digestivos (vómitos, diarrea...) y extradigestivos (erupción cutánea, dificultad respiratoria, palidez, decaimiento...) Es un cuadro grave que puede derivar incluso en muerte si no se trata de forma inmediata». Para estos casos existen las llamadas fórmulas hidrolizadas, las mismas que se emplean para los intolerantes a esta misma proteína. La intolerancia a la lactosa tiene que ver con la dificultad de digerir este hidrato de carbono, que afecta a una pequeña parte de la población. «Casi siempre se produce como consecuencia de una diarrea aguda, normalmente vírica, y es leve y reversible. Se resuelve con leche sin lactosa durante unas semanas», asegura Valls.