¿Se puede vivir de un piso turístico?

Susana D. Machargo REDACCIÓN

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CESAR QUIAN

Los propietarios cuentan que depende del tipo de vivienda y de la localidad en la que esté. Oviedo y Gijón son rentables. Nacen negocios para gestionar los arrendamientos

07 may 2017 . Actualizado a las 11:01 h.

El verano del 2017 será el primero en el que Asturias tendrá regulado el mercado de los alquileres de los pisos turísticos. La Semana Santa y los puentes están sirviendo para calibrar el sector pero será la temporada alta la que realmente mida el negocio. ¿Se puede vivir de un piso turístico, alquilado a través de plataformas online o una agencia? La respuesta no es rotunda. Depende de muchos factores, tanto de la ubicación, como de su tamaño y, fundamentalmente, de la forma en la que se gestione. Mientras en las grandes urbes la tendencia es a profesionalizar, incluso evitando el encuentro entre dueños y clientes, en el Principado se sigue mimando la atención. De los buenos consejos y el cuidado de los detalles, depende una opinión más favorable, una mejor puntuación y el incremento en las reservas. No obstante, comienzan a florecer empresas que se encargan de todo a cambio de un porcentaje. Adaptan la casa, gestionan los alquileres, limpian, lavan, entregan las llaves,... Hay un mercado por explotar  

El Principado decidió regular el alquiler de pisos turísticos en el verano de 2016. El Gobierno regional esperó durante meses un pronunciamiento del Ministerio de Industria, Energía y Turismo antes de lanzarse a legislar. Como no se unificaron criterios en todo el territorio, la Administración asturiana optó por redactar una legislación acorde a las características del sector de los alojamientos en la región. Los propietarios tienen que solicitar un permiso de actividad al ayuntamiento, instalar luces de emergencia y extintores, pagar un seguro de responsabilidad civil e inscribirse en un registro oficial de carácter autonómico. La normativa se publicó el 17 de agosto en el Boletín Oficial (BOPA) y entró en vigor 20 días después. Sin embargo, la administración, consciente del cambio que suponía, concedió un plazo de adaptación de tres meses. A fecha 10 de abril, 183 han dado el paso de adaptarse y aparecen ya en el registro. Son los únicos que pueden anunciarse en plataformas especializadas. El resto se enfrentan a sanciones. Del total, 149 cuentan con autorizaciones provisionales, a falta de que completen documentación, y los 34 restantes ya operan con toda la documentación en regla. 

El negocio

Raúl Suárez explota su apartamento de Tapia de Casariego, dos habitaciones, cocina-salón, baño y aseo heredado de su abuela y libre de cargas. Vive en Castropol, así que puede gestionarlo en persona. Al principio comenzó a alquilarlo en verano, con intención de cubrir los 1.500 euros al año que le cuesta mantenerlo. A medida que fue pasando el tiempo y que fue más conocido, comenzaron a llamar también clientes para Semana Santa y para los puentes. Con la calculadora en la mano, explica que se saca unos 6.000 euros al año, descontandos gastos, le quedan unos 4.500 euros limpios. «No te da para vivir pero es un buen sobresueldo», concluye.

Los pisos turísticos no son como el turismo rural, también muy extendida en la zona de Tapia. «El precio en los apartamentos es más bajo. Conozco gente con negocios que pide mucho más que yo incluso en invierno. Pero, claro, ellos, tienen finca, espacio para aparcar y otro tipo de servicios complementarios», argumenta. Raúl Suárez pide, de media, 50 euros por noche en invierno. En pleno mes de agosto, puede llegar a los 120 euros. Él limpia la casa, lava sábanas y toallas, recopila folletos turísticos, recibe a los clientes, les ofrece consejos cuando se los piden y les despide al marchar. Disfruta personalmente con ese trato directo. «Prefiero hacerlo yo y no encargárselo a nadie. Si sale algo más soy el único responsable», afirma.

Ahora está inmerso en pleno proceso de legalización. Ha tramitado el permiso en el ayuntamiento, ha colocado los extintores,... Cree que la normativa del Principado es buena para el sector. «Nos obliga a ponernos las pilas y a mejorar lo que ofrecemos a los viajeros», reconoce. «Unas normas básicas que cumplir no son malas para nadie», añade.

