El presidente vasco se dedica a gobernar, justamente lo opuesto a Mas y Puigdemont
17 abr 2017 . Actualizado a las 07:48 h.Frente a la huida hacia ninguna parte de los independentistas catalanes, que ya contemplan como escenario posible el descarrilamiento del proceso, el PNV, de la mano del hábil Iñigo Urkullu, ha optado en los últimos años por el perfil bajo, por enterrar los delirios de Juan José Ibarretxe y su famoso plan y abrazar el pragmatismo que tan buen resultado le ha dado en las urnas. Pero eso no quiere decir que el PNV haya dejado de ser una formación soberanista, como se vio ayer en la celebración del Aberri Eguna. En el Día de la Patria Vasca le tocaba el turno al presidente del partido, Andoni Ortuzar, quien mostró su lado más nacionalista y no solo pidió una cosoberanía para el País Vasco igual a la que la exige Mariano Rajoy para Gibraltar, sino que reivindicó una «Euskadi como nación en pie de igualdad con el Estado» y abogó por una «colaboración sincera» con la izquierda aberzale para construir la nación vasca.
Sí, es el mismo PNV que gobierna con los socialistas, que aprobó sus presupuestos con la abstención del PP y que ahora tiene prácticamente cerrado un acuerdo con el Gobierno de Madrid para aprobar las cuentas públicas del Estado.
Retórica para consumo interno
Lo cierto es que esa retórica soberanista del PNV para consumo interno no se ha traducido en hechos, al menos por ahora. Hace cuatro meses, Urkullu reconoció en una entrevista que «en un mundo globalizado, la independencia es prácticamente imposible» y, por ello, se ha dedicado a gobernar, con el viento a favor del concierto vasco. Justamente lo contrario de lo que han hecho primero Artur Mas y ahora Carles Puigdemont, entregados a ERC e incluso a la CUP, en cuya agenda política solo figura un tema, el referendo de independencia.
Todo indica que Urkullu va a seguir su línea, sin variaciones, y no va a plantear un desafío al Estado, y mucho menos ahora que va a sacar tajada de su probable voto favorable a los Presupuestos. Su vía pragmática le ha llevado a ganar claramente las elecciones, muy por delante de EH Bildu, mientras el PDECat, el nuevo nombre de la antigua Convergència, se desploma ante el auge de sus socios republicanos.