Las primarias se imponen al dedazo

Juan Carlos Martínez REDACCIÓN / LA VOZ

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Todos los partidos se inclinan por este método más abierto de selección de candidatos, que les aporta mayor legitimidad y los acerca a los ciudadanos

03 ene 2017 . Actualizado a las 07:49 h.

La Constitución y la Ley Orgánica de Partidos Políticos establecen que la estructura interna y el funcionamiento de las formaciones han de ser democráticos, pero no van más allá a la hora de concretar ese principio. Sin embargo, el ascenso de nuevas fuerzas políticas ha revestido las elecciones primarias para elegir candidatos electorales y líderes de los partidos del carácter de garantía de pureza democrática y transparencia. El PSOE y Ciudadanos han propuesto incluso que se regulen por ley. Los expertos en la materia descartan que las elecciones primarias vayan a eliminar por sí solas todos los defectos de los partidos, pero coinciden en que el debate sobre su adopción generalizada se intensifica y marca tendencia.

¿Son las primarias garantía de democracia interna en los partidos?

En teoría, sí. De acuerdo con lo manifestado por el profesor Carlos Garrido en el XII Congreso de Constitucionalistas, las primarias «pueden dinamizar la vida interna de los partidos, movilizar a sus afiliados y simpatizantes y romper las tendencias oligárquicas de sus organizaciones. Las primarias facilitan la aparición de nuevos líderes, dotan de mayor legitimidad social a los candidatos elegidos y les otorgan autonomía respecto al aparato partidista».

Para el profesor Roberto Blanco Valdés, «las primarias son, sin duda, más participativas, en el sentido de que el número de gente que decide es mayor que en un sistema de votación por delegados, sobre todo si las primarias son abiertas a los simpatizantes y no solo a los militantes. Pero que sean más democráticas o no depende de la forma concreta en que en casa se realice la votación: por ejemplo, si la votación está amañada o los candidatos no tienen iguales oportunidades de competir, el sistema no será más democrático».

Con esta visión coincide el profesor Miguel Pérez-Moneo: «Las primarias dan la impresión de reemplazar a los órganos internos de los partidos en la delicada tarea de escoger a los candidatos electorales», pero para que sea verdadera garantía de democracia, el procedimiento «ha de ser aséptico y garantizar la neutralidad de la dirección del partido en la competición. Los órganos de garantía internos del partido han de funcionar puntualmente y resolver con rapidez y solvencia los problemas que surjan y desincentivar el recurso a la vía judicial y la tentación de deslegitimar el resultado obtenido por las primarias».

¿Están preparados los partidos españoles para adoptarlas por sistema?

La crítica al sistema de primarias se mueve sobre todo en torno al dilema entre legitimidad democrática y eficacia. En España ha habido casos de que los aparatos de los partidos han deslegitimado a candidatos o a líderes elegidos a través de elecciones primarias. Para Miguel Pérez-Moneo, se critica que las primarias debilitan la estructura del partido al magnificar las divisiones. Los partidos deben, en su opinión, «regular la campaña interna, para evitar que se desprestigie al partido o al contrincante que puede resultar vencedor; aceptar el resultado y ponerse a disposición del vencedor, y evitar una duplicidad de líderes con legitimidades distintas en una misma organización».

¿Ayudarán a superar el alejamiento entre política y ciudadanía?

Uno de los argumentos que explican el ascenso de los partidos emergentes es la desafección de los ciudadanos con respecto de la política tradicional. Los analistas señalan que una de las causas es el comportamiento oligárquico de los núcleos duros y su partidismo. En este sentido, los expertos creen que las primarias (y otros mecanismos, como el desbloqueo de listas) mejorarían la relación entre política y sociedad. «Puede fijarse -dice el profesor Blanco Valdés- una regla general: las primarias acercarán más un partido a sus votantes cuando mayor sea la similitud entre los que votan en las primarias y los que votan al partido; si esa similitud es pequeña, lo que hoy sucede con el PSOE o el Partido Laborista británico, las primarias [incluso abiertas] pueden acabar siendo un factor que dificulte las posibilidades de competencia electoral de un partido». La calidad de los líderes, otro de los factores de alejamiento de la ciudadanía, también podría mejorar, añade Roberto Blanco, en cuanto que se debilitaría «el sistema inverso de selección de las élites de partido, por virtud del cual los que están asentados en su estructura orgánica tienden a asegurar su permanencia en ella favoreciendo la elección de competidores de poca calidad que nos les hagan sombra ni pongan en peligro su continuidad».

