Barcelona pierde la capitalidad editorial en castellano por el órdago independentista

G. N. REDACCIÓN / LA VOZ

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ALBERTO ESTÉVEZ | Efe

La advertencia de Penguin Random House puede dinamitar definitivamente la hegemonía

13 oct 2017 . Actualizado a las 07:18 h.

«Sóc català però també sóc espanyol». Con esta sentencia zanjaba cualquier posibilidad de aceptar una posible independencia de Cataluña el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara Bosch, que, poco antes de su fallecimiento en el 2015, en sus últimas apariciones en las veladas del premio Planeta le habló muy francamente al entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas: se llevaría su imperio fuera de Cataluña, ya fuese a Zaragoza, Cuenca o Madrid. «No tendría otra opción que el traslado, yo seguiría viviendo aquí pero tendría que mover la sede de las editoriales españolas a España, de la misma forma que ya ahora las editoriales con participación francesa las tenemos ubicadas en París», aclaró para hacer un llamamiento a la concordia y advertir que la secesión sería «un mal irreparable para unos y otros».

Pues bien, Planeta se ha ido. Su razón social figura ya en Madrid, en la calle Josefa Valcárcel número 42. Más allá de su propio sello (fundado en Barcelona en 1949), se marchan otros estrechamente vinculados a Cataluña y a la capitalidad editorial de Barcelona en el mundo del libro en español: Destino, Seix Barral, Ariel, Minotauro (creada en 1955 en Buenos Aires por el gallego Francisco Porrúa, que la instaló en Barcelona 20 años después), Paidós o Tusquets.

El hólding integra casi medio centenar de sellos que publican en español y ello (junto con los medios de comunicación) lo convierte en el principal grupo editorial del mercado hispanoamericano y el séptimo conglomerado mundial, con una facturación anual de más de 3.300 millones.

Su salida de Cataluña deja tocado el equilibrio en España que, según datos del Ministerio de Cultura, otorga la hegemonía a Barcelona con el 49,5 % de la edición, frente al 43,4 % de Madrid. Y que podría quedar en un reparto bien diferente: más de 60 % para Madrid y un 30 % para Barcelona.

Eso si el otro hólding con sede en Barcelona, el gran rival de Planeta, Penguin Random House (con casi 40 editoriales y cuyo 75% está en manos del hólding germano Bertelsmann), no confirma sus temores. Ya aclaró que sigue con preocupación la crisis y que, de darse la independencia, adoptarán medidas «para defender los intereses de autores, lectores y empleados». Es decir, la marcha. Y agrupa marcas de solera como Lumen, Mondadori, Debate, Alfaguara, Plaza & Janés, Aguilar, Vergara, Grijalbo, Montena o Taurus.

Otros sellos independientes de gran prestigio y tamaño mucho menor, como Salamandra, Malpaso o Libros del Asteroide (fundado por el vigués Luis Solano) siguen con preocupación los acontecimientos y no descartan verse obligados a tomar decisiones.

Además de editoras, Barcelona también alberga un gran número de agencias literarias como Balcells, Pontas, Schavelzon, Silvia Bastos, Antonia Kerrigan, The Foreign Office, Casanovas & Lynch, Sandra Bruna, VicLit, Ute Körner, STA o CBQ.

La edición en España

En el 2016 la facturación total fue de 2.317 millones de euros, y, de ellos, las editoras de Barcelona acapararon casi 1.170 millones de euros.

 Otros sellos en Cataluña Además de los grupos Planeta y Penguin, están Anagrama, RBA, Acantilado, Minúscula, Galaxia Gutenberg, Atalanta, Edhasa, Ático de los Libros, Roca, Candaya, Sajalín, Alpha Decay, Gedisa, Blackie Books, Días Contados, Rayo Verde, Marbot, Rata, Zorro Rojo, Jus, Alba, Plataforma, Alfabia...

Dan Brown dice que ama a Cataluña y a España y que lo que pasa es «doloroso»

El escritor estadounidense Dan Brown, autor de superventas como El código Da Vinci y cuya última novela Origen se desarrolla en Barcelona, Bilbao, Madrid y Sevilla, expresó ayer su tristeza por la crisis catalana: «Amo a Cataluña, amo a España, espero que logren solucionarlo, es una situación dolorosa pero también un signo de los tiempos», afirmó Brown preguntado en la Feria del Libro de Fráncfort. «Una de las cosas por las que elegí España es esa idea de lo nuevo y lo viejo, porque tiene una antigua y rica tradición de historia católica [...] y, por otra parte, un increíble pensamiento innovador y una mentalidad científica de progreso», añadió.