Maduro, Assange y los ultraderechistas Farage y Le Pen lideran el escaso respaldo internacional a la independencia catalana, a pesar de los esfuerzos de la Generalitat
17 oct 2017 . Actualizado a las 08:12 h.De poco le han servido a Carles Puigdemont los 39,6 millones que la Generalitat presupuestó para el 2017 en el mantenimiento de sus embajadas por medio mundo. Tampoco se han traducido en un incremento de apoyo internacional los viajes del consejero de Asuntos Exteriores, el excomunista Raúl Romeva, por medio mundo en busca de reconocimiento a la aventura secesionista que Junts pel Sí y la CUP protagonizan en Cataluña.
Así, la nómina de apoyos foráneos al desafío independentista catalán no puede presumir de demasiado fuste político. Los compañeros de viaje de los secesionistas son algunos de los más repudiados en la escena política internacional: destacados dirigentes de la ultraderecha, como el inglés Nigel Farage, presidentes poco respetuosos con los derechos humanos, como Nicolás Maduro, o sospechosos de cooperar con Vladimir Putin en cualquier maniobra destinada a desestabilizar a las democracias occidentales, como Julian Assange, quizá el más activo en la promoción de las iniciativas de la Generalitat tras recibir la fundación para la que trabaja un contrato de 60.000 euros otorgado a dedo por el Gobierno catalán.
El último de esos poco deseables aliados internacionales que se ha sumado a la causa es el finlandés Jussi Alla-ho, un polémico eurodiputado que lidera el ala más radical del partido de ultraderecha del país nórdico y que atesora en su expediente judicial varias condenas, entre ellas una por xenofobia. También está considerado un supremacista blanco que considera que las versiones del Holocausto nazi son exageradas. Declaró que las mujeres políticas de su país merecían ser violadas y llegó a acusar a Mahoma de ser un pedófilo, entre otros exabruptos.
No mucho más moderado es el holandés Geert Wilders, un islamófobo que viaja siempre con chaleco antibalas por las numerosas amenazas de muerte que ha recibido por sus manifestaciones contra los musulmanes.
El ultraderechista Frente Nacional francés, de Marine Le Pen, también se posicionó inicialmente a favor de la independencia catalana, apoyando todas las iniciativas a favor de los secesionistas en el Parlamento Europeo. La postura de Le Pen tiene más que ver con todo lo que significa resquebrajar la Unión Europea que con el apoyo a los independentistas, ya que Francia podría afrontar un problema similar al catalán en regiones como Córcega o incluso la Bretaña, que cuentan con movimientos secesionistas activos.
Odio al proyecto europeo
También el odio al proyecto común europeo es lo que impulsa a Nigel Farage a decantarse por promocionar la secesión de Cataluña, igual que otros líderes de la ultraderecha europea como el austríaco Heinz Christian Strache, que podría entrar en el Gobierno de la mano del joven Stefan Kurz; o el teutón Jens Eckleben, de Alternativa por Alemania. Otro apoyo de ideología similar llega del partido independentista de la región belga de Flandes, Vlaams Belang, considerado como un grupo racista, xenófobo y homófobo. Su portavoz, Bart Laeremans, se ha convertido en un activo propagandista de los secesionistas, quizá pensando en aplicar un modelo similar para Bélgica.
Desde el otro lado del espectro ideológico, la extrema izquierda, Cataluña ha encontrado el incondicional respaldo de Nicolás Maduro, quizá como modo de pagar las visitas de la diputada de la CUP Anna Gabriel a Venezuela para apoyar a su régimen, así como también en sintonía con sus principales aliados en España: Podemos, las mareas e Izquierda Unida, entre otros.
Algunas fuentes sitúan también entre los apoyos de los independentistas catalanes al presidente ruso, Vladimir Putin, algunos de cuyos medios más próximos se han posicionado claramente a favor de las tesis de Puigdemont y los suyos. Algunos analistas consideran que Rusia, además de su esfuerzo por dinamitar la Unión Europea, entiende que el desafío catalán puede avalar el papel de su Gobierno en Ucrania.