¿Se impondrán las primarias por ley?

El profesor Javier García Roca aseguraba recientemente que la selección de candidatos «es sistema electoral y no algo irrelevante y doméstico de los partidos, que tiene que ver con el derecho fundamental del artículo 23.2» de la Constitución, y que «hace falta una intervención del legislador, no es una cuestión privada de los partidos». También para el constitucionalista aragonés Carlos Garrido, «las funciones constitucionales asignadas a los partidos, la exigencia de organización y funcionamiento democráticos y el fin legítimo de hacer efectiva la participación de todos los ciudadanos, removiendo los obstáculos que la impidan o dificulten, habilitan al legislador para imponer primarias abiertas». Si las mayorías parlamentarias siguen esta argumentación, la reforma de la actual ley electoral no tardará.

Un sistema que se generaliza, con matices, entre las formaciones mayoritarias

La selección de candidatos mediante elecciones primarias abiertas a los militantes y a los simpatizantes se está generalizando en las formaciones políticas mayoritarias. Ciudadanos y el PSOE las suscribieron por escrito en su pacto de febrero pasado. En el acuerdo de investidura entre C’s y el PP, del mes de agosto, no figuraba esa obligación, pero el Partido Popular ha cambiado de posición en las últimas semanas

Partido Popular

Doble vuelta. A principios de diciembre, un portavoz del PP defendía la idoneidad del sistema de compromisarios para el próximo congreso del partido. En vísperas de la Navidad, otro representante de los populares anunciaba que en fechas previas al congreso se instalarán dos urnas en las sedes de toda España: los afiliados inscritos votarán en una urna a los candidatos y en otra, a los compromisarios. Quienes logren más del 10 % de los sufragios, pasarán a una segunda vuelta, en la que serán los compromisarios elegidos quienes votarán. Para esta segunda elección solo podrán ser candidatos únicos quienes hayan obtenido más del 50 % de las papeletas, o quienes consigan una diferencia de 15 puntos entre su candidatura y la siguiente. Es un sistema mixto que acerca al PP a la selección por primarias.

PSOE

Apertura. En su 34.º congreso (1997), el PSOE aprobó la elección de candidatos por primarias limitadas a sus militantes. Ahora se somete a primarias abiertas y aboga por establecer la obligación legal de que todos los partidos elijan a sus candidatos en primarias «debidamente ordenadas y reguladas por la ley electoral».

Podemos

La «nueva política». La formación morada emplea las primarias abiertas a la ciudadanía como método de selección de sus líderes, y hace gala de que este sistema se corresponde con la «nueva política». Para participar en ellas, los votantes tienen que comprometerse a respetar el código ético de la organización.

Ciudadanos

Renovación. El partido naranja viene utilizando desde sus inicios el sistema de primarias cerradas (entre militantes) para renovar sus cargos. El próximo día 27 celebrará elecciones de este tipo para renovar la presidencia del partido.

Las listas abiertas, el siguiente paso

Las elecciones primarias son un paso hacia un incremento de la participación de los ciudadanos, pero en el camino hacia la regeneración de la política y a que los votos se traduzcan en una mayor representación de las aspiraciones de los votantes, otro avance será que los partidos presenten listas abiertas, según defiende una corriente creciente entre los estudiosos de la ciencia política. Solo España, Portugal, Albania y Serbia emplean hoy en Europa la elección por sistema proporcional a listas cerradas y bloqueadas. La capacidad del votante de expresar su preferencia por algún o algunos candidatos reduce los tintes oligárquicos en los partidos, y por tanto podría solventar la desafección de los ciudadanos. El debate, una vez más, incide en la posible pérdida de eficacia y de cohesión en los partidos y en la mayor complicación de las votaciones. Pero, en cualquier caso, el debate está en marcha.