El embajador ante la UE renuncia a tres meses de la negociación
04 ene 2017 . Actualizado a las 01:06 h.La inesperada dimisión este martes del embajador británico ante la Unión Europea (UE), Ivan Rogers, arrojó más dudas y división sobre el brexit, poniendo las cosas más difíciles para que la primera ministra británica, Theresa May, active el arranque formal del proceso negociador del mismo dentro de tres meses.
La renuncia de Rogers, partidario de un brexit blando, fue anunciada por un portavoz del Gobierno en un escueto comunicado y sin dar detalles sobre las motivos de su marcha. De hecho, apenas enfatizó que se produce «unos cuantos meses antes» de que su cargo en Bruselas llegará a su fin en noviembre y recalcó que allana el camino para que May elija a un sucesor antes de que se active el Artículo 50.
También agradeció «el trabajo y compromiso» de Rogers en Bruselas los últimos tres años, tras ser nombrado en el cargo a finales del 2013 por el entonces premier David Cameron. Pero lejos de ser una salida tranquila como Downing Street se empeñó en maquillar, la polémica estuvo servida y las reacciones y mensajes de preocupación no dejaron de sucederse.
La dimisión de Rogers se produce apenas dos semanas después de que la BBC filtrase unas declaraciones en las que aseguraba que llevaría una década finalizar un acuerdo comercial con la UE después de la salida británica del bloque y que incluso podría fracasar puesto que debía pasar por la ratificación de los 27. Sus comentarios provocaron que los partidarios del brexit lo tildaran de negativo y de no ser lo suficientemente ambicioso.
Ahora, los aparentes desencuentros con Downing Street y otros departamentos de Whitehall involucrados en las negociaciones del out de la UE llevaron a Rogers a su renuncia. De hecho, habrían pillado por sorpresa a la primera ministra conservadora, con la que la prensa británica especula que el político tenía una buena relación, pero no así con el ministro del brexit, David Davis, cuyo trabajo en muchas ocasiones se superpone con el suyo.
La salida de este diplomático de la UE tres meses antes del inicio del proceso negociador fue calificado como «alarmante» y «amateur» por altos cargos británicos de diferentes esferas. El diputado laborista Hilary Benn, que preside el llamado comité selecto para el brexit, consideró que la renuncia llega en un momento «crucial», mientras que el exlíder del partido liberaldemócrata Nick Clegg, lamentó su dimisión, a la que se refirió como «un golpe» para los planes del Gobierno.
Rogers, uno de los diplomáticos británicos que mejor conoce Bruselas, fue uno de los principales asesores de Cameron en las negociaciones previas al histórico referendo del 23 de junio para lograr modificar los términos del encaje británico dentro del bloque común.
Los únicos que parecieron alegrarse de su renuncia fueron los partidarios de un brexit duro y de que Londres no haga concesiones migratorias a cambio de un acceso al mercado común. Ese fue el caso de Nigel Farage, exlíder del eurófobo UKIP, quien aplaudió en Twitter la renuncia de Rogers, puntualizando que el Ministerio de Exteriores británico «necesita una limpieza completa».