Los nacionalistas interpretan su fuerte subida en las urnas como un respaldo de Irlanda del Norte a seguir dentro de la UE
05 mar 2017 . Actualizado a las 09:10 h.Los problemas de Theresa May con el brexit no cesan de crecer: hace unos días los Lores reclamaban introducir los derechos de los residentes europeos en las negociaciones alterando de ese modo su calendario para activar la salida del bloque común. Ahora, se encuentra con las elecciones en Irlanda del Norte. La subida espectacular que cosechó el Sinn Féin, formación partidaria de que este territorio tenga un estatus especial dentro de la UE, le abre un frente doméstico muy similar al de Escocia.
Para el presidente del partido nacionalista, Gerry Adams, los norirlandeses se opusieron en las urnas a la salida del Reino Unido de la UE. El resultado «es una reafirmación de nuestra posición sobre el brexit», dijo en cuanto terminó un largo recuento que tardó casi dos días en completarse. En el referendo de 2016, el 56 % de los norirlandeses votaron por seguir en la UE, un resultado parecido al de Escocia y contrario al que se produjo en el Reino Unido. «Este es un voto por la unidad irlandesa, un voto para que nosotros estemos juntos como pueblo», explicó Adams.
El Sinn Féin consiguió 27 escaños, un resultado histórico que le permitió borrar la brecha de diez escaños de ventaja que tenía hasta el momento el Partido Democrático Unionista, que ganó por solo uno de diferencia. Su victoria, por apenas 1.168 votos, significa que se despiden del derecho a veto que tenían hasta ahora en la Asamblea de Stormont, al no llegar a los 30 escaños.
La líder unionista, Arlene Foster, criticada por su gestión de un escándalo financiero detectado en la política de energías alternativas, no tendrá ahora vía libre para poner en marcha leyes contra el matrimonio homosexual, el aborto y la política lingüística. Foster, lejos de preguntarse por la drástica pérdida de votos en diez meses, recordó que su partido sigue siendo «el más votado» y reconoció la eficiencia del partido rival para mover a sus bases.
En las elecciones hubo récord de participación, que ascendió al 64,78%, la más alta desde las celebradas tras el acuerdo de paz de 1998. Y eso que estos fueron los segundos comicios en apenas diez meses, tras la dimisión en enero del comandante del IRA e histórico líder del Sinn Féin, Martin McGuinness, que días más tarde anunció su abandono temporal de la política, aquejado de una grave enfermedad.
Uno de los que no esperó a saber el resultado final tras el interminable proceso de recuento para anunciar su dimisión fue Mike Nesbittl. Hasta ahora líder del Partido Unionista del Ulster (UUP), había pronosticado un avance para su formación, pero las urnas no le respaldaron y le dieron 10 actas frente a las 16 que tenía en el pasado.
Unionistas y nacionalistas tienen ahora tres semanas para llegar a un acuerdo y formar gobierno. Están forzados a entenderse, aunque el ambiente de la campaña electoral dejase ver sus numerosas diferencias. De no llegar al entendimiento, la administración de Irlanda del Norte pasará directamente a manos de Londres. Algunas voces, como la de la antigua primera ministra Theresa Villiers, consideran que Downing Street debería legislar para darle al DUP y Sinn Féin más tiempo para negociar. Más claro parece tenerlo la nueva cara de esta organización, Michelle O’Neill, para quien «la tarea no es fácil, pero es alcanzable si la gente acude con la actitud correcta».