Los raelianos y Koffi Annan
Al margen de ese puñado de estadistas internacionales, Puigdemont también ha conseguido una declaración de apoyo del presidente del Movimiento Raeliano, una secta de triste recuerdo que proclama que los terráqueos no estamos solos en el universo.
Y ocho premios nobel de la paz, entre ellos Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez Esquivel, también firmaron un manifiesto de más de un centenar de personalidades exigiendo una salida dialogada. Esa postura también es respaldada por el exsecretario general de la ONU Koffi Annan.
Alemania pide una solución en el marco constitucional y Manuel Valls ve a Cataluña «en un callejón sin salida»
Aunque Carles Puigdemont en su respuesta de ayer al requerimiento del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le recordaba que la Generalitat había suspendido la declaración unilateral de independencia «atendiendo a la petición de numerosas personas y entidades internacionales, españolas y catalanas», lo cierto es que ese respaldo internacional a una Cataluña fuera de España sigue sin aparecer.
Ayer, el varapalo llegó del ex primer ministro francés Manuel Valls, cuya familia es originaria de Barcelona, que negó la posibilidad de una mediación europea. «La independencia en Cataluña es un callejón sin salida que no cuenta con respaldo internacional», dijo antes de recordar que la comunidad autónoma «tiene mucho que perder en esta historia, como la autonomía, las empresas y la convivencia».
«La idea misma de independencia de Cataluña es contraria a la identidad catalana y la identidad catalana consiste en ser catalán, español y europeo y si se quita una de esas partes ya no hay Cataluña», sentenció.
También contundente se mostró el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, que ayer aseguró que cualquier solución al desafío secesionista de la Generalitat «debe afrontarse en el marco de la Constitución española».
Gabriel quiso precisar unas declaraciones efectuadas antes del inicio de una cumbre comunitaria en Luxemburgo, donde había explicado que «estamos muy contentos de que ahora haya margen de maniobra, porque ahora todos pueden negociar -y esperamos que quieran hacerlo- y rebajar las tensiones». El ministro de Asuntos Exteriores alemán recalcó que cualquier exigencia de los separatistas debe pasar por el respeto al marco legal vigente en España.
Suiza asegura que «ahora no se dan» las condiciones para facilitar una mediación
Una de las versiones difundidas desde la Generalitat sobre las causas de la suspensión de la declaración unilateral de independencia la pasada semana era que se había producido un fuerte movimiento de presión internacional en favor de una mediación. El entorno de Jordi Turull, uno de los hombres fuertes de Carles Puigdemont en la Generalitat, filtró de inmediato que Suiza era uno de los países que podría impulsar el diálogo entre Cataluña y España. El Gobierno suizo recalcó ayer de forma oficial que las aspiraciones independentistas de Cataluña son un asunto interno de España que deben abordarse dentro del ordenamiento constitucional y que las condiciones para una hipotética facilitación de un diálogo entre las dos partes no se dan de momento.
El Ministerio de Asuntos Exteriores suizo respondió así a Efe a raíz de un artículo publicado por el diario Blick que cita al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, afirmando que «Cataluña está decidida y sinceramente dispuesta a un diálogo con Madrid en el caso de que el Gobierno suizo aceptase una mediación». La diplomacia suiza «ha tomado nota de los últimos acontecimientos en Cataluña», indicó el portavoz de Exteriores, Pierre-Alain Eltschinger.
Subrayó que «las aspiraciones independentistas de Cataluña son un asunto interno de España que se deben abordar dentro del ordenamiento constitucional español» y que «Suiza respeta plenamente la soberanía de España».
El portavoz precisó que en cualquier caso «una facilitación» en el caso catalán «solo puede darse si ambas partes la solicitan». «Por el momento las condiciones para una facilitación no se dan», afirmó