En la misma localidad, Tapia de Casariego, Arturo Bañares ofrece una visión distinta. Todavía no ha comenzado con el proceso de legalización. De hecho, tiene unos clientes apalabrados para unos días y cree que va a esperar hasta el otoño para darse de alta. Pero ya ha decidido hacerlo a través de una empresa. Ha encontrado una agencia que se encarga de todo a cambio de un porcentaje del negocio que puede oscilar entre el 10% y el 15%. Esta firma gestiona los permisos, hace las obras de adecuación en el piso, comercializa el alquiler, trata con los clientes. Asume el proceso de principio a fin, desde colocar luces de emergencia a limpiar la vivienda y cambiar las toallas. «Me parece razonable. No vivo en Tapia y no puedo encargarme personalmente de todo, así que me parece mejor contratar una empresa especializada y de confianza que atienda a los viajeros. Si tuviera que venir, entre el desplazamiento y los gastos no me saldría a cuenta», explica. 

Arturo Bañares cree que la regularización del mercado realizada por el Gobierno del Principado elevará ligeramente los precios, sobre todo, al principio. Este primer año, no serán muchos los que puedan anunciarse sin miedo en páginas especializadas online y en agencias, así que es posible que suban sus tarifas. También está convencido de que con los nuevos hábitos y con los cambios meteorológicos registrados en los últimos años, con un verano que se adentra casi hasta mitad del otoño, «no será difícil alquilar en septiembre y octubre». Lo que no ha calculado es cuánto puede sacar al año. Aspira a cubrir gastos y a ganar lo más posible. No suele utilizar el apartamento mucho, así que está abierto a reservarlo siempre que aparezca un cliente bien dispuesto.

Tiene muchas más experiencia Pedro G., que lleva ya años alquilando un pequeño piso de una habitación en Oviedo. En los peores tiempos de la crisis, cuando aún estaba pagando hipoteca, sacaba de media unos 600 euros. Hoy, con el apartamento ya sin cargos, y funcionando de forma regular, llega a los 900. «Solo de un apartamento turístico no se puede vivir. Pero con dos o tres, sí», argumenta. Pedro G. gestiona él mismo la propiedad. Realiza las labores de limpieza y lavandería, recibe a los clientes y los despide, tramita las reservas,... Se hace cargo de cada detalle, ya que lo puede compatibilizar con su trabajo. Lo hace porque disfruta con el trato personalizado -él también es cliente de las mismas plataformas en las que ofrece su casa- pero así se ahorra el tener que compartir una parte del porcentaje. En los últimos años, al margen de turistas, que son la mayoría de los usuarios, ha descubierto nuevos perfiles. Como está cerca de Los Prados y del hospital (HUCA), está alojando a residente de otros centros que vienen a hacer intercambios o prácticas. Solo este año ya ha concretado cuatro reservas.

Otras opciones

Existen otras modalidades similares pero no vinculadas directamente a la nueva ley del Principado de pisos turísticos. Son los apartamentos turísticos ya regulados en normativas anteriores, que tienen que tener recepción 24 horas y que pueden estar situados en ciudades. Una de estas propiedades las explota el Hotel Nap Oviedo. Su director, Lisardo Hernández, explica que el perfil de usuarios es diferente. El apartamento tiene casi 90 metros cuadrados y tres habitaciones, así que es más adecuado para familias y para estancias más largas que un fin de semana o un puente. Explica que, por ejemplo, ha albergado a muchos pacientes que venían a someterse a una intervención en la clínica oftalmológica de los Fernández-Vega.

Los servicios de limpieza y de lavandería son comunes con el hotel y también llevan, a diferencia de los pisos turísticos, un registro detallado de cada uno de los usuarios que se facilita a las autoridades. Aunque está satisfecho con su funcionamiento, el director no contempla ampliar con más propiedades, ya que el hecho de tener que compartir los servicios con el hotel complica la gestión. Hernández no cree que nadie pueda vivir de una sola propiedad de este tipo. Ni siquiera de una grandes como la suya. «Es demasiado estacional. Llenas en agosto, en puentes y algunos fines de semana pero no todo el año», precisa.