Houston busca refugio a más de 30.000 damnificados por el paso del «Harvey»

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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«Lo peor aún está por llegar», advierte el gobernador de una Luisiana en alerta

29 ago 2017 . Actualizado a las 11:52 h.

Houston es una ciudad fantasma. La parálisis solo se rompe con el ir y venir de barcos, kayaks o motos de agua que llevan días cambiando su función de recreo, por la de salvar vidas. «¿Hay alguien dentro?», pregunta uno de los agentes que ayuda en los rescates. «¡Hola! Me llamo Kate», contesta sonriente una niña de siete años. El agua le llega por la cintura. Su madre le sigue con un bebé de apenas tres años y un perro en brazos. Su rostro es el de una mujer rota, que sabe que todas sus pertenencias se quedan entre las paredes de la que era «la casa de sus sueños».

Esta una de las decenas de imágenes recogidas por las televisiones estadounidenses, que siguen mostrando los efectos más crueles de la tormenta tropical Harvey. Un fenómeno que ha convertido en ríos las calles de la cuarta ciudad más grande de EE.UU., donde miles de personas esperan a ser rescatadas. Es el caso de John McMillian, de 70 años. El Harvey le cogió a él y a su mujer Debbie en un hotel. Estaban en la ciudad porque John necesitaba cinco días de tratamiento para tratar su leucemia en el hospital Anderson Cancer Center, cerrado ahora por la tormenta.

Los equipos de rescate no dan abasto y cientos de residentes siguen atrapados en sus casas. Algunos recurrieron a las redes sociales para obtener ayuda: «¡Mi hermana necesita ayuda!».

La incertidumbre es el estado de ánimo que reina en todo el sur de Texas, que se enfrenta además a otras inquietantes amenazas. En condados como el de Jefferson trabajadores de Gator Country han dado la voz de alarma ante la posibilidad de que la subida del agua provoque que 350 cocodrilos se escapen del pantano. «No sabemos qué hacer», alertó Gary Saurage, en KFDM.

Por si esto no fuera suficiente, todo el área de Houston está bajo amenaza de tornados. «No paran de sonar las alertas de los teléfonos», confirma Henry a uno de los periodistas que además de recoger testimonios ayuda a sacar a la gente de sus casas inundadas.

La gravedad de la situación se evidenció en el rostro del alcalde de Houston, al que muchos miran con lupa por no haber evacuado antes la ciudad. «No es fácil evacuar a 6 millones y medio de personas», se justificó Sylvester Turner. El gobernador de Texas, Greg Abbott, activó ayer a toda la Guardia Nacional para responder a la devastación generalizada. Así 12.000 guardias se unirán a los esfuerzos de búsqueda y rescate.

La gente llega a los refugios completamente mojada, por lo que la necesidad de ropa, comida, o medicinas es urgente. En el último balance, las autoridades confirmaron el rescate de 2.000 personas, mientras que otras 5.500 ya permanecen en refugios. La Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) calcula que más de 30.000 necesitan alojamiento.

Ciudades como Dallas o Austin, ya han respondido a la llamada de socorro y se preparan para recibir a 12.000 damnificados a partir de esta misma mañana. Muchos de ellos siguen a la espera de instrucciones. Es el caso Nichelle Mosby, evacuada junto a otros seis miembros de su familia, incluida una niña de 4 años. Procedentes de Luisiana habían llegado a Houston para visitar a unos parientes. «Nosotros vivimos el Katrina, pero Harvey ha sido diferente. En lugar de una inundación gradual, esto fue como un chorro de agua a toda velocidad», explicó Mosby minutos antes de saber que se había declarado el estado de emergencia en Luisiana por las lluvias torrenciales que llegarán previsiblemente mañana. «Lo peor todavía está por llegar», alertó su gobernador John Bel Edwards. Mientras, la cifra de muertos se eleva ya a ocho.

El candidato Trump negoció con los rusos en campaña

Harvey no solo está poniendo a prueba a millones de personas en Texas y Luisiana. También desafía sin recelos al presidente de Estados Unidos, que continúa enfrentando la emergencia nacional como una importante prueba sobre su capacidad de dirigir el país. Hoy, tanto Donald Trump como la primera dama, Melania Trump, visitarán Corpus Christi, una de las primeras ciudades en sufrir el azote de Harvey. La crisis que afronta el neoyorquino se ha entremezclado en las últimas horas con una nueva polémica que ha vuelto a traer al Rusiagate, a las portadas de la prensa y es que, tal y como reveló The Washington Post, Trump negociaba la construcción de «una enorme Trump Tower» en Moscú, cuando ya era candidato a la Casa Blanca.

El presidente negó en aquel momento, a través de sus redes sociales, cualquier relación con Rusia: «Para que conste, tengo cero inversiones en Rusia».

La revelación tiene matices que pueden resultar preocupantes en el proceso judicial abierto para esclarecer la injerencia rusa en la campaña electoral estadounidense. A pesar de haber negado cualquier conexión comercial con Rusia, el diario sostiene que las negociaciones se extendieron hasta principios del 2016 y que fue el promotor inmobiliario y amigo de Trump Félix Sater quien instó al magnate a viajar a Moscú para hablar de la propuesta e incluso sugirió que su inversión podría hacer que Vladimir Putin dijera «grandes cosas» sobre Trump.

Sater, nacido en la antigua Unión Soviética y criado en Nueva York, dijo en un correo electrónico fechado en noviembre del 2015 que pronto celebrarían el logro del negocio en Rusia, así como la elección del magnate como presidente de Estados Unidos. Los nuevos datos han sido puestos a disposición de los diferentes comités que investigan los vínculos de la campaña de Trump con el Kremlin.