Desmantela sus consejos asesores tras el éxodo de sus miembros por su tibieza con el racismo, mientras los Bush le exigen que rechace el odio y el fanatismo
17 ago 2017 . Actualizado a las 08:12 h.Una vez más, Donald Trump ha vuelto a incendiar el país, sembrando un repudio generalizado que, en buena parte, ha sido impulsado por las filas de su propio partido. El aislamiento al que los republicanos han sometido al presidente en las últimas horas, recuerda a aquellos meses en los que un entonces polémico precandidato rociaba sus mítines de provocadoras propuestas, cosechando la ira de históricos conservadores. La diferencia ahora es que no hay un solo líder que defienda el discurso que el presidente resucitó la noche del martes, cuando insistió en que «ambos bandos» fueron responsables de la violencia en las protestas racistas de Charlottesville.
Sucedió durante un encendido intercambio con periodistas en la Torre Trump, cuando el magnate decidió dejar a un lado su rectificación del lunes y, en lugar de reiterarse y culpar de los ataques a los neonazis y supremacistas blancos, les equiparó con sus detractores. «Hubo un grupo de un lado que fue malo y hubo un grupo del otro lado que también fue muy violento», defendió, inflamando todavía más la tensión racial existente.
Las equiparaciones (y el escándalo) no se quedaron aquí y Trump decidió igualar al general confederado Robert E. Lee -centro de las protestas por la retirada de su estatua-, con el primer presidente de EE.UU., George Washington y el principal redactor de la Constitución, Thomas Jefferson. «Washington era dueño de esclavos ¿Tiramos sus estatuas?», cargó Trump ante la estupefacción de los presentes.
La gravedad del nuevo vaivén político no pasó desapercibido y una oleada de líderes conservadores alzaron sus voces. Los expresidentes George H.W. Bush y George W. Bush emitieron un comunicado en el que rechazaron el racismo «en todas sus formas» y realzaron las figuras de Washington y Jefferson. La postura fue compartida por el republicano con mayor relevancia institucional, Paul Ryan, y legisladores de la talla de John McCain, Mitch McConnell, Marco Rubio, o John Kasich, que censuraron una notable ceguera ante la historia por parte del presidente, que no hace más que mostrar su disposición a apostar por posiciones moralmente indefendibles.
Solo aplaude el Ku Klux Klan
La preocupación alcanzó sus cotas más altas cuando la extrema derecha vio la ambigüedad del neoyorquino como un triunfo propio y un impulso inequívoco: «Gracias presidente por su honestidad y coraje para decir la verdad», alabó David Duke, histórico dirigente del Ku Klux Klan. El aplauso de Duke, un supremacista blanco y negacionista del Holocausto nazi, noqueó a varios pesos pesados del Ala Oeste, incapaces de construir un relato que justifique la postura trumpiana. Uno de ellos fue su fiel asesor, Gary Cohn, quien se mostró «aturdido y consternado» tras las declaraciones de su jefe.
La tibieza de Trump con el racismo, provocó además un éxodo de altos directivos que renunciaron a su puesto en varios consejos de asesoría empresarial del presidente, repartidos en asuntos industriales y estratégicos y que finalmente, el republicano se ha visto obligado a desmantelar, tras la huida de buena parte de sus integrantes. «En lugar de presionarles, termino con ambos foros ¡Gracias a todos!», anunció resignado el neoyorquino.
EE.UU. ataca el tratado comercial con México y Canadá en el inicio de la renegociación
México, Estados Unidos y Canadá comenzaron ayer a renegociar el acuerdo que hace 23 años abolió sus fronteras aduaneras, por imposición de Donald Trump. El negociador de EE.UU. inició la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con inusual ataque, al asegurar que «el pacto ha fallado a muchos estadounidenses» y afirmar que no es suficiente con que sea «retocado».
La sintonía entre el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, y la ministra de Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, quedó patente y evitaron la confrontación. «Estamos deseando renovar nuestra alianza norteamericana. Vamos a mirar hacia el futuro y no al pasado», dijo Guajardo en su intervención. No obstante, dejó claro que para que «sea exitoso», el nuevo TLCAN «tiene que funcionar para todas las partes».
Ataque a Amazon
Mientras, Trump arremetió contra el gigante del comercio electrónico Amazon, al que acusó de perjudicar a empresas minoristas de EE.UU. y provocar la pérdida de empleos. «Está dañando a pueblos, ciudades y estados de todo EE.UU., ¡y se están perdiendo muchos empleos!», escribió en un tuit. No es la primera vez que ataca a Amazon. En junio ya le acusó de «no pagar impuestos» por sus ventas en Internet. Pero detrás de su cruzada muchos ven solo una venganza por la cobertura que hace de su Administración el diario The Washington Post, propiedad del presidente de Amazon, Jeff Bezos.
Los símbolos confederados, una herida que sigue sin cicatrizar
Más de siglo y medio después, la guerra civil de EE.UU. sigue siendo motivo de fuertes tensiones entre aquellos que forma parte de la historia de los estados del sur y los que perciben su causa como una forma de resistencia a la igualdad de razas. Lejos de solucionarse, el debate racial está ahora más vivo que nunca.
¿Por qué el general Lee es polémico?
Como general del Ejército confederado, Lee es para unos un símbolo de la esclavitud y para otros, un héroe. Hace seis meses, el Ayuntamiento de Charlottesville ordenó la retirada de una de sus estatuas, lo que motivo las protestas del pasado fin de semana que enfrentaron a la alt-right (extrema derecha) y a los antifascistas que Trump denominó alt-left (extrema izquierda).
¿Que es el «alt-left»?
Trump utilizó este término, usado en webs de la ultraderecha y medios como Fox News para designar un segmento violento de activistas de izquierda y ponerlos al mismo nivel que la alt-right. Entre los aludidos está el movimiento antifascista conocido como Antifa. Dicho grupo concentra sus esfuerzos en luchar contra la alt-right, más que en defender un determinada ideología política. Eso sí, su discurso lleva implícito un tono anticapitalista con tácticas anarquistas, en las que no reniegan de la violencia.
¿Cuál es la legislación sobre esos símbolos?
Depende de cada estado y por tanto de cada gobernador. Una de las primeras en dar un paso adelante fue la actual embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley. Cuando era gobernadora de Carolina del Sur y después de que Dylann Roof matara a nueve afroamericanos en una iglesia de Charleston, Haley ordenó la retirada de la bandera confederada. La primera enmienda de la Constitución protege la libertad de expresión y, por tanto, no solo ampara los símbolos confederados sino que permite que se ondeen esvásticas o simbología nazi, como se vio en Charlottesville.
¿Cuántos símbolos hay?
Según la organización Southern Poverty Law Center, existen 1.503 símbolos o monumentos en lugares públicos, entre los que se incluyen más de 100 escuelas públicas con nombres de militares de la Confederación. La mayoría se reparten entre Virginia, Texas, Georgia, Carolina del Norte, Misisipi, Carolina del Sur, Alabama, Luisiana, Tennessee y Florida.
¿Cuántos se han retirado?
Desde 2015 se han eliminado al menos 60. La última retirada ha tenido lugar en Baltimore (Maryland), donde el ayuntamiento ha ordenado ayer quitar cuatro estatuas. Horas antes, decenas de manifestantes derribaban otros dos monumentos en Gainesville (Florida) y en Durham (Carolina del Norte).